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Molinos de viento

Molinos de viento

Ladran Sancho, señal que cabalgamos.
Atribuido al Quijote

Desde hace varios años vengo combatiendo –como el caballero de la triste figura– mis gigantes –que resultaron ser molinos de viento–, sin derrotar a ninguno. Voy a recordarles los tres más grandes.

El molino más pequeño se llamaba Gustavo Petro. El alcalde inició y terminó su gobierno “chamboneando”, que consistía en hablar primero y pensar después. Afortunadamente, no era como los ríos y las motocicletas, que no tienen reversa, y finalmente la mayoría de los absurdos con los cuales nos amenazó nunca se realizaron. Empezó proponiendo la implantación de colegios en los terrenos destinados para la necesaria Avenida Longitudinal de Occidente (ALO), y la construcción de un tranvía que iría hasta Zipaquirá. Después anunció que cobraría peajes urbanos, en una ciudad sin autopistas urbanas. De pronto se dio cuenta de que en el sector de Cedritos el alcantarillado ya no era suficiente para evacuar las aguas de las nuevas construcciones y suspendió la expedición de licencias de construcción. Meses más tarde, presentó un Plan de Ordenamiento Territorial –POT– que autorizaba construcciones de gran altura – incluso en Cedritos – que el Concejo le rechazó. Entonces sacó de la manga el decreto 562, que permitía prácticamente lo mismo que el POT rechazado. Su programa de Viviendas de Interés Prioritario –VIP– nunca alcanzó las metas prometidas y, para construir parte de las unidades que finalmente hizo, sacrificó el lote de la Hoja, uno de los terrenos más valiosos que tenía Bogotá.

Las voces de alerta y rechazo a sus programas no le hicieron ni cosquillas a este molino. Por fortuna, con el alcalde Petro sucedió lo que sucede con la enfermedad llamada adolescencia: que se cura sola con el tiempo.

Ahora llega Enrique Peñalosa nuevamente a la alcaldía, quien demostró en su mandato anterior ser un buen administrador y un mejor ejecutor, hasta el punto que apareció un grafiti que decía: no queremos obras; queremos promesas. Parece que a Peñalosa le quedó sonando la frase y, en entrevista del periodista Yamid Amat, le soltó un ambicioso programa –como para desarrollarlo en 20 años– con unas súper promesas que incluyen un gran parque en los cerros orientales, el metro elevado, la recuperación del río Bogotá –hasta volverlo navegable– y del río Tunjuelo, y cien mil viviendas de Interés Prioritario repartidas en cinco desarrollos llamados “Ciudad Paz”.

Queríamos promesas pero no tantas. Los bogotanos quedaremos satisfechos con que cumpla el 10% de su programa, y hasta aquí todo bien. Pero lo que no está bien es que quiere construir una de sus “Ciudades Paz” en la reserva Thomas van der Hammen, contra la opinión de expertos y profanos. La reserva, al norte de Bogotá y con un área de 1.400 hectáreas, sirve de unión a los ecosistemas de los cerros orientales con los de la sabana y el río Bogotá. Esperamos que el alcalde recapacite, se lleve la vivienda para otra parte, y respete los terrenos que los ambientalistas consideran irremplazables. Ojalá que Peñalosa –de por sí un gigante– no se convierta en el próximo molino.

El siguiente molino –ese sí un verdadero gigante en el sentido de la palabra– es la torre BD Bacatá, que ya se eleva desafiante en el paisaje urbano de Bogotá. Nuestro ataque a este Goliat comenzó en abril de 2011 cuando apareció profusamente en Bogotá la propaganda de un rascacielos de 66 pisos que, de acuerdo con nuestro leal saber y entender, no había presentado el plan parcial obligatorio; no respetaba ni los aislamientos exigidos ni la altura, ni el índice de construcción resultante de las normas sobre aislamientos; no cumplía con las normas referentes a los medios de evacuación, se presentaban inconsistencias entre la licencia y los planos aprobados, y no se le cobró la plusvalía correspondiente a la mayor edificabilidad.

