Archivo del Autor: Juan Luis Rodriguez

Acerca de Juan Luis Rodriguez

Profesor de arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá

¿Medellín o Disneylandia?

Octubre 11 – 2010

Arquitectura-antídoto, orgullosamente colombiana

Quienquiera que haya creado la campaña publicitaria según la cual en Medellín se controlan la pobreza y el narcotráfico a punta de arquitectura, va bien. La efectividad de la “recordación” está para competir con la ya olvidada campaña publicitaria según la cual Bogotá, «ahora sí» va a tener “el aeropuerto que nos merecemos”. La de Eldorado, creada para el consumo local; la de Medellín, creada para el consumo internacional; una para desprestigiar, la otra para lo contrario. Ambas exitosas, y las dos, en mi opinión, equivocadas.

El último incauto en caer seducido fue el arquitecto Enrique Browne: “La arquitectura urbana colombiana ha contribuido para que cese la violencia”, repite el jingle de Browne. Así se repita y repique mil veces que la arquitectura ha disminuido el narcotráfico y la violencia, éstos ni cesan ni disminuyen. Los arquitectos, sin embargo, siguen en lo suyo, especialmente ahora que la ciudad se llena de incautos e incautables, locales e internacionales, con motivo de la doble bienal, orgullosamente colombo-iberoamericana.
http://www.mincultura.gov.co/?idcategoria=40525

Las estrategias de comunicación suponen que una mentira, una mentirilla, o una picardía bien apuntalada se vuelven verdad para la opinión pública, siempre y cuando se transmita bien el mensaje. Para Eldorado, lo propio habían hecho el director de la Aerocivil, el gerente de Opaín, el ministro de Transporte y por último el expresidente Uribe, quienes durante año y medio tararearon en la prensa nacional el estribillo «el aeropuerto que nos merecemos», mediante el cual aseguraron el otrosí para demoler; documento que ya descansa, orgullosamente, en la galería de trofeos del contratista.

A cualquiera le gustaría, no sólo oír sino que fuera verdad, que en Medellín y en Colombia, la pobreza, la violencia y el narcotráfico se están acabando. A la publicidad, entre tanto, lo que le importa es que su mensaje se instale en el cerebro del target. Punto. Hay especialistas en esto de la desinformación que ganan fortunas. Para consumo interno y más próxima que el ya olvidado Eldorado, tuvimos hace poco la exitosa campaña del excandidato Santos, quien, entre otras, mediado por una buena estrategia de comunicación logró crear en la opinión pública la idea que Antanas Mockus es ateo; cosa que no es y cosa que nunca dijo que era, pero cosa que la opinión pública creyó, y con eso basta.
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El Espectador, en su editorial del 21 de abril de 2010, invita a la moderación:
“Medellín se enfrenta a retratos defectuosos de sus problemas y de las lógicas de su transformación. De una parte, hay quienes ofrecen de la ciudad la idea de que todo sigue igual o ha empeorado, que el control de la delincuencia es absoluto, que nada se mueve sin el consentimiento del patrón de algún grupo mafioso y que a la captura de uno de ellos seguirán las retaliaciones y la recomposición de la estructura delincuencial. En el otro extremo, hay quienes promueven una imagen un tanto maquillada de una ciudad cuyos problemas de seguridad son sólo parte del pasado o en la que los conflictos que están en la base de toda esta historia han sido superados. Una imagen pesimista a la que se le opone una mirada ingenua de una realidad compleja e incierta.
Estas dos maneras de ver la ciudad tienen auditorios interesados y heterogéneos, porque el comportamiento de la seguridad se convirtió en un indicador que puede mover la favorabilidad positiva o negativamente. Eso no está mal. Pero hay que ser conscientes de la polarización que puede producirse con respecto a un tema como este y de los efectos de dicha polarización en otros aspectos del desempeño de la ciudad. Frente a estas posiciones extremas, los matices son requeridos.”

Revisemos algunos e estos «extremos»; unos escritos por analistas de la política, la sociología y la economía, cuya visión de la ciudad oscila entre el negro y el gris; los otros escritos por analistas de la arquitectura que al parecer ven en rosado.

Christopher Hawthorne:
“Over the last two or three years, a steady buzz has been building in architecture and design circles about developments in this city of 3.5 million, which through much of the 1980s and 1990s was infamous for its sky-high murder rate and viciously competitive drug cartels, including a particularly violent one led by Pablo Escobar.
Architects and urban planners who traveled to Medellín seemed to return telling some version of the same enthusiastic story about the renaissance taking place in Colombia’s second-largest city, which has been driven in large part by investment in ambitious civic architecture.”
http://www.latimes.com/entertainment/news/la-ca-medellin-20100509-1,0,2143183.story

Iker Seisdedos:
“Es la historia de la transformación de una de las ciudades más peligrosas del mundo gracias, en gran parte, a la cultura. Y puede sonar a cuento no apto para cínicos, pero es que los vecinos de la Comuna 1 prefieren creer, como esos chavales que, bajo la atenta mirada policial, relatan la metamorfosis a cambio de unos pesos.
El Parque-Biblioteca España, de Mazzanti, fue inaugurado en 2007 y forma parte de una red de cinco centros diseminados por los barrios deprimidos de la ciudad (hay en proyecto la construcción de otros cinco). Además de ofrecer servicio de préstamo de libros o de acceso a Internet, actúan como punto de encuentro y espacio público de las comunidades a las que embellecen con sus formas vanguardistas, ideadas en estudios de arquitectos de prestigio e inspiradas en la idea de que la estética puede ser motor de cambio social. Pero conviene no engañarse, aconseja el alcalde Salazar. «La violencia organizada no se combate con hip-hop».
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Instrumentos/fusiles/elpepicul/

20100705elpepicul_2/Tes

Miquel Adriá:
“Medellín se ha transformado. Cuatro años de gobierno municipal enfocado hacia el urbanismo social convirtieron un territorio de sicarios y sede del famoso cartel de la droga en una ciudad ejemplar. Cuatro años bastaron para hacer realidad un cambio radical que transformó una conurbación de guetos en una ciudad de todos, sacando a la calle a una sociedad que ha vivido oculta en sus casas durante años a causa del miedo.
Se trata de espacios públicos y abiertos, con plaza para eventos como clases de baile y conciertos, salones para la comunidad y bibliotecas rebosantes de niños, donde pocos años atrás las tropas de Pablo Escobar pagaban a cualquier adolescente un millón de pesos colombianos (unos cuarenta euros) por cada policía muerto.
http://www.elpais.com/articulo/arte/sicarios/orquideas/elpepuculbab/

20080621elpbabart_8/Tes

Vivian Acuña:
“El conjunto de parques y edificios públicos construidos por Felipe Uribe sorprende. Sus propuestas formales y urbanas transformaron la violenta ciudad de Medellín al promover la inclusión social y generar lugares disfrutables. Renuevan los usos y estimulan la sensibilidad del usuario con efectos arquitectónicos: el tratamiento de la luz, las proporciones, los cambios de escala sorpresivos, y un despliegue de colores y texturas que son, en conjunto, el resultado de elaborar una diversidad de referencias culturales.
Más aún, en los Parques de los Deseos (2003) y Pies descalzos (1999), Uribe propone un diseño sin rejas que disipó la violencia urbana al incluir abiertamente las actividades educativas y recreativas sin discriminación social. Ubicado al norte de Medellín, los Deseos integra una zona de parques aledaña al Planetario con el Jardín Botánico y la estación de metro de la Universidad de Antioquia, culturalmente afines.”
http://edant.clarin.com/suplementos/arquitectura/2008/01/29/a-01595623.htm

Randall Zúñiga:
“Queda archivada la descomunal violencia. La Biblioteca Parque España es un eslabón más en la restauración urbana y social de una ciudad devastada por el narcotráfico. El premio a Mejor Obra durante la VI Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo lo confirma.
La ciudad de Medellín, al extremo norte de la cordillera de los Andes, representa un quebradísimo terreno en el que se producían, en el 2002, un promedio de 500 asesinatos al año derivados del narcotráfico. La situación sumió a una población de cerca de 400.000 personas en una dictadura de miedo, de la que ha sobrevivido una dictadura de pobreza.”
http://www.revistasucasa.com/contenido/articles/201/1/La-Biblioteca-de-Medellin/Paacuteginas1.html

