Archivo por meses: febrero 2015

Transmilenio ciclista peatón

Movilidad y compatibilidad

Peatón 1: ¿Usted cómo hizo para cruzar la calle?

Peatón 2: Yo nací de este lado

Según la Organización Mundial de la Salud, en el mundo mueren anualmente en accidentes de tránsito 1.3 millones de personas. Una de las principales causas de muerte, y uno de los problemas más difícil de resolver en la movilidad urbana, es el de la incompatibilidad de los diferentes medios de transporte, es decir, la inconveniencia de compartir un mismo espacio o carril. Intuitivamente entendemos el problema pero normalmente no lo evaluamos en forma cuantitativa.

Dos medios de transporte son incompatibles por alguna de estas tres razones: por una diferencia grande en velocidad, por una diferencia grande en energía cinética, o por una diferencia grande en vulnerabilidad.

La energía cinética, repasando el bachillerato, es aquella que posee un cuerpo debido a su movimiento y que en caso de colisión es transmitida al otro cuerpo. Para calcularla utilizaremos la conocida formula E = ½ M V2, atribuida a Einstein, aunque algunos aseguran que ya Leibniz en el siglo XVII y Bernoulli en el XVIII la habían planteado –donde M es la masa del objeto y V2 su velocidad al cuadrado–. Esta fórmula es aplicable a velocidades por debajo de la de la luz, que es nuestro caso, aunque algunos buses y motos nos hagan dudar.

Asumiendo que el transporte masivo tiene por necesidad su espacio independiente, analizaremos cinco medios de transporte, desde el bus urbano hasta el menospreciado peatón, pasando por el automóvil, la motocicleta y la bicicleta, estimando para cada uno de ellos un peso, una velocidad y una vulnerabilidad, como aparecen en la tabla adjunta que resume los resultados del análisis.

movilidad

Partiendo del supuesto –arbitrario– de que la diferencia de velocidad entre dos vehículos compatibles no debe ser mayor a una vez y media, vemos que desde el punto de vista de la velocidad el bus, el automóvil y la motocicleta podrían compartir un mismo espacio, no así la motocicleta con la bicicleta ni esta con el peatón.

La energía cinética es el factor más importante en la posibilidad y conveniencia de compartir espacios. Vemos en la tabla que la diferencia entre un bus urbano y un peatón es de más de 7.000 veces. Es fácil deducir quien sale más perjudicado en caso de una colisión entre ambos. También vemos que la diferencia en energía cinética entre uno y otro vehículo es tan grande que justificaría carriles independientes para cada uno. Sin embargo, como esto en la práctica no es posible, nos toca aceptar que compartan espacio aquellos vehículos cuya diferencia de energía sea menor a cien veces –de nuevo medida arbitraria–, como sucede actualmente. Es decir, buses, automóviles y motocicletas. De todas maneras, la vía compartida por buses y motos representa un peligro constante, pues la energía cinética de los primeros es cien veces mayor que la de las segundas. Bicicletas y peatones no deberían compartir espacio –como sucede en algunas vías de Bogotá– dada la fragilidad del vehículo.

En el reino animal existen tres grupos de seres vivos, según su estructura ósea: los de exoesqueleto o invertebrados (langostas, caracoles, cucarrones), los de endoesqueleto o vertebrados (aves, mamíferos, reptiles y peces) y los que no tienen esqueleto (babosas, planarias). Los menos vulnerables son los que tienen exoesqueleto y los más vulnerables los que no tienen esqueleto.

Esta clasificación puede extrapolarse a los vehículos urbanos, donde los menos vulnerables –con exoesqueleto– son los buses y automóviles, y los más vulnerables –con endoesqueleto– son motocicletas, bicicletas y peatones. O mejor dicho: motociclistas, ciclistas y peatones, cuyo chasís son los huesos y su carrocería la piel. Afortunadamente, no existen vehículos equivalentes a las babosas.

Esta vulnerabilidad puede comprobarse con las cifras de muertos en accidentes de tránsito en once meses del año 2014 en Bogotá: 534 víctimas de las cuales el 54% fueron peatones, el 24% motociclistas, el 10% ciclistas y 12% entre conductores y pasajeros de automóviles y buses. Si aceptamos que existe una proporcionalidad inversa entre la energía cinética y la vulnerabilidad, podríamos utilizar estos porcentajes como un índice de vulnerabilidad y repartir proporcionalmente los pasajeros y conductores muertos en automóviles en 10% y en buses en 2%.

La mayoría de los accidentes se debieron a que un vehículo invadió el carril de otro, y el resultado de la colisión fue el resultado de la energía cinética, velocidad y vulnerabilidad de los vehículos involucrados. Otros factores que aumentan la accidentalidad son el número de vehículos por área de vía, y la imprudencia de los más vulnerables al cruzar los carriles de los menos vulnerables. En resumen: de ser posible, los buses urbanos deberían tener carriles exclusivos. De no ser posible –y conscientes del riesgo que esto conlleva–, compartir el espacio con automóviles y motos. Bicicletas necesitan su propia ciclo ruta y peatones su andén independiente.