Además, estaba ubicado en un sitio con una movilidad y una infraestructura de servicios cercana al colapso, y no aportaba a la ciudad ningún espacio público. No conocemos el estudio de movilidad –que se presentó después de expedida la licencia de construcción– pero creemos que la entrada de vehículos propuesta por la calle 20 desde la carrera 7ª, y la salida por la carrera 5, no era suficiente para el nuevo tráfico generado por el edificio; mucho menos ahora que Petro peatonalizó la carrera 7ª. Arquitectónicamente, el proyecto se destacaba por su mezquindad en los espacios, algunos de ellos inoperantes como un hall de ascensores de un 1,50 metros de profundidad, una entrada y salida de 6 metros de ancho para 700 estacionamientos, y un área de descargue en el sótano donde no cabían los camiones. No sabemos si se corrigió alguno de estos errores imperdonables.

Creímos que el edificio representaba un golpe bajo para Bogotá y una cachetada al desarrollo del centro, y solicitamos la revocatoria de la Licencia de Construcción. La respuesta de la Secretaría Distrital de Planeación, contenida en la Resolución Nª 11-86 de septiembre 25 de 2012, fue contundente: Los asuntos de tipo estructural, normativo y volumétrico aprobados mediante la Licencia de Construcción Nª LC 11-4-0303 del 2 de marzo del 2011, que no fueron objeto de modificación, no pueden ser motivo de estudio o pronunciamiento en esta oportunidad, por tratarse de un Acto Administrativo que se encuentra plenamente ejecutoriado. Y remataba con una frasecita demoledora: con ella queda agotada la vía gubernativa. Total: otro molino que nos derrota. Lo más grave, sin embargo, está todavía por venir. Se dice que hay más de 350 licencias otorgadas con base en el decreto 562 donde no se sabe cuántos gigantes como el BD Bacatá estarán agazapados. Por lo pronto, se anuncia un monstruo de 90 pisos a una cuadra del rascacielos mencionado: el proyecto Entre Calles. Dios y Peñalosa libren al centro de semejante desastre.

Derrotados y con el rabo entre las piernas, nos enfocamos en Medellín –segunda ciudad del país– para combatir un molino asesino: los responsables del colapso de la torre 6 del conjunto Space, ocurrido el 12 de octubre del 2013. Según el estudio de la Universidad de los Andes, los cálculos –criminales, agrego yo– no cumplían con las normas, al igual que los de otros conjuntos: Continental Towers, Asensi, Mantuá, Colores de Calasania, Punta Luna y Acuarela Norte, calculados por el mismo ingeniero.

El año pasado escribí un test dirigido a mis colegas paisas, con 12 preguntas sobre el caso Space. Solamente recibí una respuesta a una de las preguntas, enviada por Germán Téllez, que tiene de antioqueño lo que yo tengo de esquimal. Publico el vínculo de las preguntas, con la esperanza de que haya al menos un arquitecto antioqueño que lea Torre de Babel, comparta nuestra indignación y nos cuente si finalmente se hizo justicia: Test para constructores antioqueños.

Los promotores ambiciosos a quienes no les importa la ciudad, y los ingenieros inescrupulosos a quienes no les importa la vida humana, siguen cabalgando. Pero no hay nadie que les ladre.

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Tres modelos de ciudad

Junio 11, 2013

JANE JACOBS

NUEVA YORK 1961. – Publicación de “MUERTE Y VIDA DE LAS GRANDES CIUDADES AMERICANAS” de Jane Jacobs, urbanista orgullosamente autodidacta – solo tomó un curso de extensión universitaria en la Universidad de Columbia –, quien basó sus conocimientos en la observación de la vida de su barrio, Greenwich Village en Nueva York. Sostenía que la presencia en la calle era la esencia de la vida y la seguridad urbanas, y que las ciudades eran mejores para el medio ambiente que los barrios residenciales periféricos arborizados. Se opuso a los proyectos inmobiliarios a grande escala, y fue partidaria de la diversidad de usos en edificios de poca altura donde los habitantes pudieran controlar visualmente las calles, garantizando en esta forma una mayor seguridad. Para generar suficiente tráfico callejero, y la aparición de restaurantes y comercios estimulantes, recomendaba una densidad mínima de 250 viviendas por hectárea. Fue considerada la gran gurú del urbanismo durante 50 años y sus teorías tuvieron una amplia aceptación, hasta que en 2011 apareció Edward Glaeser, su contradictor.