Esther Rebollo:
“Escenario en décadas pasadas de las más violentas guerras entre bandas de narcotraficantes, paramilitares, guerrilleros y sicarios, y cuna del siniestro Pablo Escobar y del cártel de la droga más temido de América, la ciudad colombiana de Medellín es hoy un ejemplo de modernidad y desarrollo económico gracias a un modelo centrado en la educación, el civismo y la convivencia.
Con 3,5 millones de habitantes en su área metropolitana, ubicada en el bello y cálido Valle de Aburrá, entre las cordilleras que se bifurcan de los Andes antes de precipitarse sobre el Caribe, Medellín ha sido objeto de una transformación que le ha convertido en destino turístico y sede de importantes eventos internacionales.
Sus vanguardistas edificaciones y su innovador sistema de transporte están dirigidos exclusivamente al ciudadano. Sirven para embellecer la ciudad, pero su cometido principal es crear espacios públicos para hacer más fácil y segura la vida de los «paisas», como se denomina a los habitantes de Medellín.
No se concibe una visita a esta ciudad sin viajar en su sofisticado, rápido e impecable Metro Cable, un teleférico que sortea empinadas colinas y lleva a los barrios donde hace pocos años nadie pisaba por temor a la violencia desgarrada.
…Y todo esto ocurre en Medellín, la ciudad más violenta de Sudamérica en los años ochenta y noventa del siglo pasado.”
http://lopaisa.com/index2.php?option=com_content&do_pdf=1&id=599

Juanita León:
“El primer sitio que visitamos en la Comuna es el nuevo Centro Integrado de Intervención Social. Fue creado por el Presidente Santos el 14 de agosto, como la nueva estrategia para afrontar la violencia en la Comuna 13. La decisión se tomó en un Consejo de Seguridad después de que entre julio y agosto se recrudeció la violencia en esta comuna donde Medicina Legal dice que ocurrieron 139 homicidios en el primer semestre. Tiene una tasa de 108 asesinatos por cada 100 mil asesinatos, tres veces más alta que el promedio nacional, cinco veces más alta que la de Bogotá y parecida a la de Bagdad.
El gerente del Centro Alberto González me explica que la idea del centro es coordinar el trabajo de la Policía, el CTI, la Fiscalía, el DAS, el ICBF, el Sena y la Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Medellín. La esperanza que tienen es que si hacen una intervención integral, que combine lo policivo con asistencia social, lograrán no solo contener la violencia sino atacar sus raíces. No es una tarea fácil y González es un optimista moderado.
Cuando le pregunto cuál es la causa estructural de tanta violencia, se queda callado mirando una pelea de perros que se disputan a mordiscos el privilegio de montar una perra en celo. Vuelvo y le formulo la pregunta porque pienso que no la oyó la primera vez. Pero me dice que es que esa pelea de los perros le recuerda lo que sucede en esa Comuna 13. ”
http://www.lasillavacia.com/historia/18112

Cristina Vélez Vieira:
“En la última década Medellín había logrado pasar de ser una de las ciudades con los índices de criminalidad más altos de Latino América a estar dentro de la media. De 174 homicidios por 100 mil habitantes, llegó a 26 en el 2007, pero hoy otra vez esta tasa está cercana a los 70 asesinatos por 100 mil habitantes. Y el legado que le ha dado tanta popularidad al hoy candidato Presidencial Sergio Fajardo, ha dejado de ser un logro para mostrar.
Pero no es tan claro que estas medidas logren atacar el problema de fondo: el microtráfico de droga. En un barrio de las comunas, un joven expendedor de droga, según una fuente de la zona, se puede ganar 600 mil pesos diarios. Lo que significan casi doce millones de pesos al mes, un incentivo frente al cual la Alcaldía, con subsidios y capacitaciones, no tiene como combatir.”
http://www.lasillavacia.com/historia/5827

Jorge Gómez Gallego:
“Autoridades municipales y nacionales, parecen no encontrar una explicación que satisfaga a la opinión pública para explicar el fenómeno del incremento inusitado de la violencia en la ciudad de Medellín. El gobierno nacional, leyendo su guión reeleccionista y defendiendo su “seguridad democrática”, unas veces sindica al narcotráfico, otras a la inoperancia de las autoridades judiciales, y hasta insinúa que el asunto es responsabilidad de las autoridades locales. El Alcalde por su parte, en desarrollo del libreto de la campaña presidencial de su “independiente” antecesor, le devuelve el balón al gobierno nacional, y le increpa la falta de policías o de inteligencia.
Por eso cuando los gobernantes locales y nacionales, se empeñan en inventar justificaciones para quedar bien con la galería en asunto tan sensible, les quiero recordar hoy la popular frase que acuñó James Carville, estratega de la campaña electoral de Bill Clinton en 1992, con la que explicaba la derrota que su jefe le propinó a George Bush padre, en su aspiración reeleccionista, a pesar de la popularidad resultante de sus triunfos en la política exterior, pero en medio de un creciente desempleo: “Es la economía, estúpido”.
http://www.moir.org.co/Por-que-crece-la-violencia-en.html#

Alejandro Gaviria:
“A finales del año anterior, en medio del optimismo navideño, el general Naranjo pronosticó una caída de 300 homicidios en 2009 con respecto a 2008. Entusiasmado, señaló entonces que la tasa anual sería la más baja de los últimos 23 años. Llama la atención, por una parte, la discrepancia entre los registros de la Policía y los de Medicina Legal.
Las autoridades conocen bien las causas del problema: el crecimiento del crimen organizado, el reciclaje de las bandas de narcotraficantes, los coletazos de la desmovilización de los paramilitares, etc. Pero no parecen preparadas para enfrentarlo. Las propuestas recientes revelan una mezcla de desespero e impotencia. Primero fueron los estudiantes y los taxistas los llamados a resolver el problema. Después fueron los obispos los reclutados para facilitar una negociación azarosa con las bandas emergentes. A finales de la semana el Gobierno aclaró que los obispos sólo estaban autorizados para hacer labores pastorales. Ya los veremos, entonces, tratando de convencer a los criminales de las bondades del amor al prójimo.”
http://www.elespectador.com/columna187531-violencia-disparada

Juan Diego Restrepo:
“Tantas veces las autoridades municipales se negaron a aceptar que el proceso de reinserción de los bloques Cacique Nutibara y Héroes de Granada de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) había sido un fracaso que crearon un ambiente de falso optimismo que llevó al entonces alcalde de Medellín y ex candidato presidencial Sergio Fajardo Valderrama a concebir y difundir la famosa frase “pasamos del miedo a la esperanza.
Esa afirmación es hoy una ilusión y las laderas de Medellín arden que da miedo. No sólo en la comuna 13, como lo han mostrado de manera reiterada los medios de información locales, regionales y nacionales. Son varias las comunas donde las libertades individuales y colectivas están limitadas por el accionar de las bandas armadas ilegales y la incapacidad del Estado para contrarrestarlas.”
http://semana.pandac.com/noticias-opinion/reinsercion-urbana-auc-fracaso-medellin/143777.aspx
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Concluye la invitación a la moderación del editorial de El Espectador del 21 de abril:
“Es preciso reconocer que sus resultados [del Estado] no constituyen “el golpe definitivo” a la delincuencia y a los nichos de economía ilegal. Y es preciso, igualmente, aceptar que la posibilidad de que actuaciones genuinas por parte de los niveles local y nacional del Gobierno, combinadas con acciones permanentes de la ciudadanía reclamando su derecho a vivir en paz, constituyen un activo que se ha consolidado en la ciudad. Mal haríamos en arriesgar tan valioso activo con el rumor o el juicio pesimista de las circunstancias.”

No dudo que las políticas sociales de la ciudad han hecho un buen uso de la arquitectura como medio para mejorar la cotidianidad de sectores violentos, y que en el proceso han construido importantes y valiosos edificios y espacios urbanos que tienen cualidades de sobra para hablar de ellos como arquitectura. Presentar el resultado de tales esfuerzos como si estuviéramos en Disneylandia, y atribuirle a los arquitectos el papel de pacificadores y redentores sociales, no le hace bien a nadie. De modo que ante una rimbombancia político-publicitaria de tono cuasi teológico como la que pintan las exageraciones de los arquitectos, va una mera réplica lógica:

Si la arquitectura de edificios como la biblioteca España y el colegio Santo Domingo en Medellín resuelve problemas de violencia y narcotráfico, por ejemplo, como los de la comuna 13, también debería cargar con la culpa de hechos, por ejemplo, como la balacera del 11 de agosto en la comuna 13. Demasiada carga para unos arquitectos a quienes sólo debería corresponder proyectar y construir buenos y ojalá magníficos edificios; esperando que se hable de ellos y se valoren como arquitectura, sin aceptar que se diluyan en medio de las políticas –más o menos exitosas– de sus clientes.