El aumento de la movilidad y la disminución de la morbilidad dependen, entonces, de un espacio suficiente para los distintos vehículos, un diseño vial adecuado, un volumen de tráfico acorde con la capacidad vial, una buena señalización, campañas de educación para los diferentes usuarios, el respeto por los demás y… buena suerte.

* Imagen tomada de Aire Nuevo para Bogotá.

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puentecaido

El Reinado de las Por Qués

Definitivamente, Colombia es un país de locos. ¿Cómo se explica que sucedan tantas cosas absurdas que no tienen respuesta? O dicho en otras palabras: ¿por qué hay tantos porqués que no tienen su correspondiente porque? Son tantos que podríamos hacer –como tanto nos gusta– un reinado. El Reinado de las Por Qués.

Veamos solamente las finalistas. Empecemos por la segunda princesa, destacada por lo trágica, inhumana y repudiable; ¿por qué la solución a un litigio de tierras entre dos campesinos termina con la muerte de cuatro niños inocentes?

Sigue la primera princesa, que se mueve con gran habilidad por la pasarela, entre la estupidez, las relaciones escondidas y el negocio turbio: ¿por qué un general del ejército colombiano, hoy conocido como el “General Papaya” –que definitivamente no pertenecía al Cuerpo de Inteligencia– termina secuestrado por internarse, contra todos los protocolos, en una zona de guerrilla, desarmado, vestido de civil y acompañado solamente de una abogada bonita y un cabo discreto? Si al menos se hubiera hecho acompañar por otro cabo, tal vez conoceríamos la respuesta. Atando cabos.

La virreina –título merecido– es el grupo de ingenieros bogotanos que obtuvieron los mejores puntajes en práctica profesional inhumana e irresponsable: ¿a quién se le ocurre hacer una prueba de carga de un puente peatonal –que colapsó– con soldados en vez de utilizar sacos de arena o canecas con agua? ¿Salía más barato y más rápido arriesgar la vida de los soldados que la arena y el agua? ¿Por qué ninguno de los ingenieros proyectistas, constructores o interventores se subió al puente? ¿Sabían que el puente se iba a caer y por eso decidieron utilizar vidas baratas como “carne de cañón”?

Y la corona es para quien ha demostrado sin lugar a dudas y por muchos meses los mayores por qués sin respuesta. La reina es… ¡la ingeniería antioqueña! Hace más de un año se cayó en Medellín la torre 6 del conjunto de vivienda Space con un saldo de 12 muertos, y fue necesario demoler las otras cinco. El estudio de la Universidad de los Andes demostró que el culpable fue el calculista. ¿Por qué ni él ni los constructores han sido juzgados, ninguno está en la cárcel, ni el gremio de ingenieros se ha pronunciado públicamente sobre este hecho, el más grave en toda la historia de la construcción en Colombia? ¿Están esperando que se caigan los otros edificios calculados por el mismo profesional para hacer un solo juicio? ¿El hecho de poner en peligro la vida de los compradores por ganarse unos pesos, constituye mérito suficiente para que la Sociedad Antioqueña de Ingenieros propusiera condecorar al fundador de Lérida CDO, la firma constructora?

Ahora se entiende por qué el periodista Cesar Augusto Londoño cerró la noticia del asesinato del también periodista Jaime Garzón con la frase que merecería ser incorporada al escudo nacional:

“País de mierda”

* Imagen tomada de El Espectador.

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Biennale Venezia

La Biennale di Venezia: entre el ego y la banalidad

La Biennale di Venezia ha tenido, desde su inicio, momentos memorables y, sin duda, el de mayor trascendencia fue en 1980, cuando en su primera versión internacional, bajo la dirección de Paolo Portoghesi, se exhibió la Strada Novíssima, donde los paladines del posmodernismo historicista presentaron una obra que ilustraba muy bien su propuesta estilística y que dejaba ver, de manera implícita, su refrescante planteamiento urbano. Esta visión tuvo amplia repercusión en el medio arquitectónico, prestándose para ser fértil campo de discusión de los planteamientos del posmodernismo historicista.

Posiblemente el protagonismo que lograron los participantes de esta bienal, sea la causa de la venida a menos del evento: La Biennale dejó de ser un lugar para la discusión de ideas para convertirse en sala de exposición de egos, y de estos, en su variedad talla XXL: las arquiestrellas.

Rem Koolhaas, como curador de la decimocuarta Biennale di Venezia, ha dado el paso que se veía venir, ante los excesos de las arquiestrellas y su ineludible decadencia nacida del agotamiento natural que hace parte de cualquier proceso de consumismo: en este caso, el de de imágenes arquitectónicas. Ahora Koolhaas nos anuncia el fin del arquiestrellato. ¿Y esto cómo? ¡Si Koolhaas posiblemente sea su más notorio progenitor!