EDWARD GLAESER

BOSTON 2011.- Publicación de “EL TRIUNFO DE LAS CIUDADES” de Edward Glaeser, profesor de economía de Harvard. Opina que Jacobs, por vivir y observar barrios de edificios bajos, no conoció suficientemente la vida de barrios de edificios altos: ej. Manhattan, donde él creció. Es partidario de subir las densidades con torres pues aumentar la oferta inmobiliaria, hace bajar los precios. Segun Glaeser, mantener los edificios bajos como propone Jacobs, no permite el acceso de los menos ricos. ”Restringir la oferta en cualquier parte dificulta que la ciudad pueda satisfacer la demanda, lo que hace que los precios aumenten en todas partes”. “El coste que conlleva limitar la construcción es que las áreas protegidas se hacen más caras y más excluyentes “. “Limitar la construcción de edificios de gran altura no es una garantía de que un barrio vaya a ser interesante y heterogéneo, pero si garantiza en cambio que los precios sean elevados”.
Acepta la construcción de rascacielos, pero reconoce que “los precios aumentan en forma sustancial en los edificios ultra altos, digamos de más de 50 plantas”. “Las relucientes torres de nuestras ciudades son un indicio de la grandeza de que es capaz el género humano, pero también de nuestra arrogancia y presunción”. Opina que “Hay quienes prefieren edificios bajos, y otros edificios altos. La ciudad debe ofrecer las dos posibilidades”. Glaeser reconoce que los terrenos para la construcción de rascacielos tienen que tener solucionados los sistemas de transporte, tanto público masivo como privado, pero no menciona la nueva área de parque necesaria para mantener una proporción adecuada de espacio público por habitante. Finalmente acepta que “Por Por desgracia, no existe ninguna forma sencilla de equilibrar los beneficios de ofrecer un espacio más deseable con el deseo de conservar un casco antiguo bonito.”

GUSTAVO PETRO

BOGOTA 2013. –Radicación en el Consejo de Bogotá del Proyecto de Acuerdo por el cual se modifican excepcionalmente las normas urbanísticas del Plan de Ordenamiento Territorial –POT – , presentado por el alcalde Gustavo Petro. Algunas de las propuestas del proyecto:
Unificación de normas, asumiendo igualdad de características, vocación y accesibilidad en el Centro Ampliado, desconociendo las Unidades de Planeamiento Zonal existentes que reconocen la diversidad de sectores, y conservan la morfología y el uso de los barrios.
Densificación de una buena parte del Centro Ampliado con base en torres de altura libre (Glaeser) pero sin solución de accesibilidad en transporte privado y público masivo, y con retrocesos escalonados de las torres, siguiendo la ordenanza de Nueva york de 1916. Las cargas urbanísticas exigidas impiden el abaratamiento de los costos que permitiría el acceso de los más pobres al centro ampliado (Glaeser).
Mezcla de usos (Jacobs) pero en forma indiscriminada y sin un plan ordenador.
Desestimulo al uso del automóvil particular- recomendando no construir estacionamientos – sin contar con un plan eficiente de transporte público integrado que lo remplace.
Ubicación de espacio público y equipamientos a juicio de los desarrolladores, sin un programa previamente establecido.
Normas que favorecen el desarrollo del Centro Ampliado, dejando la periferia a la mano de Dios.

El peor de los mundos posibles es el modelo de Petro. Y mientras discutimos la aprobación de un desastre anunciado, Bogotá sigue creciendo desordenadamente al ritmo impuesto por promotores y constructores. En el norte de la ciudad se están demoliendo edificios de cinco pisos para remplazarlos por otros que doblan su altura. Y en consecuencia el doble de habitantes, con el doble de automóviles, tratará de circular por las mismas vías destrozadas y cada vez más saturadas. Somos espectadores impávidos del desarrollo de un modelo de ciudad que desconocemos. Es hora de definir el modelo de ciudad que queremos. Y actuar en consecuencia para tratar de hacerlo realidad.

WIlly Drews

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POT Bogotá: Urbanismo sin dimensión humana

 

Gustavo Petro planteó en su campaña una Bogotá ecológica, en consecuencia con esta idea la propuesta del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial, contempla una ciudad densa, que protege su territorio natural, al tiempo que disminuye considerablemente las cargas que el transporte impone  sobre la naturaleza y aumenta el tiempo libre y la productividad de sus habitantes

Los ingredientes tradicionales en los POT han sido tres: Edificación, Movilidad y Espacio Publico. Ahora se añade un ingrediente descuidado en los anteriores: el Cambio Climático, el cual, de forma muy detallada ocupa una buena parte del documento, dejando de lado, sin sumar, el mayor logro de los anteriores POT, aspecto en el que Bogotá ha logrado reconocimiento mundial: el espacio publico, para muchos, el ingrediente más importante del POT, ya que es el crisol de la comunidad, el único lugar donde se «homogeneizan» las diferencias de clase y donde se construye el ciudadano igualitario. Una ciudad densa, sin espacio público de calidad, genera una ciudad sin vida comunitaria.