Juan Luis Rodríguez

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Sierras del Este – Arquitortura

Septiembre 18 – 2010

El texto a continuación presenta apartes de una diatriba de Lucas Ospina, publicada en La Silla Vacía como Arquitortura colombiana (diatriba arquitectónica). La selección se utiliza para destacar el conjunto Sierras del Este, al que uno de los comentaristas al texto de Ospina –que se presenta como un estudiante de arquitectura y que firma como eigenheit– tiene la caradura de objetar mediante una seguidilla de preguntas y una sugerencia: “¿Usted sabe cuánta gente vive en Bogotá? ¿Cuáles son las proyecciones de habitantes en Bogotá para el 2019? ¿Cuántas de esas personas que viven hoy no tienen casa? ¿Qué dice el Plan de Ordenamiento Territorial acerca del manejo de predios para evitar expansión?, bueno si no lo sabe, se lo dejo de tarea.”
Sin necesidad de hacer la tarea y esperando evitarle a Ospina la inútil labor, le respondo a eigenheit con una propuesta que a lo mejor lo lanza a la fama, por un camino más acorde con su «perfil».
Supongamos que las proyecciones para el 2019 fueran 15 millones, o 20 millones para el 2018, o 23.4 millones para el 2021, da igual. Si estudia arquitectura y cree que un argumento como éste justifica la arquitectura de estos edificios, le propongo pensar en un cambio de oficio y utilizar el argumento para la publicidad de la próxima equivocación de Davivienda, esta vez con los cerros de Bogotá; un patrimonio de la ciudad que no necesita estar declarado por la UNESCO o el IDPC y que olvidó mencionar en su retahíla, asumo que por andar distraído con alguno de los engatuses de última moda como la inmaterialidad del patrimonio gastronómico y los recorridos culturales; o el ya célebre eslogan según el cual la pobreza y el narcotráfico en Medellín están al borde de la extinción a punta de arquitectura; o también, el no menos célebre complejo según el cual el éxito se mide por la imagen que se tenga de nosotros en el exterior.

Juan Luis Rodríguez

ARQUITORTURA

Uno de los casos que mejor refleja la miseria a la que ha llegado la arquitectura es el de Sierras del Este en la Avenida Circunvalar con calle 61, un proyecto de: Inversiones Mendeval S.A., Arquitectura y Concreto S.A. (“Lo que soñamos Lo construimos”), Grupo INMB y Constructor Valor S.A. («Trabaja por la excelencia en arquitectura, ingeniería y construcción desde 1982») y Alejandro F. Schedling. Davivienda, la empresa que financia este estropicio, lo califica entusiasta en una valla callejera: “ Qué buen proyecto”.

Uno quisiera que todos estos arquitectos graduados en el “piratécnico” de la guachapanda o de la universidad del lobby y la cofradía, o todos esos ingenieros que se ahorran el arquitecto, dejaran de hacer “arquitortura” y dedicaran sus manitas creativas a la pintura, al video, al performance, a la multimedia, a la acuarela, y expusieran sus mamarrachadas en la inocua esfera pública del arte, en exposiciones temporales, efímeras, donde sólo los vea un curador o un curador urbano (una profesión muy apetecida por el lucro que genera pero sin valor ni valentía arquitectónica). Hay maneras de soportar el mal arte, de hacerlo llevadero, de ignorarlo, pero la arquitectura se vive día a día, y cuando es mala hace la vida miserable y sólo queda padecerla.

Si la pobreza de la arquitectura y su fantochería es más que evidente en los palacetes que se erigen para la clases media y alta, poco se puede esperar de la llamada “vivienda de interés social”, ahí se confunde precariedad de medios y bajos costos con ausencia total de inteligencia e imaginación, son “soluciones de vivienda” que apenas cumplen con dar un techo, el resultado es nefasto: una culposa ecuación incapaz de concebir que los habitantes futuros de esos nichos puedan sentir placer sensorial alguno, como si sólo vivieran para parir, parir y parir y trabajar, trabajar y trabajar; es más, muchos de ellos laboran como “rusos” en los mismos panales que luego habitan por mera necesidad o trabajan como empleados de servicio en los hogares de los mismos “arquitontos” que los condenan a vivir en cajitas de cartón.
Si se trata de inversión el dinero parece que “está en el lugar correcto”, parafraseando el eslogan de la exitosa propaganda de Davivienda. Sierras del Este es un conjunto de tres torres cada una de 25 pisos y 421 unidades de vivienda que promociona así su arribismo: “ Vivir con altura no cuesta más” y vende el metro cuadrado de $2.250.000 a $3.200.000 y sus apartamentos de $235.000.000 a $750.000.000. Pero el “lugar correcto” de la inversión en Sierras del Este limita con su chambonada arquitectónica y hace de este proyecto toda una ironía. Todo un “davivienda”, como se llama a esos personajes risibles parecidos a los que salen en las mismas exitosas y premiadas campañas publicitarias de la empresa financiera, donde por ineptitud, estupidez, chicanería o infortunio de la vida, los protagonistas siempre están en el “lugar equivocado” y se usan como contraste moralizante para enfatizar la “corrección” que se quiere asociar a la imagen de Davivienda.

En una próxima campaña se podría invitar para un rol protagónico a alguien como el arquitecto Álvaro Ardila Cortés, el curador urbano número 2 que autorizó la construcción de Sierras del Este, él es otro “davivienda”, igual de inepto y pantallero al comentarista de fútbol de una serie reciente de comerciales exitosos que la empresa hizo en torno al mundial de fútbol. Sin embargo, puede que Davivienda tenga razón y Sierras del Este lo tenga “todo”, incluso arte: estas moles de ladrillo son un monumento a la codicia; tal vez por eso, vecino a Sierras del Este, se erige Kandisnky, otro falo altanero de ladrillo insuflado con el mismo viagra mercantil.

Las esculturales moles de Sierras del Este son el exacto opuesto de otro conjunto de torres. No, no se trata del ponqué blanco con gafas azules, más al norte sobre la misma avenida y empotrado en una cantera, donde dicen que vivirá Juanes o Shakira como si estuvieran en Cartagena o en Miami, un rechinante ejemplo del poco gusto de los que imponen el gusto, una mole más que desnuda la mendicidad espiritual del imaginario de nuestros pobres ricos. No, estas torres ejemplares se alzan más al sur, sobre la carrera quinta, son las Torres del Parque, de Rogelio Salmona: tres caracoles rojos y zigzagueantes con varias gamas y juegos de ladrillo, un placer progresivo para la vista, para sus habitantes y para el peatón.

Salmona imaginó, planeó, luchó y logró que las áreas de circulación privadas que rodean estos edificios estuvieran abiertas al público, el arquitecto diseñó un sueño de escalinatas que le regala un tiempo al peatón para pensar paso a paso en las subidas, bajadas y meandros de la vida, además, a pesar de tener licencia y presupuesto para construir más pisos y más apartamentos, el arquitecto, generoso, usó ese excedente para construir cielo y dejar circular el aire. La existencia de las Torres del Parque es la crítica más demoledora aSierras del Este, el talento de Salmona hace más que notoria la ineptitud y la codicia de los implicados en este esperpento, no sobra repetir sus nombres para que queden bien grabados en la historia universal de la infamia arquitectónica: Inversiones Mendeval S.A., Arquitectura y Concreto S.A., Grupo INMB y Constructor Valor S.A. y Alejandro F. Schedling, sin olvidar a Álvaro Ardila Cortés, el curador urbano que autorizó la licencia de construcción por 84.126 metros cuadrados de esta obra. Por cierto, ¿a más metros cuadrados autorizados más ganan los curadores?
Sierras del Este bloquea sin compasión —y sin dar nada a cambio— gran parte de la vista sobre los cerros, un patrimonio intangible de todos los bogotanos (¿dónde está el Alcalde de Bogotá?, ¿lejos? ¿en el Polo Norte? ¿en Sierras de la Anapo?¿Dónde está la Ministra de Medio Ambiente?¿entre el cerro?). Además, Sierras del Este, con sus tres torreones de lichiguez, a diferencia del caso de las Torres del Parque, ignora a los muchos peatones que tienen que circular obligatoriamente por esa pendiente, muchos de ellos estudiantes de una universidad vecina y habitantes de un barrio de otro “estrato” que atraviesan por su cuenta y riesgo la Avenida Circunvalar; todos ellos deben bajar y subir por una precaria trocha ante la mirada despectiva de estos claustros de hediondez visual enmarcados con firmeza en sus implacables cerramientos llenos de porteros y porterías: “pobres”, pensarán los mirones desde el encumbramiento seguro que les da su nuevo apartamento.

Una realidad: tras el gran temblor que destruirá a Bogotá, la ciudad tendrá una nueva oportunidad para el ejercicio de la arquitectura, de la curaduría urbana, del urbanismo, de la crítica, por ahora hay que esperar, cada uno metido en su hueco.

Lucas Ospina

Artículo completo en:

Arquitortura colombiana (diatriba arquitectónica)

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Grandes pensadores empequeñecidos por El Tiempo

Aludiendo a su reciente obligación autoimpuesta de corregir los errores publicados por El Tiempo en la columna Grandes Pensadores de la Ciudad, Willy Drews reclama haber optado “enfilar mis baterías de corto alcance a pecados veniales pero altamente nocivos como la incompetencia y la mediocridad”. Drews actúa por respeto a la profesión y a la memoria de los involucrados, pero mientras advierte y corrige, una y otra vez, El Tiempo ni responde ni corrige, una y otra vez; y para redondear, continúa malinformando, no se sabe si alevosa o chambonamente. Claro está que si consideran que Drews y los que se han pegado a la protesta están equivocados, o que los chambones somos otros, cuenten con nuestra rectificación.

