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Clima, arquitectura y práctica profesional

 

Mayo 2, 2013

 

Como lo dice el arquitecto mexicano Luis Gabriel Gómez Azpeitia, Director de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Colima, la arquitectura bioclimática es “un conjunto de elementos arquitectónicos, constructivos, mecánicos y de paisaje, capaces de transformar las condiciones del espacio habitado (interior o exterior) en tal medida que contribuyan al bienestar termofisiólogico del ser humano, utilizando preferentemente energías pasivas”. En esta proposición, aclara él, “las condiciones se refieren al clima, y el bienestar termofisiológico a la biología. Por eso es bioclimática.” Y el DRAE  recientemente consagró el termino (De bio- y climático) como un adjetivo: “dicho de un edificio o de su disposición en el espacio: que trata de aprovechar las condiciones medioambientales en beneficio de los usuarios. Viviendas bioclimáticas. Urbanismo bioclimático”. Y, por extensión, aunque no lo precisa el diccionario de la Academia, arquitectura bioclimática, con lo que estaría aparentemente finiquitado el asunto.

Pero de otro lado, en el libro de Victor Olgyay (Hungría, 1910 – USA, 1970)  “Clima y Arquitectura en Colombia”, 1968 (Cali, Facultad de Arquitectura, Universidad del Valle), se habla es de un “método bioclimático para el diseño”. Libro en que este arquitecto, urbanista y profesor de la Universidad de Princeton, pionero del tema, amplió, para las circunstancias locales, su anterior trabajo “Design with Climate”,1963, a partir de un primer artículo sobre el asunto, «The temperate house», 1951. El libro comienza diciendo que “el problema de controlar el medio ambiente y de crear condiciones favorables para el desarrollo de los objetivos y actividades humanas es tan antiguo como el hombre mismo.” Un edificio bien diseñado, y no apenas “estilado”, como abundan ahora, puede conseguir un gran ahorro de energía e incluso llegar a ser totalmente sostenible, contribuyendo al bienestar general del ser humano, y no apenas al termofisiólogico. Es decir que presumiblemente fue el método de al menos buena parte de la arquitectura pre moderna, por lo que decir arquitectura bioclimática vendría a ser casi un pleonasmo, como lo es  llamar “piel” a las fachadas.

Confusión que no sería de mayor importancia si no fuera porque designar con estas palabras una arquitectura que con alarmante frecuencia no es ni bioclimática ni arquitectura, solo por que es de moda o apenas un plagio de la arquitectura que entre nosotros aun se publica y premia, es del todo una situación aberrante. Nuestras ciudades hoy en día dependen cada vez mas de esos arquitectos que se auto promocionan como tales de la mano de lo bioclimático pero ignorando nuestros climas, paisajes y tradiciones. Como dice Ariel Espino, si hay algo que ha impedido una arquitectura universal, es el clima, pues permanece mientras  lo demás permuta (La Prensa, Panamá 26/01/1995). Pero nos seduce tanto lo de afuera, y aquí lo norteamericano aun sigue siendo “in”, que seguimos poniendo vidrios y eliminado aleros en nuestros climas calidos y templados como si estuviéramos en Bogotá…y poniendo persianas allá. Y diciendo sustentable en lugar de sostenible, en contra de lo que sustenta el DRAE, y arquitectura bioclimática en vez de arquitectura apropiada al clima y de ahí propia.

 

Benjamin Barney Caldas

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