Koolhaas ha definido esta bienal “como instrumento de investigación, más que como exposición” y la la organizado en tres partes:

Absorbing Modernity: una muestra de sesenta países, a los cuales se invitó a enfocarse en mostrar elementos relevantes de la absorción de la modernidad en su entorno local.
Monditalia:  “un smorgasbord de danza, cine y arquitectura en Italia”, con esta descripción de Charles Jencks no hace falta imaginarse su contenido.
Fundamentals: su propia y central exhibición-instalación, considerada la más trascendental; delegada a diversos equipos de arquitectos de variado origen, en esta exhibición se descompone y clasifica –de manera anatómica– 15 partes que forman los edificios. Y digo edificios, en vez de decir arquitectura, porque la arquitectura se comprende de muchísimas más cosas que lo que pretende esta catalogación de elementos técnicos y, sin duda, este reduccionismo provocador es claramente intencionado, al que algunas voces la han calificado de banal.

Fundamentals, foto: AR

Fundamentals. Foto: AR

Esto es fácil de concluir, si uno contempla su pieza más importante y argumento central: el cielo raso lleno de instalaciones técnicas colgado debajo de la bella bóveda del pabellón central, bajo el slogan de “beauty versus reality”: un argumento visual sobreactuado, una dramatización con instalaciones falsas y un cielo raso colocado deliberadamente lo más bajo posible, una argumentación banal, carente de metodología académica, que muestra el patrón de comportamiento usual en Koolhaas, como lo anota Charles Jencks en su entrevista a Koolhaas: “Si me lo permites decir, a veces los investigadores, historiadores y académicos piensan que eres más un periodista que un pensador serio. Así que parte de tu trabajo es descalificado por ser superficial, porque dices estas cosas increíblemente retadoras que son simplemente falsas  pero hechas para marcar un punto que sea probablemente cierto”.

Koolhaas pretende, provocador insigne, construir un contemporáneo y nuevo código de arquitectura, a lo Vitruvio, a lo Alberti; sin embargo, esta exhibición, un reduccionismo centrado exclusivamente en lo técnico, carente de los supra órdenes comprendidos en los códices clásicos, realmente termina siendo algo más parecido a una feria industrial, a una exhibición de productos de construcción.

Peter Eisenman, en entrevista de Dezeen declara: “Él es la arquiestrella y ahora es el curador-estrella. Ha matado a todos los arquiestrellas y ahora él va a ser el único curador estrella”. Inmediatamente se nos viene a la mente la imagen de la pintura de Goya Saturno devorando a su hijo; los arquiestrellas han sido despojados de su deidad y han sido replegados a diseñar picaportes en una puerta intrascendente en la bienal.

Francisco de  Goya Saturno devorando a su_hijo 1819-1823

Francisco de Goya. Saturno devorando a su hijo (1819-1822)

Y si bien Saturno-Koolhaas anuncia su propio fin, quien le creyera, lo que realmente anuncia es el fin de su rol de arquiestrella ya que, para poder existir como deidad única, es necesario que el Parnaso de los arquiestrellas, su creación, sea cosa del pasado. Koolhas presenta esta bienal como “El fin de mi carrera, el fin de mi hegemonía, el fin de mi mitología, el fin de todo, el fin de la arquitectura” y ”porque no tenemos arquitectos (en la Biennale) y tenemos performance, tenemos cine, tenemos video, tenemos de todo menos arquitectura”. Claramente, los expositores de la Biennale de Venezia de arquitectura han hecho esto: de todo, menos arquitectura.

Lo realmente importante para registrar en esta bienal es la formalización de algo que ya venía sucediendo en los últimos años: la apropiación de técnicas provenientes de la plástica y del cine: resulta evidente cómo los arquitectos se han dado cuenta de la rentabilidad y la figuración mediática que deviene de la utilización de las formas de producción del arte contemporáneo; consecuentemente, se las han apropiado y esta bienal, tal vez, sea uno de los mejores ejemplos de este proceso.

De este transvaso de estrategias, resultan ser las de mayor acogida, las del arte político, inmensamente provechoso en últimas décadas, cuyo mecanismo simple consiste en hacer rentable para el artista la denuncia social, mientras quienes son utilizados en el montaje “artístico” no perciben ninguna clase de beneficio, y suelen continuar en su miseria. Y para entender este proceso, simplemente hay que recordar a los ganadores del León de Oro al mejor proyecto de la pasada bienalUrban-Think Tank con la Torre de David (quienes aparentemente militan en la arquitectura política) y ver cómo es de rentable, no solo en lo económico sino en lo académico, el hacernos “reflexionar”, mediante estrategias traídas del arte, sobre la miseria humana.

Este año vale la pena ver la foto del ganador del León de Plata en la categoría de investigación en Monditalia: Andrés Jaque, quien por su gesto de celebración con trofeo, me recuerda a un ciclista ganador de etapa de Tour o a piloto de la F1; mostrando no solo la importancia de ego en las premiaciones de arquitectura, sino también el circo en que las exhibiciones de arquitectura se han convertido.

Andres Jaque recibiendo el León de Plata, foto: El País

Andres Jaque recibiendo el León de Plata. Foto: El País

Andrés Jaque ha dado un significativo paso adelante, ya que después de una escasa y cuestionable práctica arquitectónica y tener un coqueteo con la teoría de la arquitectura política, vía Guy Debord y Guatari-Deleuze, se ha convertido en el epítome de un nuevo género: el arquitecto-artista político diletante.

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