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Duplitectura

Febrero 2, 2013

Un  edificio en construcción en Chongqing, China, es una copia textual del de Zaha Hadid en Beijing. Pero su promotor dice que no está inspirado en sus curvas sino en las piedras de las orillas del río Yangtze en donde esa ciudad esta construida. Que no es una copia sino una superación.

Una versión espuria de la capilla de Notre Dame du Haut, en Ronchamp, al oeste de Francia, de Le Corbusier, apareció en Zhengzhou a finales de la década de 1990. Y aunque fue demolida después de la decidida intervención de la Fundación Le Corbusier, ahora sus ruinas sirven para el escenario surrealista de un restaurante de asados.

Ronchamp en Zhengzhou, 2004

Ronchamp en Zhengzhou, 2004

 

Y en Tianducheng, cerca a Shanghai, una Torre Eiffel de apenas 108 metros, como si hubieran copiado la de Las Vegas, de 164 metros, y no la de Paris, casi dos veces mas alta,  flota por encima de la plaza Champs Elysées, pues el sitio es todo una replica opaca, y confusa, que más da, de la Ciudad Luz.

No contentos con apenas copiar edificios icónicos, algunos promotores chinos están duplicando pedazos de ciudades. En Tianjin, en el norte de China, una réplica de Manhattan está en construcción en el sitio de un pueblo de pescadores del siglo XV, incluyendo los Centros Rockefeller y Lincoln, y el río Hudson. Para 2019 será el mas grande centro financiero del mundo.

Y el pequeño pueblo alpino de Hallstatt,  con todo y su iglesia de esbelta torre y sus chalets de colores pastel, como su esplendida localización al lado de un lago,  se ha reproducido “secretamente” en la ciudad de Huizhou en  la provincia de Guangdong al sur de China. Mientras en Chengdu, capital de la provincia de Sichuan. en el suroeste, un complejo residencial para 200.000 habitantes recrea la británica Dorchester.

El arqueólogo Jack Carlson, arguye que la copia en arquitectura en China tiene sus raíces en algo mas serio que un vergonzoso asunto meramente comercial, pues los paralelos antiguos de estos proyectos de copia sugieren que no se trata de meras folies sino de logros de la primacía global de China (Foreign Policy magazine).

Y cita al viejo historiador Sima Qian, que relató el importante programa de construcción de la primera dinastía que gobernó China.Cada vez que Qin Shi  Huang, su primer emperador, conquistaba a uno de sus rivales, comisionaba réplicas de sus palacios y salones, que se reconstruían en las faldas al norte de la capital.

Actualmente, prácticos que son, si se trata de copiar a las estrellas del espectáculo en que se ha convertido la arquitectura, no tienen inconveniente de copiar sus obras en China. ¿O será que el de Zaha Hadid allá tampoco es de ella? Pero es extraño que no se les haya ocurrido copiar Las Vegas, y hacer una original copia de una copia.

Es lo que hacen aquí algunos arquitectos que parecen chinos, financiados ya no por emperadores sino por especuladores inmobiliarios o alcaldes que se quisieran emperadores, y escogidos a dedo por el cartel de los contratistas de obras publicas. Copian en Cali, por ejemplo, lo que copian en Bogotá para Medellín. Lamentablemente en Colombia en estos días la copia no es un cuento chino.

Benjamin Barney Caldas

Fotografia:CAIP/Blogspot

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Mejor mirar todo

Enero 10-2013

“Es imposible ir hacia adelante y mirar hacia atrás; quien vive en el
pasado no puede avanzar” dicen que dijo Ludwig Mies van der Rohe.
Desde luego no se puede vivir en el pasado, pero no se puede avanzar
desconociéndolo. Sobre todo porque en las ciudades la arquitectura del
pasado está presente y en uso, ya sea el edificio mismo, con todas sus
modificaciones, como muchos patrones y tipos arquitectónicos que sólo
han evolucionado. Además la arquitectura, en tanto arte, también es
histórica. El gótico no es posible antes del románico, ni el
posmodernismo antes del modernismo. Y mas clásico que la arquitectura
de Mies qué. No se puede progresar técnicamente, ni mucho menos
innovar, sin mirar atrás, pues implica hacerlo desde lo mejor del
pasado. Pero tampoco se puede evolucionar estéticamente sino a partir
de lo anterior, pues es lo que permite la comparación, la referencia.
Es lo que hace que el “menos es mas”, que también se adjudica a Mies,
sea cierto casi siempre, aunque Robert Venturi dejó en claro, que a
veces menos es menos (Complexity and Contradiction in Architecture,
1966).