Era de esperar que una alcaldía progresista propondría un urbanismo ecológico y con dimensión humana. Por el contrario, al tema del espacio público se le dedican pocas páginas y a manera de cuadro informativo de la situación actual; sin embargo, es alarmante es que la creación y forma del espacio público no será el resultado de utilizar formas urbanas tradicionales, utilizadas desde hace milenios, que han sido pieza fundamental en la generación de civilizaciones, como son calles, plazas y parques.

En este POT, la creación de espacio libre recae en los aislamientos que se exijan al constructor a cambio de una altura mayor o densidad de construcción, cuyo resultado formal serán espacios residuales, inútiles para la reunión ciudadana, los cuales van a terminar siendo apropiados por los particulares o convertidos en muladares.

Se entiende por Espacio Público el lugar donde cualquier ciudadano tiene el derecho de estar y circular, ya que es propiedad pública- y que el Estado está en la obligación de proveer-opuesto al espacio privado, donde el acceso es restringido.

Los términos  de antejardín, cesión, aislamiento, retroceso,  no constituyen espacio publico, son simplemente distancias que se establecen entre edificios y vías,  su uso es claramente privado, ya que está claramente establecida la posibilidad de hacerles un cerramiento.

Paradójicamente, estos nombres  de  espacios abiertos provienen justamente del modelo urbano que el POT pretende acabar:  el suburbio de expansión descontrolada.

Ante la ausencia de un planteamiento general de estructura y dotación del Espacio Público, queda el espacio libre para el ciudadano en manos del más prosaico de los instrumentos de planeación: el aislamiento, consistente en los retrocesos que hacen los constructores a cambio de altura y densidad, como lo son los antejardines y las “cesiones”, restos informales dejados por la operación inmobiliaria: es esta una concepción en extremo neoliberal de ciudad, tanto que haciendo paráfrasis de la famosa cita de Schopenhauer “La arquitectura es una música congelada”, se podría decir que es «neoliberalismo Petrificado», valga la mayúscula, sorprendentemente hecho por una alcaldía que se supone progresista.

Aunque se plantean reservas ambientales en la periferia, como son las de Los Cerros orientales, el sistema hídrico del Rio Bogotá y las del Norte y Sur,  y que en la periferia de baja densidad se plantean algunos espacios públicos y parques, precisamente en el área central de la ciudad, donde se permite edificación de gran altura y estará densamente poblada, es notoria la ausencia de espacio público formal.

Y justamente aquí, donde  se plantea la renovación urbana, es donde se torna más preocupante la propuesta, ya que  la herramienta fundamental probada en urbes que han tenido renovación urbana exitosa, ha sido el hacer más atractivo el centro que el suburbio periférico, mediante la creación de espacio publico; aquí  sucede todo lo contrario, simulaciones que expertos urbanistas han hecho, muestran que el área libre  (privada y publica) por ciudadano en proyectos alta densidad con el POT actual es de 4,0 m2 por ciudadano, al aplicar las normas del nuevo  POT, en las zonas de renovación de alta densidad, este bajaría a un escalofriante 1,3 m2 por habitante.

Paradójicamente, se suele ubicar al ex alcalde Enrique Peñalosa en el otro espectro político,  cuya política de espacio publico inclusivo, ante este POT, aparece como extremadamente progresista.

Este es un POT que no construye sobre lo construido, y hace tabula rasa no solamente  en el tema del espacio público, tema del que este articulo se centra, sino en el otro ingrediente ligado: la edificación, cambiando radicalmente  la forma en que la ciudad ha crecido en las últimas décadas.

Las demás urbes del planeta no hacen planes donde se “patea el tablero” como en este, sino que cuidadosamente se detectan las tendencias tanto malignas como benignas del desarrollo urbano  y se van haciendo pequeños y cuidadosos ajustes a las normas que aseguren un desarrollo continuo en la  mejora en la calidad de vida de sus habitantes.

Aparentemente todo esto surge que quienes están detrás de la articulación del POT en Planeación Distrital,  han optado por una volumetría a lo “New York” de los años cincuenta, con edificios escalonados en altura, y se han inspirado en una normativa de aislamientos del año 1961,  la cual fue abandonada  ante los gravísimos  problemas ocasionados en la conformación del espacio publico en NY, muestra de esto han quedado los conocidos “alleys” , callejones que en toda película de acción que se respete, matan a alguien.