Juan Luis Rodríguez

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10 de agosto, 2010

Dr. Roberto Pombo Holguín

Director General EL TIEMPO

CIUDAD

Estimado Roberto:

Muy loable la labor de EL TIEMPO de destacar semanalmente a aquellos arquitectos que han contribuido positivamente al desarrollo de Bogotá. Uno de ellos es Eduardo Londoño. Es necesario, sin embargo, ser más riguroso  en la selección de los proyectos presentados, en este caso los conjuntos de vivienda Timiza y Pablo VI, y el edificio para el Sena en Chapinero.

Los proyectos Timiza y Pablo VI fueron desarrollados por el Instituto de Crédito Territorial cuando el director de proyectos era el arquitecto Gabriel Pardo Rosas y el director de arquitectura y urbanismo el arquitecto Fernando Jimenez Mantilla. El arquitecto Rogelio Salmona dirigió el proyecto de Timiza, y el arquitecto Jimenez el de Pablo VI. El arquitecto Londoño fue un importante miembro del equipo de diseño pero no lo dirigió.

El edificio del Sena en Chapinero fue el resultado de un concurso ganado por los arquitectos Eduardo Angulo Flores, Germán Suárez Betancourt y Jorge Valencia Caro. El arquitecto Londoño no tuvo ninguna participación en este proyecto.

Eduardo Londoño diseñó con su socio Carlos Martínez proyectos de mucha importancia y de alta calidad. Pero no fueron estos tres.

Willy Drews

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Agosto 18, 2010

Dr. Roberto Pombo Holguín

Director General

EL TIEMPO

CIUDAD

Estimado Roberto:

En su columna del sábado sobre el arquitecto Enrique García Reyes menciona que “García participó en la construcción de la Clínica David Restrepo” pero no cita al autor del proyecto, el arquitecto Gabriel Serrano Camargo ( fallecido) de la Firma Cuellar Serrano Gómez. Los edificios son el testigo de la trayectoria profesional del arquitecto y por eso es necesario que en todo momento se reconozca su autoría. No reconocerla genera desinformación y va produciendo una falsa historia de nuestra arquitectura, más cuando se trata de un medio con tanta circulación como EL TIEMPO. Nuevamente le ruego un mayor rigor en la selección de las obras atribuidas al arquitecto que desean destacar, y confirmar, de ser posible con él mismo, su autoría.

Willy Drews

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Bogotá, agosto 18 de 2010

Doctor

ROBERTO POMBO

Director de EL TIEMPO

L. C.

Apreciado Señor Director:

Para los arquitectos colombianos es un motivo de satisfacción que El Tiempo, en su sección Bogotá, que aparece los sábados, dedique una página para exaltar la labor de nuestro oficio como pensadores de la ciudad, ya que pocas publicaciones lo hacen.

Sin embargo, en varias ocasiones, los biografiados aparecen como autores de edificios que no son de su autoría. Por ejemplo, en la publicación del 14 de Agosto de 2010 aparece Enrique García-Reyes  Mc Lellan como autor de la clínica bogotana “David Restrepo” que fue diseñada por el arquitecto Gabriel Serrano Camargo, socio de la firma Cuellar Serrano Gómez. También en la publicación del 7 de Agosto de 2010 aparece Eduardo Londoño Arango como autor del Sena de Chapinero, situado en la carrera 13 con calle 65, que es de mi autoría en colaboración con los colegas Hernando Benincore, Germán Suárez Betancourt y Jorge Valencia, proyecto que fue el ganador de un concurso público nacional en el año de 1965.

La veracidad en los créditos es indispensable para los investigadores, una de cuyas fuentes son las hemerotecas.

Gracias por su atención.

Cordialmente,

ARQUITECTO EDUARDO ANGULO FLOREZ
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Lunes 23 de agosto, 2010

Dr. Roberto Pombo Holguín

Director General

EL TIEMPO

CIUDAD

Estimado Roberto:

La obra de los arquitectos colombianos es a menudo subvalorada y muy pocas veces divulgada. Por eso recibí con entusiasmo la aparición en EL TIEMPO de la columna sabatina GRANDES PENSADORES DE LA CIUDAD, entusiasmo que empezó a desaparecer en la medida en que graves errores y frecuentes imprecisiones aparecieron cada vez más en los artículos, lo cual me llevó a escribir dos cartas aclaratorias al responsable de la columna en las últimas dos semanas (ver anexo) El resultado no pudo ser más ineficaz: La última columna, dedicada el arquitecto Jaime Camacho, fue peor que las anteriores.

El titular afirma que “Construyó en compañía de otro arquitecto…”. Referirse a Julián Guerrero, su socio durante 55 años, en forma anónima como “otro arquitecto” es, por decir lo menos, descortés. El hecho de que solo se mencionan algunas obras hechas antes de 1965 (ilustradas con dos malas fotografías que no tienen nada que ver con los proyectos citados), como si en ese momento el arquitecto Camacho hubiera dejado caer el lápiz; su fotografía de bachiller; y el apoteósico final del artículo con un dato trascendental en la vida del personaje y de indiscutible interés para los lectores como que “vivió en la calle 85 Nª 12-66 y su teléfono era el 367091” me llevan a creer que el artículo es simplemente una burda transcripción de una hoja de vida de hace 44 años.

Proyectos de la importancia y calidad del aeropuerto Palmaseca, el edificio Mazuera, la sede de Carvajal y Cia., la plaza de toros de Cañaveralejo, la sede del Grupo Social y muchos otros no mencionados en el artículo, hacen de la obra arquitectónica de Camacho y Guerrero una de las más reconocidas del País.

Ojalá se encargara de esta importante columna a un arquitecto medianamente informado antes de que su baja calidad le de entierro de pobre. Estoy seguro de que si revisas la columna en mención, compartirás conmigo un sentimiento de vergüenza. En mi caso, ajena.

Cordial saludo,

Willy Drews
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Agosto 24, 2010

Dr. Roberto Pombo Holguín

Director General

EL TIEMPO

CIUDAD

Estimado Roberto:

Quiero por este medio y aprovechando la carta de Willy Drews, manifestarte que estoy  de acuerdo con lo dicho en esta  al respecto del artículo sobre el arquitecto Camacho, que como bien lo expresa Willy entre otras cosas,  ha debido ser sobre la firma CAMACHO Y GUERRERO y no sobre Camacho y otro arquitecto.

Lo anterior me sirve para manifestarte algo que ya le había mencionado a Enrique Santos cuando él estaba en tu cargo, pues considero que el periódico El Tiempo podría mejorar su actitud al respecto de la valoración que se hace de la Obra de los arquitectos colombianos y extranjeros que con demasiada frecuencia y en los pocos artículos que aparecen en el periódico sobre proyectos y temas de arquitectura, no se acredita y valida de manera correcta al equipo de profesionales que los realiza al dar casi siempre preponderancia al promotor o dueño del proyecto y olvidar en muchas ocasiones al arquitecto diseñador por ejemplo.

Considero que la publicación de temas de arquitectura en un medio como El Tiempo, con una mayor frecuencia y cuidado de los contenidos, sería muy valiosa para lograr democratizar nuestra profesión y de esta manera hacer partícipe a toda la ciudadanía de lo que como profesionales estamos haciendo en nuestras ciudades  que al fin y al cabo son nuestra casa.

Recibe un cordial saludo;

Felipe González-Pacheco
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30 de agosto, 2010

Dr. Roberto Pombo Holguín

Director

EL TIEMPO

Estimado Roberto:

El fantasma de la desinformación sigue dirigiendo la columna de Grandes Pensadores de la Ciudad. La columna del sábado sobre Escilón Rodriguez apareció, como es usual, plagada de errores. El primero es que Escilón no existió. El que existió se llamaba Escipión. El segundo es que la foto que aparece del Pabellón de las Máquinas corresponde  al quiosco de la Música de Arturo Jaramillo. El tercero : La foto que aparece como del Palacio de Justicia corresponde, esa sí, al Pabellón de las Máquinas.

Con respecto a la autoría del Palacio de Justicia, se cree que el diseño es del arquitecto Pablo de la Cruz. Sin embargo el arquitecto Jorge Ramírez Nieto considera que en 1933 el arquitecto Pablo de la Cruz hizo el proyecto de ampliación del Palacio, lo cual deja en duda la paternidad del proyecto original de 1920.

Es una lástima que estos errores no solo se sigan presentando, sino que nunca se rectifiquen y el periódico EL TIEMPO, referencia obligada de futuros historiadores, esté escribiendo una falsa historia de la arquitectura bogotana.

Cordial saludo

Willy Drews
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Agosto 30 de 2010

Estimados colegas y amigos:

Esta es la cuarta carta a EL TIEMPO sin ningún resultado. Los muy buenos dedican sus energías a causas nobles: La justicia, la reparación, la libertad. Yo decidí enfilar mis baterías de corto alcance a pecados veniales pero altamente nocivos como la incompetencia y la mediocridad, en este caso referidas a la columna Grandes Pensadores de la Ciudad.

