Tres modelos de ciudad

Por: Willy Drews

En: crítica - mi ciudad - teoría - urbana -

Junio 11, 2013

JANE JACOBS

NUEVA YORK 1961. – Publicación de “MUERTE Y VIDA DE LAS GRANDES CIUDADES AMERICANAS” de Jane Jacobs, urbanista orgullosamente autodidacta – solo tomó un curso de extensión universitaria en la Universidad de Columbia –, quien basó sus conocimientos en la observación de la vida de su barrio, Greenwich Village en Nueva York. Sostenía que la presencia en la calle era la esencia de la vida y la seguridad urbanas, y que las ciudades eran mejores para el medio ambiente que los barrios residenciales periféricos arborizados. Se opuso a los proyectos inmobiliarios a grande escala, y fue partidaria de la diversidad de usos en edificios de poca altura donde los habitantes pudieran controlar visualmente las calles, garantizando en esta forma una mayor seguridad. Para generar suficiente tráfico callejero, y la aparición de restaurantes y comercios estimulantes, recomendaba una densidad mínima de 250 viviendas por hectárea. Fue considerada la gran gurú del urbanismo durante 50 años y sus teorías tuvieron una amplia aceptación, hasta que en 2011 apareció Edward Glaeser, su contradictor.

EDWARD GLAESER

BOSTON 2011.- Publicación de “EL TRIUNFO DE LAS CIUDADES” de Edward Glaeser, profesor de economía de Harvard. Opina que Jacobs, por vivir y observar barrios de edificios bajos, no conoció suficientemente la vida de barrios de edificios altos: ej. Manhattan, donde él creció. Es partidario de subir las densidades con torres pues aumentar la oferta inmobiliaria, hace bajar los precios. Segun Glaeser, mantener los edificios bajos como propone Jacobs, no permite el acceso de los menos ricos. ”Restringir la oferta en cualquier parte dificulta que la ciudad pueda satisfacer la demanda, lo que hace que los precios aumenten en todas partes”. “El coste que conlleva limitar la construcción es que las áreas protegidas se hacen más caras y más excluyentes “. “Limitar la construcción de edificios de gran altura no es una garantía de que un barrio vaya a ser interesante y heterogéneo, pero si garantiza en cambio que los precios sean elevados”.
Acepta la construcción de rascacielos, pero reconoce que “los precios aumentan en forma sustancial en los edificios ultra altos, digamos de más de 50 plantas”. “Las relucientes torres de nuestras ciudades son un indicio de la grandeza de que es capaz el género humano, pero también de nuestra arrogancia y presunción”. Opina que “Hay quienes prefieren edificios bajos, y otros edificios altos. La ciudad debe ofrecer las dos posibilidades”. Glaeser reconoce que los terrenos para la construcción de rascacielos tienen que tener solucionados los sistemas de transporte, tanto público masivo como privado, pero no menciona la nueva área de parque necesaria para mantener una proporción adecuada de espacio público por habitante. Finalmente acepta que “Por Por desgracia, no existe ninguna forma sencilla de equilibrar los beneficios de ofrecer un espacio más deseable con el deseo de conservar un casco antiguo bonito.”

GUSTAVO PETRO

BOGOTA 2013. –Radicación en el Consejo de Bogotá del Proyecto de Acuerdo por el cual se modifican excepcionalmente las normas urbanísticas del Plan de Ordenamiento Territorial –POT – , presentado por el alcalde Gustavo Petro. Algunas de las propuestas del proyecto:
Unificación de normas, asumiendo igualdad de características, vocación y accesibilidad en el Centro Ampliado, desconociendo las Unidades de Planeamiento Zonal existentes que reconocen la diversidad de sectores, y conservan la morfología y el uso de los barrios.
Densificación de una buena parte del Centro Ampliado con base en torres de altura libre (Glaeser) pero sin solución de accesibilidad en transporte privado y público masivo, y con retrocesos escalonados de las torres, siguiendo la ordenanza de Nueva york de 1916. Las cargas urbanísticas exigidas impiden el abaratamiento de los costos que permitiría el acceso de los más pobres al centro ampliado (Glaeser).
Mezcla de usos (Jacobs) pero en forma indiscriminada y sin un plan ordenador.
Desestimulo al uso del automóvil particular- recomendando no construir estacionamientos – sin contar con un plan eficiente de transporte público integrado que lo remplace.
Ubicación de espacio público y equipamientos a juicio de los desarrolladores, sin un programa previamente establecido.
Normas que favorecen el desarrollo del Centro Ampliado, dejando la periferia a la mano de Dios.

El peor de los mundos posibles es el modelo de Petro. Y mientras discutimos la aprobación de un desastre anunciado, Bogotá sigue creciendo desordenadamente al ritmo impuesto por promotores y constructores. En el norte de la ciudad se están demoliendo edificios de cinco pisos para remplazarlos por otros que doblan su altura. Y en consecuencia el doble de habitantes, con el doble de automóviles, tratará de circular por las mismas vías destrozadas y cada vez más saturadas. Somos espectadores impávidos del desarrollo de un modelo de ciudad que desconocemos. Es hora de definir el modelo de ciudad que queremos. Y actuar en consecuencia para tratar de hacerlo realidad.

WIlly Drews

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Un pensamiento en “Tres modelos de ciudad

  1. Juan Luis Rodriguez

    Estoy de acuerdo con que el proyecto del “centro expandido” para Bogotá es una idea medias porque deja de lado la mayor parte de la misma. También estoy de acuerdo con la invitación de Willy: “Es hora de definir el modelo de ciudad que queremos. Y actuar en consecuencia para tratar de hacerlo realidad.” Entre tanto, añado dos modelos para Bogotá: el de la Cámara Colombiana de la Construcción y el de la constructora Pedro Gómez.

    El Modelo Camacol concibe la ciudad como un tablero de Monopolio lleno de lotes vacíos o por vaciar, donde al sobrante de cada operación individual se le da el eufemístico nombre de espacio público. Se trata de un sistema en el que los abogados son tan importantes como los banqueros y los curadores urbanos, en el que ninguno entiende la diferencia entre un urbanista y un urbanizador, y en el que todos responden a una máxima según la cual el centímetro cuadrado de lote vale oro, mientras todo lo que no sea vendible es un desperdicio o un academicismo.

    El otro modelo, el Pedro Gómez, depende de su propia versión siglo XXI del ideal suburbano de la Ciudad Jardín del siglo XIX, considerando que el paraíso está en una “ciudad” compuesta por conjuntos cerrados de veinte hectáreas en adelante, con una única entrada y a una cómoda distancia vehicular de un centro comercial. En este caso, el “espacio público” es un concepto obsoleto, tal como lo han “demostrado” los grandes teóricos internacionales de lo contemporáneo, para quienes es evidente que el “nuevo espacio público” está en los centros comerciales, que son precisamente lo que la gente quiere.

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