Steven Holl ha construido el Shenzhen un edificio denominado “Horizontal Skyscraper”, ya que tiene el mismo largo que la altura del Empire State, demostrando de manera pragmática  como con edificios bajos horizontales se puede lograr  densidades iguales a los verticales, pero con una grandísima diferencia: prácticamente toda el área del lote es restituida como espacio publico en el primer piso y en cubierta, con  una calidad de vida, dada la proximidad a lo verde,  que no es comparable  a los tugurios verticales que proliferan en China y países en expansión económica.

 

El espacio público no puede ser el resultado aleatorio del mercado inmobiliario; debe ser planeado acorde a una ciudad que cuadruplicará su densidad de población por metro cuadrado, Es patente  la ausencia de  un equipo de urbanistas  y arquitectos de gran experiencia y prestigio en la formulación de este POT , todavía estamos a tiempo de hacer que los saludables principios sobre los cuales se basa, sean articulados y diseñados  por un equipo de urbanismo de gran calado, como se merece una urbe de este tamaño y complejidad.

 

 

Guillermo Fischer

 

Nota: una version «editada» apareció en el periódico El Espectador del día 12 de mayo del 2013

 

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La Ciudad Equivocada

Así – dice alguien – se confirma la hipótesis que cada hombre lleva en la mente una ciudad hecha solo de diferencias, una ciudad sin figuras y sin forma, y las ciudades particulares la rellenan.

Italo Calvino – Las ciudades invisibles

El POT – Plan de Ordenamiento Territorial-  es un instrumento conformado por un conjunto de normas que pretenden ordenar el territorio y definir la forma física y el funcionamiento de una ciudad, cuyo modelo se ha establecido previamente. Tiene una vigencia de doce años, durante los cuales no puede sufrir reformas fundamentales, y solo cada tres años puede ser revisado para hacer ajustes que no modifiquen su esencia. Esto intenta garantizar que se cumpla como una política de estado a largo plazo, blindada contra los usuales intentos de mutilación y retroceso con cada cambio de alcalde.

El POT vigente para Bogotá, elaborado por Enrique Peñalosa en el año 2002, planteaba un modelo de ciudad que preveía el crecimiento por expansión y por renovación urbana. Intereses políticos han dificultado su ejecución. De las diez Operaciones Estratégicas establecidas en 2004, solamente dos se desarrollaron parcialmente. En este momento la administración Petro – con un esfuerzo encomiable de la Secretaría de Planeación –  adelanta un proyecto de actualización del POT, para presentarlo a consideración del Concejo. La reforma propuesta – prácticamente un nuevo POT -es estructural, pues parte de un modelo diferente de ciudad que, para mí, es equivocado. Las normas propuestas – al momento de escribir este texto-, llenas de buenas intenciones,  me parecen igualmente equivocadas.

El nuevo modelo de ciudad propone densificar el llamado Centro Ampliado desestimulando el desarrollo de la periferia, con el pretexto de disminuir recorridos vehiculares. Sin embargo, el gran tamaño del Centro Ampliado implica necesariamente recorridos internos, y la acumulación de los servicios en esta área, genera más desplazamientos de la periferia al centro por una malla vial que ya está colapsada. Una de las justificaciones para la densificación del centro es que en este sector los metros cuadrados de vías por habitante, son mayores que en la periferia. Lo que no se tuvo en cuenta es que el estudio se hizo con la población residente – los que duermen allí, cuando efectivamente las vías están desocupadas – y no la población flotante que en el día se calcula en un millón y medio, y satura vías y andenes del centro tradicional.

Con el pretexto de simplificar los trámites, – una buena intención – se establecen solo dos tipos de áreas en este Centro con 12 y 25 pisos de altura en promedio. La altura de los edificios en el Centro Ampliado es regulada mediante el mecanismo de exigir cargas urbanísticas proporcionales a la Edificabilidad Máxima – en espacio público, equipamientos o vías – en el mismo proyecto, mediante traslado, o pago en dinero. El desarrollador puede escoger  cualquiera de estas opciones, lo cual quiere decir que la forma de la ciudad y su funcionamiento, serán definidos por los desarrolladores.