No podemos dejar que a la información sobre la arquitectura y la ciudad se le de tratamiento de tercera. Por esto les pido a la Sociedad Colombiana de Arquitectos y a Ustedes se pronuncien en esta batalla de tigre y burro amarrado.

Cordial saludo

El Burro Amarrado

Willy Drews
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Bogotá, Septiembre 1, 2010

Señor Don                                                                                          ROBERTO POMBO
Director General de El Tiempo

Estimado Roberto:

Si llegara a producirse una columna relativa a los grandes periodistas colombianos y quien la escribiera cayera en errores notables y en inexactitudes de la talla de las que se están presentando en la columna “Grandes Pensadores de la Ciudad”, el gremio de los periodistas de inmediato haría manifiesta su molestia y su sorpresa ante la ignorancia y falta de rigor profesional de quien la escribe.

Supongamos, por ejemplo, que el columnista a cargo de la columna “Grandes Periodistas de nuestra Nación” dijera que el Doctor Eduardo Santos estuvo casado con una señora y que tuvo tres hijos, uno de los cuales maneja un restaurante en Aruba, o que el prestigioso periodista Enrique Santos Montejo, “Calibán”, se destacó porque durante muchos años escribió sobre los firigüelos en las páginas editoriales del periódico, y que Don Fidel Cano, oriundo de Onzaga, Santander, compuso el Himno Nacional. No cabe la menor duda que cualquier profesional del periodismo se sentiría ofendido en sus fibras más íntimas, rechazaría semejante nivel de estupidez e  ignorancia, y de inmediato pediría la suspensión de la columna, cuando no de su autor.

Igual reacción sentimos los arquitectos, estimado Roberto, cuando vemos tantos errores,  banalidad, desconocimiento y falta de responsabilidad en la columna que, durante varios sábados, ha aparecido en las páginas de El Tiempo. Agradecemos el gesto de dedicarle espacio a quienes han sido forjadores de una de las más bellas y reconocidas arquitecturas del continente, pero quedaríamos doblemente agradecidos si se elimina, o si se replantea la forma en que se hace la columna y se asigna la responsabilidad a alguna persona con suficiente criterio y conocimiento para hacerlo.

Recibe un cordial saludo,

Carlos Morales Hendry
Arquitecto

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Sugerencia para Arcadia

Agosto 4 – 2010

Comento dos afirmaciones del artículo de Arcadia Los premios de la bienal. Arquitectura de la ciudad. Andrés Ramírez pasa revista a los premios entregados en la XXI Bienal Colombiana de Arquitectura.

1. «Qué bueno que ya estemos superando los discursos de estilo y de la búsqueda de identidad (por ejemplo, que una obra colombiana debe ser en ladrillo, y que todo aquel que proponga algo diferente se le acuse de plagio).”

Si alguien se atreve a publicar en una revista de circulación nacional la afirmación que una obra debe ser en ladrillo para que sea «colombiana»; y si se atreve, además, a sugerir que a quien proponga algo diferente se le acusa de plagio, debería por lo menos cuidarse de presentar su temeridad como un hecho cumplido.
El tema del plagio en arquitectura al que alude esta sentencia se refiere a la opinión del arquitecto Guillermo Fischer, según la cual hay edificios que se presentan como originales, pero que son en realidad una reedición de la vanguardia europea.
La imputación puede ser verdadera o falsa, y para ponerse a favor o en contra habría argumentos de sobra de lado y lado. Sin embargo, a nadie se le ha acusado de plagio por no hacer edificios en ladrillo; como a nadie lo eximiría de un eventual plagio, el hacer cosas «diferentes».

2. “Es un premio a un modelo de ciudad que entiende la arquitectura como un camino para reducir la enorme desigualdad que reina en las calles.”

La ingenuidad no se detiene. Por enésima vez, desde que se premió la Biblioteca España en la Bienal Iberoamericana por su capacidad para reducir la pobreza y combatir el narcotráfico -además de su reconocida y meritoria potencia icónica- reaparece la condescendiente idea, convertida en virtud arquitectónica. Según ésta, la desigualdad no se reduce mediante política, sociología y economía, sino a través de la revolucionaria arquitectura contemporánea. Un estribillo que pretende convertir en verdad una falacia mediante la cual la nueva arquitectura sería buena porque es nueva y porque establece nuevos paradigmas, mientras la otra, la que no es «diferente», es mala porque responde a viejos dogmas.
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Ligerezas de este tipo caen mal en medio de un ambiente contaminado por hechos como la reciente condena por plagio a Luz Mery Giraldo, una profesora experta en literatura, estigmatizada como tramposa por cuenta de la opinión de una estudiante confundida, quien también tomó a la ligera el tema de la proveniencia de las ideas y de cómo éstas se reconocen y discuten públicamente.

Como enunciados críticos, formulaciones como éstas equivalen, en mi opinión, a asegurar que mis tenis son mejores que los suyos porque son Adidas. Aun tratándose de una opinión firmada por un columnista, si Arcadia como institución cultural quisiera contribuir a la irresuelta discusión sobre el plagio, y de paso promover la arquitectura contemporánea, ojalá lo hiciera de manera sobria y analítica; dos adjetivos de los que carece por completo este florido exordio dedicado a la obra ganadora en la categoría de Proyecto arquitectónico en la recientemente juzgada Bienal colombiana de arquitectura.

Juan Luis Rodríguez

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Germán Téllez se refiere de otro modo al mismo problema de la pobreza crítica en la entrada:

http://torredebabel.info/blog.php/?cat=18

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Respuesta a la invitación de Escala

Julio 16 – 2010

Del 17 al 22 de mayo se juzgó en Bogotá la XXII Bienal Colombiana de Arquitectura, y el evento de premiación y presentación del libro se hará en Medellín del 11 al 15 de octubre. Se presentaron 500 obras o «proyectos» como se dice ambiguamente en el medio, de las cuales 138 entraron en competencia. Desde la revista Escala, David Eduardo Serna propone aprovechar la oportunidad de conocer anticipadamente los ganadores para hacer una “reflexión tranquila y meditada” sobre la arquitectura colombiana. Advierte Serna que si no hacemos esta reflexión «tendremos que atenernos» a versiones como la del editorial de Luis Fernández Galiano en AV Monografías, dedicada a Latinoamérica.[1]

Fernández Galiano dedica un encomio a la «floración exuberante» de arquitectura que anuncia una especie de tercera independencia:

…“Hoy, las Américas latinas celebran doscientos años de independencia conscientes de la unión inextricable de heroísmo y horror en las que al fin y al acabo fueron guerras civiles, y conscientes también de que el desenlace supuso el reemplazo de una dependencia política por otra económica que ha condicionado su destino ulterior, dibujando un panorama fragmentado que ha sido fermento de revueltas generosas, guerrillas sanguinarias y revoluciones agotadas…la América indígena y criolla se enriqueció con el flujo vital de los inmigrantes europeos hasta devolvernos nuestra imagen en un espejo, y ahora nos ofrece una floración exuberante de talento arquitectónico que aspira a medirse con los logros de su inagotable acervo de escritores….” [2]

Para Serna: “una introducción de este tipo antes que contribuir, ofende…si desde nuestra realidad no generamos crítica y opinión sobre nuestra producción… [nos] crearán panoramas desinformados y sesgados que se asumirán como verdaderos y correctos al ser difundidos masivamente”. Para Serna, «la SCA nos ha servido en bandeja de plata la oportunidad para contestar a esta caracterización, antes de la premiación de octubre”.

Acepto la invitación para des-endulzar el ambiente promovido por Fernández Galiano y para insistir -otra vez- sobre la necesidad de que la SCA, además de algo que hace muy bien como promover concursos, asuma el papel de promover una arquitectura más adecuada a las circunstancias nacionales, y menos preocupada por el aplauso internacional.[3]

Ofensa o contribución, la euforia de Fernández Galiano, aprovecha la circunstancia feliz del bicentenario para reformular un par de lugares comunes: primero, que se trata de una independencia política apenas sustituida por una dependencia económica, que llegan ya al doble siglo; y segundo, que hubo otro tipo de independencia, la literaria, que ya cumplió el medio siglo. A estos le agrega una nueva interpretación: que en la “América indígena y criolla” florece el talento, insinuando algo así como que la arquitectura en Colombia, por fin, rompió el Florero de Llorente.

El afán de AV Monografías no es nuevo y el reconocimiento extranjero tampoco. Fernández Galiano testimonia una sorpresa personal ante su recién descubierto nuevo mundo; sorpresa que para la SCA cumple la misma labor de cancillería que se autoimponen muchas instituciones nacionales para mejorar la imagen del país en el exterior. No obstante, celebrar que ahora sí, por fin, se superó el complejo de la identidad y el provincialismo de la localidad, para entrar a la contemporaneidad del mundo globalizado, no va más allá de reproducir el efecto liberador que los éxitos de un cantante o un deportista generan ocasionalmente sobre la imagen internacional de narcoparapaís.