Como lo dijo Lord Palumbo, presidente del jurado del Premio Pritzker
de 2012, otorgado al arquitecto chino Wang Shu, «el asunto de la
relación adecuada entre presente y pasado es particularmente oportuna,
porque el proceso reciente de urbanización en China invita al debate
sobre si la arquitectura debe anclarse en la tradición o si sólo debe
mirar hacia el futuro». Y para Alejandro Aravena su arquitectura «es
intemporal, profundamente arraigada en su contexto y sin embargo,
universal.” A su vez Yung Ho Chang destaca que “tiene sus raíces en el
contexto local y es culturalmente sensible”, para Juhani Pallasmaa “es
un ejemplo de la capacidad de la arquitectura contemporánea de
enraizarse en un suelo cultural local e incorporar profundos ecos de
una tradición específica” y hasta Zaha Hadid reconoce que “la
transformación de los usos de materiales antiguos y motivos es muy
original y estimulante. Es decir que todos los miembros del jurado,
concuerdan en que Wang Shu mira hacia atrás para poder avanzar (para ver, click aquí )

Por su parte, Glenn Murcutt, también jurado del Pritzker de 2012,  se
queja con toda la razón de que “la forma por si misma se ha convertido
en una disciplina superficial” señala que Shu ha “evitado el
sensacionalismo y la novedad.” Y tal vez sea esta la principal razón
para mirar hacia atrás, pues la frase de marras, fuera de su contexto,
es decir del debate sobre la arquitectura a mediados del siglo XX,
probablemente significaba para Mies otra cosa: la necesidad de superar
algo que ya era pasado: la arquitectura de los pioneros, incluyendo
sus primeras obras y su propio origen, de los que hablaba Nikolaus
Pevsner (Pioneros del diseño Moderno, de William Morris a Walter
Gropius, 1936). En conclusión, mejor mirar todo: atrás, adelante y a
los lados y sobre todo al presente. Como lo dijo Agustín de Hipona:
“El presente del pasado es la memoria, el presente del presente es la
percepción directa y el presente del futuro es la expectativa”. Del
pasado solo queda su historia y consecuencias, y es a partir de ellas
que deberíamos prever nuestro futuro, cambiando lo que se deba
cambiar.

 

Benjamin Barney Caldas

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ADENDO

Diciembre 2 de 2012

Antes los modelos eran reconocidos y explícitos, unos cuantos paradigmas, y los resultados usualmente diferentes, acordes con sus desiguales circunstancias de clima, paisaje y tradiciones. Ahora son casi idénticos a sus modelos, los que se tratan de ocultar para que se crea que las copias son originales. El hallazgo de las “olas” del Museo Drents, de Erick van Egeraat, por ejemplo, lleva a que alguien se pregunte si es un posible «referente» o mas vale un «referido» de las “olas” del Parque del Bicentenario en Bogotá, de Giancarlo Mazzanti, que dejaron bajo el “agua” al MamBo.

El concurso internacional que ganó van Egeraat para la nueva entrada y ampliación de dicho museo, en Assen, Holanda, es de principios de 2008, y se completó en 2011, pero hay que reconocer que Mazzanti lleva un tiempo dándole al mismo tema, como en “sus” olas de los estadios de los juegos Suramericanos de Medellín, de 2010. También es probable que tanto Mazzanti como van Egeraat y los arquitectos Kahle, Oíza y Arauzo, autores de las “olas” del Edificio Polivalente de Servicios de Hostelería en la Ciudad de la Innovación, en Navarra, España, también de 2008, se inspiraran en otro proyecto anterior que aun desconocemos.

Si la arquitectura no es una profesión ética. ¿Entonces que es? Es nada, dicen que ha dicho Daniel Liebeskind. En conclusión, el asunto de los créditos en arquitectura debería comenzar por reconocer sus modelos, y, como los músicos y pintores, hablar de “variaciones” sobre un tema. Pero si la memoria es la inteligencia de los tontos, como supuestamente dijo Einstein, ahora que ha sido sustituida por el Intenert ¿será que ya llegó el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad y el mundo solo tenga una generación de idiotas, como él lo predijo? Pero por supuesto no ellos, los vivos que se copian unos a otros, sino los que los aplauden y premian, y especialmente los que callan.