Las nuevas normas remplazan las de las Unidades de Planeamiento Zonal – UPZ – que rigen actualmente el desarrollo de cada sector de acuerdo con sus características. Las necesidades y posibilidades de densificación no son las mismas en los distintos barrios del Centro Ampliado y esta generalización de normas dejará en muchos casos la aplicación del POT al criterio y la interpretación de los Curadores, lo cual  – caso rascacielos BD Bacatá – ya se vio que es funesto.

Para reducir el uso del automóvil particular,  – otra buena intención – se incentiva la construcción de edificios sin estacionamientos, que equivale a solucionar la infidelidad vendiendo el sofá. El mínimo exigido actualmente se cambia por un máximo permitido. Si se requiere aumentar el área de estacionamientos, hay que disminuir la misma área en vivienda.  Antes de diez años no se tendrá un sistema de transporte público masivo eficiente – metro – , y entretanto el automóvil particular seguirá siendo un mal necesario. Y a falta de garajes, ocupará vías y andenes.

Se propone mezclar los usos en la nueva ciudad – nuevamente una buena intención – pero no por zonas, barrios, manzanas o calles,- como era de esperarse – sino obligando, lote por lote en cada proyecto de más de 10.000 M2 de área construida, a destinar un mínimo del 35 % del área a vivienda. Por ejemplo, un parque industrial o un matadero con veinte mil metros de área construida, tendría que incluir 700 aptos de 100 M2. independientemente de si el sector es apto ó no para vivienda, o si el costo del suelo lo permite.

Se establece una Edificabilidad Básica de 1 (índice de construcción 1), y una Edificabilidad Máxima variable según el sector. La diferencia entre las dos se llama Edificabilidad  Condicionada, y sobre esta área se tiene que desarrollar Vivienda de Interés Prioritario – VIP – equivalente como mínimo al 20% del área construida, en el mismo proyecto, en otros predios, o pagar al fondo que se establezca. Esto equivale a un impuesto disfrazado que eleva fuertemente los costos y hace inviable la vivienda para estratos 2 y 3.

Un ejercicio consistente en comparar un edificio real de oficinas, construido con las normas vigentes, y un edificio de la misma área construido con las normas propuestas, demostró que este último sería inviable. En esta forma se desestimularía la necesaria participación del capital privado, y se paralizaría la construcción con el consiguiente desempleo.

Un modelo de ciudad deseada es aquel que permita el desarrollo equilibrado de centro y periferia, que descentralice servicios y espacios públicos a las localidades para que cada comunidad vea satisfechas sus necesidades en un radio de acción reducido, disminuyendo – en esta forma si – la necesidad de desplazamiento vehicular; que adelante simultáneamente y en forma ordenada el proceso de densificación y la necesaria adecuación de la infraestructura vial y de servicios públicos, y estimule la inversión en los usos y servicios que la ciudad requiere.

Si el Concejo aprueba el POT como está propuesto,  estaremos condenados a  sobrevivir en una ciudad equivocada e inviable, y a convivir eternamente con los huecos.

Willy Drews
 Sin título

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¡INDIGNAOS!

Noviembre 29 – 2012

“Desafortunadamente, la historia da pocos ejemplos de pueblos que saquen lecciones de su propia historia.”

Stephane Hessel

En su libro “Indignaos” comenta Stephane Hessel que el motivo fundamental de la Resistencia Francesa fue la indignación. Afirma que “Cuando algo te indigna como a mí me indignó el nazismo, te conviertes en alguien militante, fuerte y comprometido.”  Y concluye: “A los jóvenes, les digo: mirad a vuestro alrededor, encontrareis los hechos que justifiquen vuestra indignación.”

Los  bogotanos no tienen que mirar muy lejos: con ojear los principales medios escritos, descubrirán la imagen de un rascacielos  que se anuncia como el  “proyecto inmobiliario más importante del país”: la torre BD Bacatá. Y si se informan de qué se trata, encontrarán seguramente un motivo que justifique su indignación. Y si además se enteran de las medidas que el gobierno de Petro anuncia, – y si Dios quiere después se arrepiente –  encontrarán más motivos.

Recuerdo de mi primera indignación.