Dejando a un lado la benigna imagen del editorial, consideremos el fallo. El propósito consiste en analizar lo que dice el jurado sobre porqué gana el que ganó, no en cuestionar o celebrar ganadores o perdedores, particularmente en la categoría Proyecto arquitectónico. Para comenzar, resalto tres aspectos que considero problemáticos:

-Primero, insiste el jurado en llamar “proyectos” a las obras de arquitectura. Dada la ambivalencia del término, esto sería normal, si los trataran más como cosas materiales y menos como imágenes y discursos. Pero como en eventos anteriores, las palabras del jurado de turno revelan un olvido recurrente: que con excepción de los planes de ordenamiento territorial cuya esencia proyectual es permanente, lo que se juzga en una categoría como la de Proyecto arquitectónico son obras, terminadas y habitadas.
-Segundo, insiste el jurado que la decisión fue “unánime”. Bien si lo fue, pero que un premio se dé por mayoría no lo invalida y tampoco es necesario dejar la impresión en el público que el premio no tuvo ni tiene discusión.
-Tercero, insiste también el jurado en un supuesto mérito por parte de los participantes en resolver problemas que van más allá de los “confines” de la práctica profesional: “el jurado, en particular sus miembros internacionales resaltan el evidente compromiso de los arquitectos colombianos para enfrentar y resolver situaciones más allá de los confines de la práctica profesional.” Debido tal vez a un espíritu de los tiempos, este primer valor resaltado el jurado no es arquitectónico sino que viene precisamente de un más allá que denomina los confines de la práctica profesional: “los proyectos ganadores ofrecen soluciones a problemas complejos de carácter social, político y cultural».

Los valores arquitectónicos de estos proyectos ganadores aparecen después: «al mismo tiempo realizan exploraciones formales elegantes utilizando materiales convencionales de forma innovadora logrando así una gran complejidad espacial.”

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A partir de estas primeras afirmaciones, propongo deducir a posteriori, unos eventuales criterios de búsqueda mediante los cuales convocar a priori un futuro evento. Así, habría en estas declaraciones iniciales, tres criterios:

1. Buscar soluciones integrales en las que no sólo se resuelvan problemas arquitectónicos, sino además, problemas sociales, políticos y culturales:
2. Buscar innovaciones formales elegantes, por medio de materiales convencionales
3. Buscar complejidad espacial

Todavía en la introducción, anota el acta: “tanto los proyectos seleccionados para la muestra, como los proyectos ganadores, tienen un gran significado en todos los ámbitos de la práctica arquitectónica y estimulan el desarrollo de la arquitectura a nivel nacional y regional.” De esta nueva sentencia saldrían dos nuevos criterios:

4. Buscar un alto grado de significación en todos los ámbitos de la práctica
5. Buscar que las obras escogidas sirvan de estímulo para Colombia y Latinoamérica.

Después de la introducción, en la categoría Proyecto arquitectónico y justo antes de dar a conocer el ganador, continúa el acta: “el jurado, además de ponderar la calidad de los trabajos y la variedad de sus formatos, desea resaltar y reconocer la importancia que tiene la arquitectura en la transformación positiva del espacio colectivo, como lo demuestran muchos de los proyectos aquí presentados.” De acá se podría extraer otro criterio:

6. Buscar arquitectura que transforme positivamente el espacio colectivo

Luego, para los motivos específicos por los cuales se concede el primer premio al colegio Santo Domingo, el jurado explica que se trata de: “un proyecto excepcional y serio que se implanta acertadamente en el terreno para brindarle a la comunidad un lugar significativo de reunión. Sin sacrificar la seguridad necesaria en un edificio educativo, el proyecto se abre generosamente a su entorno inmediato de tal modo que el paisaje tan determinante se convierte, de manera positiva, en una parte fundamental de la experiencia diaria de los estudiantes de este plantel educativo. Por estas razones, el jurado, de manera unánime, concede a este proyecto, el primer premio en su categoría.” De esta sentencia saldrían tres nuevos criterios:

7. Buscar excepcionalidad y seriedad
8. Buscar generosidad con el entorno
9. Buscar lugares significativos para la comunidad

En resumen, entresacados de los motivos del jurado, estos nueve criterios se pueden conjugar y reagrupar en un conjunto de nueve búsquedas que podría servir como base para un futuro sistema a priori de reglas de juego:

1. Soluciones arquitectónicas que aborden problemas sociales, políticos y culturales.
9. Lugares significativos para la comunidad

2. Innovaciones formales que utilicen materiales convencionales
3. Complejidad espacial
7. Excepcionalidad y seriedad

4. Alto grado de significación en todos los ámbitos de la práctica

5. Ejemplos para Colombia y Latinoamérica

8. Generosidad con el entorno

Reagrupados temáticamente, hay dos criterios dominantes -el 1 y el 9- que pertenecen a un mismo grupo que relaciona arquitectura y comunidad. Considerando que se trata de criterios que explican la categoría Proyecto arquitectónico, y que hay otra categoría llamada Habitat y Vivienda Colectiva, parecería que la denominación Proyecto Arquitectónico privilegia los edificios de gestión y uso público, y la vivienda colectiva sobre la individual.

La SCA, en su calidad de “curadora” de la muestra tiene la libertad de definir estas prioridades, siempre y cuando sea clara. Y el jurado, en su calidad de “evaluador”, también podría hacerlo, siempre y cuando advierta con claridad que se trata de “opciones” y no de “hechos”. Lo que parece incorrecto es que un edificio parezca mejor que otro, o más proyecto arquitectónico que otro, porque presta un servicio público.

Los criterios 2, 3 y 7 pertenecen también a un mismo grupo en el que se buscan singularidad o novedad formal, complejidad espacial y materiales convencionales utilizados con elegancia. Para no malpensar creyendo que hay propuestas no-serias, la seriedad («un proyecto excepcional y serio») deberá entenderse como una redundancia circunstancial. Como se evidencia en el análisis anterior, la denominación Proyecto arquitectónico es problemática en la medida que se refiere a edificios de gestión y uso público, problema que no se soluciona creando una categoría para la gestión o el uso privado, sino ampliando o eliminando la categoría de Proyecto arquitectónico.

En este grupo, mediante los criterios relacionados con la forma y el espacio, se presenta un nuevo sistema de exclusiones y privilegios: se excluyen ahora, mediante el privilegio de lo complejo y lo excepcional, valores de signo contrario como lo convencional y lo simple. Desde luego, en ningún lugar dice que convención y simplicidad no se hubieran premiado, pero en la medida que se premian complejidad y novedad, se implica. Bastaría que como criterio se busque la Innovación, aceptando que ésta también se puede dar por la vía de lo simple y lo tradicional; eliminando prejuicios como que la innovación se relaciona con lo complejo o lo simple, o que innovar sólo es posible en lo formal. Además, abriendo las posibilidades en innovación hacia lo que el jurado denomina “todos los ámbitos de la práctica”.

El criterio 4 “Alto grado de significación en todos los ámbitos de la práctica”, aunque el acta no especifica cuáles son estos ámbitos, se puede asumir que involucra, como mínimo y además de lo formal, la construcción y la gestión. Para evitar la ambigüedad, bastaría definir con precisión, y desde luego a priori, las concepciones de ámbito y de innovación en arquitectura.

El criterio 5 “Ejemplos para Colombia y Latinoamérica”, se refiere a la posibilidad de que un ganador se convierta en punto de referencia dentro y fuera del país. Es cuestión de prioridades, pero bastaría con que la Bienal buscara generar modelos y pautas para las universidades y el gremio dentro de Colombia. Si a los extranjeros les parece bien, tanto mejor; pero bastaría que antes de un objetivo, esto se entendiera como una consecuencia afortunada.

Lo que sí podría constituirse en objetivo, y en consecuencia en criterio de valoración, sería que los ganadores se conviertan en modelos a seguir. Con un criterio como éste de por medio, por ejemplo, un miembro individual del jurado podría, desde sus preferencias personales, defender una obra de su agrado, al tiempo que podría ceder sin objeción, ante el argumento de otro jurado sobre una obra que, siguiendo los criterios establecidos, constituiría un mejor “modelo” para las circunstancias locales. Así, las circunstancias propicias podrían llevar a impulsar el uso de una tecnología de punta o de una tecnología tradicional; o por el contrario, llevar a favorecer un modelo de gestión que promueve cierto tipo de renovación urbana y evite otra. Y si el resultado coincide con un clamor o una necesidad regional, todavía mejor.

