La Muerte del Ícono

Por: Carlos Morales Hendry

En: debates - urbana -

Un reciente editorial de la revista británica Architectural Review, bajo el título de “La Muerte del Icono” describe cómo la crisis económica de España ha llevado a cuestionarse la proliferación de proyectos de “autor” que se presentó durante los años de aparente bonanza, cuando las distintas provincias y ciudades competían para contar con obras, generalmente innecesarias, diseñadas por arquitectos del jet-set internacional. Surge ahora una indignación general frente al derroche de dineros públicos que durante muchos años hicieron las administraciones para el diseño y construcción de obras suntuarias. Se buscan responsables y se señalan culpables de inversiones que procuraban replicar el efecto Bilbao. Señala el artículo que es clara la incompetencia y falta de visión de las autoridades que, en su afán de figurar, dejaron de lado las más elementales medidas de control y rigor administrativo para adelantar este tipo de proyectos. Se cita el ejemplo de la invitación que se le hizo a Richard Meier para que diseñara un edificio en Barcelona. Parece que la conversación se redujo a: “Y, bueno, Arquitecto Meier, qué quisiera diseñar?” “No sé. Tal vez sería divertido un museo…..” Barcelona cuenta, desde hace varios años con el Museo de Arte Moderno, diseñado por Meier, en un lugar poco adecuado para este tipo de proyectos, desubicado, escondido, con una lamentable presencia de visitantes y con un costo que rebasó todos los cálculos. Pero las autoridades del momento consideraron que se necesitaba un edificio de Meier, costara lo que costara. Son bien numerosos los ejemplos que, como el anterior, han requerido inversiones exorbitantes y hoy hasta su mantenimiento genera dificultades. Entre ellos sobresalen la Ciudad de la Cultura en Santiago de Compostela, de Peter Eisenman, o la Ciudad de las Artes y las Ciencias, en Valencia, de Calatrava. O el edificio de la Opera de Palma de Mayorca, por el cual el mismo Calatrava se encuentra demandado en cuantía de millón y medio de dólares. Consideran las autoridades que, a pesar de los altos honorarios que se le pagaron, el edificio no pasa de ser una maqueta tamaño natural, sin acabados ni calidad alguna. Otra obra que se cita es el Centro Internacional de Cultura, diseñado por Oscar Niemeyer para la ciudad de Avilés. Seis meses después de inaugurado, lo han tenido que cerrar en virtud de los escándalos políticos que se han presentado en torno al proyecto, con la posibilidad de que el cierre sea definitivo. Justo antes de la crisis, ya se oían voces de inconformidad por parte de muchos quienes empezaron a rechazar la manía y la obsesión por las arquitecturas de marca. El caso de Sevilla es bien significativo. En el 2006, la ciudadanía demandó, con éxito, la construcción de la biblioteca diseñada por Zaha Hadid, argumentando que se adelantaba de manera ilegal en terrenos de un parque público. Las más altas cortes de España han ordenado la demolición de la obra que ya se había iniciado. Allí mismo, la torre de más de 40 pisos que propone Cesar Pelli en el centro histórico ha llevado no solo a que los sevillanos protesten con vehemencia, sino también a que la UNESCO contemple retirarle a la ciudad su calificación de patrimonio de la humanidad. Muchos arquitectos españoles también han criticado lo sucedido en estos últimos años, y urgen al regreso a la excelente práctica disciplinada que caracterizó su arquitectura durante varias décadas. Es, sin embargo, una lástima que sea a raíz de una crisis económica que afloren los debates y los remordimientos. Pero parece que la verdadera crisis, más que económica, es de tipo ético con claros responsables: políticos, funcionarios públicos, promotores y, claro está, los arquitectos que en su rol de estrellas internacionales no han encontrado impedimento para prestarse a esta danza de millones. Algo me dice que en Bogotá empieza a observarse un comportamiento similar, y no parece haber contemplación alguna en destruir lugares consolidados de la ciudad argumentando que en el sitio se elevará una construcción diseñada por algún divo internacional. Ojo con las torres Bavaria!!

Carlos Morales Hendry

 

 

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