Benjamin Barney Caldas

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Créditos

Diciembre 1 – 2012

Casi nunca se menciona al arquitecto en los diferentes proyectos de vivienda o comercio que se venden en Colombia, y en los artículos de prensa solo se habla de ellos cuando se trata de un arquitecto de moda. “Si existe la obligación de dar créditos a un artículo, una fotografía, un cuadro o escultura, o al autor de una canción, ¿cuál es la razón para desconocer la autoría de los proyectos de arquitectura?” se pregunta el arquitecto Carlos Morales, y concluye “que todo edificio publicado debería tener una referencia al diseñador (para bien o para mal)”. Es más, todo edificio debería tener obligatoriamente una pequeña placa, como los carros, diciendo quiénes fueron su arquitecto y su constructor, la curaduría urbana que dio el permiso, y quién es su propietario, pues la disculpa recurrente de los funcionarios que deben notificar la multa correspondiente por desacato a la normativa, es que desconocen el nombre y el paradero del propietario. Se hace en otras partes y aquí hasta hace menos de un siglo se ponían en la fachada al menos el año y el nombre de los principales edificios.

No nombrar a los arquitectos es como si clientes y autoridades competentes no le dieran importancia a la responsabilidad intelectual de la práctica de un oficio con mayores consecuencias que muchos otros, en los que siempre se conocen los responsables, como abogados, médicos o banqueros. Al fin y al cabo los arquitectos son responsables, como mínimo, de que los edificios se puedan iluminar y climatizar sin un excesivo consumo de energía, hoy costosa y principal causante de los gases de efecto invernadero que llevan al cambio climático; de que sean construibles económicamente, seguros, funcionales, confortables y emocionantes; de que acaten las normas; y de que cuando estén en las ciudades (como ahora casi siempre) respeten las edificaciones y espacios preexistentes y las complementen. Su profesión afecta notoriamente a las ciudades y por lo tanto a todos. O será que sencillamente evaden su responsabilidad profesional, pues nunca protestan porque no se les dé el crédito correspondiente, y la Sociedad Colombiana de Arquitectos, a la que ni siquiera mencionan los que son socios, poco ha hecho en este sentido.

Crédito es la reputación, fama o autoridad, pero también la relación de los que han intervenido en la realización de una película o programa de televisión, y por extensión, de los que han participado en el diseño, aprobación y construcción de un edificio. Y de otro lado, autor es la persona que inventa algo o que ha hecho alguna obra científica, literaria o artística, lo que si les interesa a las “estrellas” que pagan artículos en periódicos y revistas para que los mencionen, cuando no números enteros dedicados acríticamente a su obra, como cualquier multinacional fabricante de vidrios. Pero lo que evidentemente es toda una falta de ética profesional es que no se mencione que se trata de autopromoción pagada. Revistas que son las que ven, que no leen, los estudiantes de arquitectura, aupados por no pocos profesores, para buscar en ellas los “referentes” de sus proyectos, sus modelos de moda, en lugar de encontrar referencias que permitan una comparación de la que sí se pueda aprender, pero tal parece que les preocupa más la novedad que lo pertinente, la fama que la ética profesional.

Benjamin Barney Caldas

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El tiempo en la arquitectura

Octubre 8 – 2021

Aparte de que el día da paso a la noche, el verano al invierno, la lluvia a la sequía, el viento a la calma chicha y la humedad a la resequedad que los rodea, los edificios solo se pueden usar y apreciar recorriéndolos. Incluso estando quietos en ellos se recorren con la mirada mientras pasa el tiempo. Se entra y se sale de ellos, se sube o se baja, se pasa de un recinto a otro, y todo cambia si se trata de un niño o un viejo y hasta de una mujer o un hombre y ni se diga de un enfermo o un discapacitado. Actividades todas que se llevan cabo no apenas en el espacio sino en el tiempo.

Es decir, que la arquitectura en este sentido es -debería ser- la composición de espacios que permitan una secuencia de sucesos de la vida diaria de la gente como a lo largo de los años. Secuencia que precisamente es el instrumento único de la arquitectura para engendrar emociones. Como las que genera la directriz acodada en nuestra arquitectura colonial y de tradición colonial y que por otros caminos reencontraron los grandes maestros de la arquitectura moderna.

Espacios y tiempos que se han de recorrer por los diversos usuarios de los edificios y que hay que hacer evidentes en los planos, recorriéndolos con la imaginación. O haciendo animaciones con ayuda del computador, pero no volando frívolamente como lo hacen muchos vendedores de ilusiones, trampa en la que a su vez caen muchos, sino circulando por los espacios de los edificios, es decir viajando en el tiempo.

Y así como los vestidos duran mucho menos que las personas, los edificios duran mucho mas, y por eso es que ineludiblemente cambian como dice Rafael Moneo (La vida de los edificios, 1985). Pero pese a esta verdad de a puño, rara vez se diseña su tiempo, solo su espacio, pese a que cada vez es mas evidente el paso del tiempo en ellos, y que ahora hablamos de proyectarlos más que de diseñarlos. Pero es que pasamos por alto que proyectar, además de hacer un proyecto de arquitectura o ingeniería, es también lanzar, dirigir hacia adelante o a distancia (DRAE).