Por último, el criterio 8 “Generosidad con el entorno”, se refiere a lo que durante muchos años se llamó El lugar y que últimamente ha evolucionado, ampliándose hacia el Medio ambiente. De una arquitectura adjetivada como Arquitectura topológica o Arquitectura del lugar, hemos pasado a Arquitectura y medio ambiente. Desafortunadamente, el medio ambiente se enreda dentro de la miríada terminológica de Arquitectura sostenible, Arquitectura bioclimática y Arquitectura ecológica. La confusión, sin embargo, sólo significa que lo sostenible se divide en ecológico y bioclimático: lo ecológico relacionado con los procesos de producción de los edificios, y lo bioclimático con el funcionamiento y mantenimiento de los mismos.

Como criterio de juicio para una Bienal de arquitectura, se podría adoptar la generalidad del Medio ambiente, siempre y cuando, como en los análisis anteriores, las definiciones sean claras y se den por anticipado.

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El acta del comité de selección que conformó la muestra final y redujo los participantes de 500 a 138, demuestra otros tipos de falta de claridad: en lugar de explicar qué se privilegia y excluye, el jurado de selección se muestra sorprendido por hechos como la poca participación en vivienda de interés social y la amplia participación en vivienda individual. También se sorprenden porque la vivienda parece no ser un elemento esencial del habitat: «En la categoría Vivienda Colectiva y Hábitat, [el jurado del comité de selección] resalta la limitada participación recibida en proporción a la magnitud de obras que se producen en el país, expresa su preocupación por la mínima participación de la vivienda colectiva de interés social y la muy limitada experimentación que se evidencia en el país. Es claro el contraste que se presenta con el panorama en el apartado de vivienda individual, en el cual hubo una amplia y diversa participación, con lo cual se deduce que en Colombia aún no se ha dado un paso que nuestras ciudades y la sociedad están esperando, para que la calidad de nuestros entornos urbanos, esté fundamentada también en la vivienda como elemento esencial del hábitat».[4]

La escasa participación en vivienda de interés social corrobora lo que ya se sabe: que los arquitectos están más a gusto contratados para hacer vivienda individual y vivienda para estratos medios y altos; además, que la vivienda para estratos bajos es una cenicienta dejada en manos de los urbanizadores informales.

Sobre esta ausencia de interés por el interés social, me expongo a sugerir una reformulación para que el lamento no se limite al clamor por la falta de vivienda para pobres, por ejemplo: el comité expresa su preocupación por la incompetencia de la SCA y de las universidades para lograr que el eufemismo de la vivienda de interés social sea un tema de primera línea en arquitectura. Si hubiéramos pasado por la modernidad y asimilado los problemas de urbanización y crecimiento demográfico; o si hubiéramos pasado por la contemporaneidad y los problemas de medio ambiente, este arcaísmo de la vivienda individual estaría guardado en los museos; y la SCA, el gobierno y las universidades estarían preocupados por la vivienda colectiva para todos los estratos. Y para la sorpresa del comité porque la vivienda no sea un elemento esencial del hábitat, sugiero también una reformulación: mientras algunos seguimos esperando que “algo pase” por dentro, la SCA continúa anhelando que desde afuera “nos” consideren importantes.

Entre tanto, el jurado de la Bienal continúa conformado por un grupo de invitados obligados a actuar a la vez como legisladores y jueces; formulando sobre la marcha unos criterios para justificar unas preferencias ambiguas que deambulan entre lo social, lo significativo, la innovación, lo complejo, lo excepcional y la generosidad con el entorno.

En últimas, mediante estas denominaciones y jerquizaciones, parecería que la SCA considera que un conjunto de viviendas de estrato alto es menos como arquitectura que un colegio público, porque no es “significativo” para una comunidad. O que un colegio no hace parte del habitat porque el habitat se reduce a la vivienda. Sea como sea, deberían aclararlo.

Si se quiere enfatizar la importancia de “lo social”, seguido de todo lo demás, tendría que haber dos categorías aparte, por ejemplo: Arquitectura por Gestión pública y por Gestión privada, haciendo explícito que una se privilegia sobre la otra; en este caso, la pública. Con lo cual, lo que en realidad se estaría separando sería lo antes se llamaba Servicios complementarios y ahora se denomina Equipamientos urbanos, de lo que antes se llamaba Vivienda y ahora se denomina Habitat.

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El llamado de Escala propuso que una caracterización como la de AV Monografías requiere una respuesta para evitar “panoramas desinformados y sesgados que se asumirán como verdaderos y correctos al ser difundidos masivamente”.

Los nueve criterios acá identificados podrían servir a la SCA como punto de partida para constituir un sistema a priori de reglas de juego para la próxima bienal, exonerando al jurado de la tarea de inventar sus propios criterios, año tras año. Con los ajustes y complementos del caso, también le permitirían a la SCA asumir el papel de promover una arquitectura menos interesada en el aplauso de la comunidad internacional, y más preocupada por el descalabro interno de una ciudad –un habitat– cuya mayoría porcentual sigue siendo planeada, diseñada y construida, sin que a la SCA se le mueva un pelo.

Asumo que de responder, que nunca lo hacen, lo harían de manera “tranquila y meditada”, lavándose las manos y reclamando no hay nada que hacer, que la ciudad la dominan fuerzas superiores, que los arquitectos se ocupan de otras cosas. La misma nada que hicieron con Eldorado.[5]

Juan Luis Rodríguez

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NOTAS

1. El artículo La Bienal ha sido juzgada…que inicie la Bienal y las actas de selección y premiación están en www.revistaescala.com
2. Otra vez porque ya lo hice en el artículo Medio ambiente e innovación. Criterios para la Bienal XXII, artículo publicado en Memorias, Vol. 2 Núm. 3, Pontificia Universidad Javeriana, 2009.
3. AV Monografías, LATIN AMERICA 2010, número 138, diciembre de 2009
4.http://www.revistaescala.com/attachments/345_Acta%20
comite%20de%20seleccion%20de%20la%20Bienal%20de%20Arquitectura%202010.pdf
5. http://esferapublica.org/nfblog/?p=6939

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Arquitectura ¿sostenible? en las periferias de Bogotá y Medellín

Junio  26 – 2010

El instituto Cité de l’Architecture concedió recientemente un premio a Giancarlo Mazzanti por la sostenibilidad de sus edificios. Desde una concepción “técnica” de la sostenibilidad, el jurado reconoce algo que los edificios no tienen. Desde una supuesta concepción “social” de la sostenibilidad, el jurado celebra algo que no le corresponde a los arquitectos: que en Colombia, en lugar de museos para atraer el turismo como el Guggenheim de Bilbao, se hacen edificios para resolver problemas sociales, desde unas políticas para la cuales una arquitectura de primera calidad se ha considerado fundamental.

Reporta Enrique Atonal que: “el arquitecto franco colombiano Giancarlo Mazzanti recibe este martes, en París, el Premio internacional de arquitectura sustentable. Se trata de un [premio] que entrega anualmente el instituto Cité de l’Architecture y que recompensa a cinco arquitectos contemporáneos por sus innovaciones a favor de la defensa del medio ambiente, de las energías renovables y en la edificación de una sociedad más ética.” Por su parte, el propio arquitecto le explica a Atonal que: “El premio me lo dan, básicamente por el trabajo ético, civil y social en que concierne a proyectos de arquitectura actual. Tiene que ver con proyectos como la Biblioteca de España en Santo Domingo Savio en Medellín; y con colegios y preescolares en la periferias de Bogotá: proyectos en zonas con problemas, deterioradas y con bajos ingresos; proyectos institucionales que transforman sectores de la comunidad”[1]

Al comparar lo que se entiende por sostenibilidad en cada caso, o el periodista reporta unos componentes que el premio no tiene, o el arquitecto olvidó mencionar los componentes técnicos relacionados con el premio, o al jurado le pareció suficiente una concepción según la cual un supuesto énfasis sobre “lo social” bastaba para resaltar el gran acontecimiento de que en Colombia se está promoviendo y construyendo arquitectura de primera calidad, como parte de unos programas contra la pobreza y la desigualdad.

La arquitectura premiada es “icónica” y como tal de alta visibilidad y recordación. Esa fue la intención proyectual, ese fue el motivo por el que ganó el concurso, ese el motivo por el cual se ha publicado en más de un centenar de revistas internacionales, y sobre todo, esa es la causa del orgullo que los usuarios de barrio y los habitantes de Medellín sienten por este singular y meritorio edificio. Al fin y al cabo, la producción de formas con capacidad emblemática y simbólica siempre ha sido un objetivo para ciertos arquitectos, y un mérito artístico para la mayoría de los críticos. Pero los programas de desmarginalización de barrios con la colaboración de arquitectura de primera calidad podrían funcionar con opciones estéticas opuestas al protagonismo “icónico”, como la eventual invisibilidad “orgánica” o “mimética” de un edificio. En cualquier caso, se trataría de decisiones estéticas tomadas por un arquitecto, en respuesta a programas de mejoramiento social que responden a unas políticas culturales.