En abril de 2011 aparece profusamente en Bogotá la propaganda de un rascacielos de 66 pisos – la torre BD. Bacatá – en la calle 19 con carrera 5, sitio con una movilidad y una infraestructura de servicios ya cercanas al colapso. Revisando las normas encontramos que, en contra de lo estipulado en ellas – y según mi buen saber y entender -, no se hizo plan parcial, no se cumplió con los aislamientos, no se cumplió con el titulo K de la norma NSR 98 referente a los medios de evacuación, y no se pagó impuesto de plusvalía. Aprovechando una solicitud de reforma de licencia, interpuse entonces un Recurso de Reposición ante la Curaduría 4 solicitando la revocatoria de la Licencia de Construcción. La curaduría resolvió “No reponer la modificación del acto administrativo MLC 11-4-0303 de 10 de mayo de 2012,” por lo cual interpuse un Recurso Subsidiario de Apelación ante la Secretaría Distrital de Planeación.

La respuesta de la SDP, contenida en la Resolución Nª 11-86 de septiembre 25 de 2012 fue contundente: “Los asuntos de tipo estructural, normativo y volumétrico aprobados mediante la Licencia de Construcción Nª LC 11-4-0303 del 2 de marzo del 2011, que no fueron objeto de modificación, no pueden ser motivo de estudio o pronunciamiento en esta oportunidad, por tratarse de un Acto Administrativo que se encuentra plenamente ejecutoriado” (subrayado mío). Y al final de la Resolución una frasecita demoledora:”con ella queda agotada la vía gubernativa.”

Esto quiere decir que si Petro vende o regala a un promotor inescrupuloso el Palacio Lievano, (lo cual es posible; ver más adelante el caso del lote de la Plaza de la Hoja)  y este consigue en forma “non sancta” con un Curador venal una licencia para instalar allí un burdel, esta licencia se convierte en un “Acto Administrativo plenamente ejecutoriado” contra el cual no se puede hacer nada, y el promotor podría sacar a sombrerazos a los funcionarios de la Administración Distrital. Que, pensándolo bien, no estaría mal.

Hasta aquí llegó el intento de que un proyecto invasivo y deteriorante cumpliera al menos con las normas, disminuyera así su impacto negativo sobre la zona y no sentara un precedente funesto para el centro de la ciudad. Tocó tragarnos ese sapo, y los que vienen. Ya se habla de otro rascacielos – Proyecto B- en el Centro Internacional, y una torre de 90 pisos- Proyecto Entre Calles – en la calle 19 con carrera 7. Y seguirán más…

¿Ya hay algún indignado?

Ahora mi segunda indignación.

Petro inició su programa de gobierno “Chamboneando”, que consiste en hablar primero y pensar después (columna “El evangelio según San Petro” Arcadia 77) con el tema de la movilidad. Lo primero que propuso fue destinar los terrenos reservados para la Avenida Longitudinal de Occidente (ALO) a la construcción de colegios, y remplazarla por un tranvía que iría – haciendo tilín tilín – hasta Zipaquirá. Mientras tanto el tráfico en la ciudad es cada vez peor y los huecos se convierten en troneras. Lo único que se mueve es el proyecto del Metro que ha pasado varias veces de pesado a liviano, y se ha trasteado de la Avenida Caracas a la NQS, y  de esta a la carrera Séptima. Finalmente no sabemos si por la séptima pasará el metro pesado, el liviano, el Transmilenio pesado, el liviano o – la última propuesta – el simpático e ineficiente  tranvía que parece que ya no llega a Zipaquirá. Después anunció que cobraría peajes urbanos, en una ciudad donde no hay autopistas urbanas.

¿Hay mas indignados?

Y viene mi tercera indignación.

En este caso el  tema fue el agua. Un día decidió Petro no venderle mas a los municipios de la sabana el agua proveniente de los mismos municipios, ni a los nuevos edificios del sector Cedritos – un pedazo considerable del norte de Bogotá – pues después de años de densificar la ciudad se acaban de dar cuenta de que el alcantarillado es insuficiente y no permite su evacuación. A nadie se le ocurrió que si permitían más viviendas tenían que ampliar simultáneamente la infraestructura de servicios públicos.

¿Ahora si hay bastantes indignados?

Sigue la cuarta y última…por ahora!

La cuarta indignación tiene que ver con la Vivienda de Interés Prioritario VIP. De acuerdo con la resolución 1099 de 2012, los propietarios de 1185 lotes tienen que  desarrollarlos antes de un año, so pena de ser expropiados para VIP. Cuántos son aptos para este fin es una incógnita, y con que plata se van a pagar es la otra. Quien decida desarrollar su predio – según acuerdo 489 de 2012, por reglamentar – debe construir, durante el primer año, viviendas VIP por valor del 20% del lote, o cancelar dicho valor. El segundo año, el impuesto es del 30%. Es fácil deducir que este mayor valor lo pagarán finalmente los pobres compradores de vivienda, no los promotores que, como Jalisco, nunca pierden.