Las viejas tipologías arquitectónicas permiten que los edificios cambien y que ellas evolucionen, con la enorme ventaja cultural de que así sea. Como la casa de patio en manzanas cerradas, típica de los barrios coloniales y de tradición colonial. Por ejemplo San Antonio en Cali, en su versión de medios patios y solar, antiquísima tipología que comparte con las casas de Cartagena, y que ha permitido su reinterpretación actual con éxito. De ahí que lo que pertinente sea el conocimiento y uso de las tipologías mas indicadas, logrando un acuerdo entre clima paisaje y tradición como pedía Le Corbusier (Boesiger, Le Corbusier, Oeuvre complete 1938-46, 1955).

Si la lengua cambiara totalmente con cada generación, mucho más de lo realmente necesario, pronto estaríamos en una torre de babel, que es precisamente en lo que se han convertido nuestras ciudades, de la mano de arquitectos que apenas buscan el espectáculo, copiando meramente edificios espectaculares de otras partes, y no recreando nuestras acertadas tipologías, como lo hizo Rogelio Salmona pero de lo que poco se habla. Basta pensar en su reincorporación de los patios a la arquitectura moderna del país, desde la Casa de Huéspedes Ilustres de Colombia, en Cartagena.

Benjamin Barney Caldas

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Mazz es menos

Septiembre 1 – 2012

“La epidemia ornamental se subvenciona con dinero del Estado», nos recuerda Braulio García Jaén que dijo Adolf Loos (Ornamento y delito, 1908), denunciando la relamida estética vienesa que a principios del siglo XX se creyó libre de cualquier obligación funcional (El ego subvencionado, Público es, Madrid 27/03/2011). Lo que es válido hoy en muchas ciudades españolas que “han querido tocar el cielo de la mano de arquitectos estrella”, y olvidando su muy acertada arquitectura moderna anterior han despilfarrando en edificios, mas icónicos que necesarios, buena parte de su bonanza económica pasada. Como los 30 proyectos de que habla Francisco Pardo Téllez.

Atajo al cielo que aquí han imitado en Medellín y que ahora pretenden en Bogotá, e incluso en Cali, se trató de que tuviéramos un “Calatrava”, y se han imitado tontamente sus puentes.

El mejor ejemplo de esta arquitectura espectáculo, que no atiende a razones presupuestarias ni al uso que se le dará a sus edificios, es la de Santiago Calatrava, dice García Jaén, y los sobrecostos se han convertido en su marca. «Un monumento al ego creativo de Mr. Calatrava», dijo The New York Times, refiriéndose a un intercambiador para la Zona Cero.»Cuando se contratan este tipo de obras, cuya vocación es la excelencia icónica y no la excelencia funcional, se entra en un terreno peligroso para el control público», le dijo a Público.es, el crítico Llàtzer Moix. «Tanta empatía ha dado pie a una situación poco menos que inédita: ya no es el cliente el que pide las obras, sino que es el arquitecto el que las propone y aquel, a su vez, las acepta encantado» (Arquitectura idea de que la arquitectura debería ser mas estética, a consta de su ética, dos “Calatravas” han provocado problemas por no pensar en costos y usuarios. A “su” puente Zubizuri han tenido que instalarle una lona para que los peatones no resbalen al pisar las losetas cuando se mojan con la lluvia, y se tuvo que «añadir» una pasarela para facilitar su uso, pero al parecer no se le exigió que solucionara el problema, y Calatrava demandó, siendo el Ayuntamiento condenado a pagarle 30.000 euros, pues “violaba el derecho a la integridad intelectual de su obra”. Y la zona de llegadas de la nueva terminal del aeropuerto, abierta a la calle y a las lluvias de la ciudad, tuvo que ser modificada y cubierta con vidrios, aunque esta vez no demandó.

«Calatrava define unas estructuras tan complejas que luego generan unos problemas difíciles de manejar», explica Joan Olmos, de la Universidad de Valencia (Público.es, Madrid 27/03/2011). Pero «… se han convertido en monumentos…» afirma Manuel Blanco Lage, miembro del jurado que le dio el Premio Nacional de Arquitectura en 2005. En lo que estaría de acuerdo el Jurado que en la última Bienal Colombiana de Arquitectura le dio el Premio y dos Menciones a Mazzanti, pese a que en sus obras es evidente que a mas espectáculo menos arquitectura. Como ya no es fácil financiar monumentos de verdad con el Erario, se •monumentalizan” edificios que no tienen por qué ni para qué serlo, que es lo que el jurado no vio o no quiso ver.

Benjamín Barney Caldas

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