Hasta hace poco, este tipo de edificios, cuando se hacían, quedaban en manos de empleados oficiales sin la capacidad para tomar decisiones estéticas tan importantes como la de construir un ícono o un anti-ícono; y mucho menos con la capacidad intelectual para realizarlos. Pero cuando un jurado premia a un arquitecto por los méritos de un programa social y político, y a un edificio por unos méritos técnicos que no tiene, comete el error de incumplir una premisa que parecería elemental: que si un edificio se ha de premiar por su sostenibilidad social, debería cumplir con una mínima excelencia técnica.
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Entre los inventores de la sostenibilidad que son los economistas, hay moderados, radicales e intermedios, pero mandan por lo general los que generan mayores índices de desarrollo económico, más dividendos en la bolsa y más impuestos para las administraciones nacionales y locales. El concepto preferido de los ganadores había sido tradicionalmente el Desarrollo económico, a secas; pero esta concepción del desarrollo se volvió motivo de escándalo cuando se aceptó que en su versión cruda actuaba como un depredador silencioso: una especie de Jekyll en los bancos y un Hyde en la atmósfera que algún día nos dejará sin qué respirar ni qué comer, a todos.

Mediante cálculos y proyecciones propios de su oficio, los economistas llegaron a la visión apocalíptica según la cual la situación planetaria será in-sostenible, relativamente pronto. Aceptaron la obligatoriedad de introducir en sus cálculos el equilibrio de los sistemas dinámicos, o la homeostasis, y del cartesianismo tradicional de sus representaciones se convirtieron al neoeuclideanismo para producir una imagen como la del célebre triángulo que se utiliza para explicar en qué consiste la sostenibilidad.[2]

El triángulo implica que la eficiencia y el crecimiento no son suficientes para obtener riqueza, sino que para lograr estabilidad se requiere tener en cuenta “lo social” y “lo ambiental”. Lo social, compuesto por la pobreza y la cultura; y lo ambiental, compuesto por los recursos naturales, la biodiversidad y la basura, incluida la nuclear. Implica también que a largo plazo, por mucho dinero en el banco, acciones en la bolsa o cosas en la casa, nadie va a poder vivir en el gigantesco basurero que la economía cruda venía promoviendo. En cambio, si la economía fuera sostenible, a todos nos iría mejor.

Imposible no estar de acuerdo. Pero quedan dilemas de improbable solución a la vista, por ejemplo: “¿Qué pasará a largo plazo con el medio ambiente, si un gran número de personas no puede satisfacer actualmente sus necesidades domésticas básicas? Si no se tiene acceso al agua potable y se necesita leña para hervir el agua, ¿se preocupa uno por la deforestación? O si se tiene que manejar o viajar una gran distancia para ir a trabajar todos los días, ¿estaría uno dispuesto a mudarse a otra ciudad o a cambiar de trabajo para no contaminar el aire con los gases de escape del vehículo?”[3]

Desde hace décadas la arquitectura también reconoce unos dilemas propios que recientemente se han vuelto tema de primera página. Los arquitectos, conscientes del despilfarro energético y los altos índices de huella de carbono generados por ciudades y edificios, se han ido convenciendo de que la arquitectura debería también ser sostenible. Sin embargo, estar conscientes no implica que se haga “algo” o se sepa qué hacer. De momento, vamos en creer que se trata de “algo” muy importante y que, en efecto, algo se debería hacer. Con miras a saber qué hacer, un premio como el reciente debería alegrarnos por la implicación de tener en casa un experto mundial en el tema. Sin embargo, el premio no se debe a que los edificios mencionados sean ejemplos mundiales en utilización de recursos o reducción de huella de carbono, sino a que éstos son ejemplos de Sostenibilidad social.
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En otro informe periodístico, Amira Abultaif Kadamani emula un encomio para la biblioteca España formulado anteriormente por Miquel Adriá, según el cual los sicarios se reemplazaron por orquídeas.[4] Para Kadamani: “Haber logrado que el antiguo fortín inexpugnable de los sicarios de Pablo Escobar en los 80 se convirtiera en atracción turística y orgullo para los habitantes de Santo Domingo Savio, barrio de la Comuna Uno de Medellín, más que una hazaña fue un hito”. Conservando la lógica de la oración, diría Kadamani que debido a la arquitectura de un arquitecto, el barrio ya no es un fortín de sicarios sino una atracción turística; y aunque esto suene a hazaña, no lo es porque es un hito. Este tipo de argumentación mediante la cual un edificio se convierte en un soldado que combate el narcotráfico y la guerrilla, equivale a reafirmar la parodia según la cual si hay dos personas y dos pollos, y una de las dos se come los dos pollos, se incrementa el consumo per cápita del país, la pobreza disminuye y el PIB aumenta. Se trata obviamente de un argumento en el que de una premisa no se sigue la otra, a pesar de que todo el aparato publicitario dedique a ello sus mejores estrategias. Y aún si el PIB engorda, por más que la falaz conclusión se repita cien veces, alguien se queda sin pollo.

Más allá de replicar la falacia de Adriá, Kadamani le pregunta a Mazzanti ¿Qué es la arquitectura bioclimática? Responde Mazzanti que la arquitectura bioclimática consiste en: “recoger el agua lluvia, utilizar las condiciones ambientales exteriores para generar corrientes de aire y ventilación en vez de usar aire acondicionado. Pero creo que el tema debe ir mucho más allá, y eso implica una forma diferente de entender la sociedad y el medio ambiente. La sostenibilidad no consiste sólo en mejorar las condiciones energéticas, en no tumbar árboles o en ponerle pasto al techo de un edificio. Eso es bastante ingenuo.”[5] Parecería entonces que la definición deja de ser ingenua cuando se incorporan “lo social” y “lo ético”; con lo cual no habría problema si con ello no se sacudieran unos y otro, de “lo técnico”. En realidad, la respuesta minimiza los aspectos técnicos del tema, del mismo modo que las estadísticas falsean los resultados del consumo de pollo, y del mismo modo que lo hace el jurado para poder premiar “lo social”.

Mediante el olvido voluntario de la “defensa del medio ambiente y las energías renovables”, el jurado parece afirmar, una vez más, el valor icónico de los edificios y el valor de los proyectos de inclusión social mediante los cuales las alcaldías de Bogotá y Medellín han resuelto monumentalizar la periferia y dignificar la vida de los habitantes marginales. Asumiendo que cualquier organización está en su derecho de premiar al que le parezca, ¿nos equivocamos al no entender que el premio a la sostenibilidad es para las alcaldías de Bogotá y Medellín por la inclusión social, llamada para el caso sostenibilidad social; y nos equivocamos al creer que la sostenibilidad arquitectónica es apenas un disfraz inventado por el jurado para justificar el premio a unos edificios que además de importantes considera emocionantes? O ¿se equivoca el jurado al olvidar la diferencia entre una imprecisamente llamada arquitectura social y una eventual arquitectura sostenible, preocupada, en principio, o por principio, en resolver asuntos relacionados con el consumo energético, la utilización de materiales y el mantenimiento de un edificio?

En mi opinión, se equivoca el jurado. Impresionado tal vez por fotos y hechos como que si un edificio ha sido publicado más de un centenar de veces, “por algo tiene que ser”, se olvida que uno no come yerba sólo porque “millones de vacas no pueden equivocarse”. Se olvida también que la sostenibilidad arquitectónica tiene unos componentes mínimos como los definidos por un estándar como el LEED; un reconocido sistema internacional para medir técnicamente la sostenibilidad a partir de variables como ahorro de energía, eficiencia en el consumo de agua, reducción de emisiones de CO2, mejoramiento de las condiciones ambientales interiores y sensibilización en el manejo de recursos y desperdicios.[6] Se olvidan de todo, tal vez, porque como ya es frecuente con estos jurados, no conocen los edificios y los juzgan como proyectos de taller o de concurso, a partir de imágenes y discursos.

Juan Luis Rodríguez

NOTAS

1 http://www.espanol.rfi.fr/americas/20100511-el-arquitecto-colombiano-giancarlo-mazzanti-recibe-premio-en-francia

2 http://ioc3.unesco.org/icam-lac/images/upload/enfoqdesarrollosostenible.pnghttp:

//www.google.com.co/images?hl=es&q=desarrollo+sostenible&um=1&ie=UTF-8&source=univ&ei=T08ATLiBOIP68AamkoHwDQ&sa=X&oi=image_result_group&ct=

title&resnum=7&ved=0CEQQsAQwBg

3 http://www.worldbank.org/depweb/spanish/sd.html

4 http://www.elpais.com/articulo/arte/sicarios/orquideas/elpepuculbab

/20080621elpbabart_8/Tes

5 http://www.eltiempo.com/culturayocio/credencial/

arquitectura-hay-que-deshacerse-de-la-arquitectura-del-miedogiancarlo-mazzanti_77292051

6 http://www.usgbc.org/DisplayPage.aspx?CMSPageID=1988

LEED is an internationally recognized green building certification system, providing third-party verification that a building or community was designed and built using strategies aimed at improving performance across all the metrics that matter most: energy savings, water efficiency, CO2 emissions reduction, improved indoor environmental quality, and stewardship of resources and sensitivity to their impacts.

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