El ministro Vargas Lleras se inventó, como abrebocas populista de su futura campaña presidencial, su programa de cien mil VIP regaladas, y Petro entusiasmado le ofreció ocho lotes para construir 4101 casas , uno de los cuales es el lote de la Plaza de la Hoja.

Para quienes no lo conocen, el lote en mención tiene una cabida de 3.7 hectáreas, y está ubicado en la calle 19 y la avenida NQS .Es uno de los más costosos de propiedad del Distrito y estaba destinado al Centro Administrativo Distrital. Una casa VIP en otro sitio de la ciudad, vale treinta y nueve millones de pesos. El solo lote para cada casa, en el Lote de la Hoja saldría costando alrededor de trescientos millones!!

Regalar este lote es un ataque directo al patrimonio de Bogotá, y posiblemente un peculado o un detrimento patrimonial.

¿A alguien más le indigna que se dilapide el patrimonio de la ciudad, con fines electoreros?

Los bogotanos tienen motivos de sobra para ir más allá de la indignación! Para quienes no entendieron el mensaje de Hessel, se los traduzco a colombiano: EMBERRACAOS!!

Willy Drews

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Evacuar las aguas y el MES DE LA MADRE

Mayo 26 – 2012

¿Sabía Usted que en este momento no se puede construir en una buena tajada del norte de Bogotá? Aunque la carta de Hugo Germán Guanumen Pacheco a Claudia Marcela López Londoño se explica por sí sola, me permito resaltar algunos puntos, esperando que muchos otros se unan a mí en esta celebración tardía del Día de la Madre.

En la primera página se informa que “Los constructores y Urbanizadores tienen derecho al desarrollo de sus proyectos urbanísticos sin mediar concepto previo de capacidad instalada en la estructura de servicios públicos….sin embargo es responsabilidad de la EAAB-ESP informar que no es viable técnicamente la prestación servicios (sic) públicos domiciliarios de acueducto y alcantarillado …para el polígono definido entre la carrera séptima y la autopista norte entre la calle 116 y la calle 153.” En otras palabras, que sin un concepto previo, las Curadurías expiden las nuevas licencias; y solamente cuando solicite los servicios, Usted se entera de que, aunque tenga licencia, no puede construir pues no le conectan los servicios Públicos de Acueducto y Alcantarillado.

La segunda página se inicia con un párrafo más drástico: “La EAAB-ESP no cuenta en la actualidad con la capacidad instalada suficiente para recoger, transportar y disponer las aguas residuales de la población futura del sector Cedritos, según lo establece el Pot vigente.” Y más adelante concluye: “Los proyectos urbanísticos de redensificación urbana que superen ampliamente la población, el número de viviendas habitacionales (sic – ¿existen viviendas no habitacionales?) y/o los caudales de aguas residuales actuales, deberán presentar soluciones alternativas para el manejo del caudal de agua residual que exceda la capacidad actual.” Puesto que en este momento no existe la capacidad instalada, cualquier construcción supera los caudales actuales, y por lo tanto sus aguas servidas no pueden ser evacuadas. Pero no se preocupe. Usted tiene la opción de recoger, transportar y disponer por su cuenta las aguas servidas…hasta el rio Bogotá! El proceso con las aguas lluvias, es similar.

Desde hace medio siglo, todos los Planes de Desarrollo de Bogotá parten de la sana premisa que no se puede seguir invadiendo la sabana, y por lo tanto el crecimiento de la ciudad debe hacerse por densificación del área urbana. En consecuencia, se establecen normas que permiten una mayor altura y densidad, y lógicamente, un aumento de población que exige una mayor capacidad de los servicios. ¿No se les ha ocurrido a planificadores y administradores, que dicho servicios deberían crecer proporcionalmente? ¿No le estará pasando lo mismo al resto de la ciudad que se ha densificado? ¿Y si la ciudad no se puede extender ni se puede densificar, cual es la fórmula mágica para su crecimiento?

Si bien el día exacto ya pasó, el mes de mayo sigue siendo el Mes de la Madre. De modo que aprovechando estos últimos días, no olvidemos recordar a los planificadores que diseñan y reglamentan irresponsablemente el caos. Y a los administradores que lo aplican.

WILLY DREWS

 

 

 

 

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