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Por un espacio para la crítica

Desde la dirección del portal A57 , Ana María Pinzón y Maarten Goossens , en sus comentarios al artículo Compositores e interpretes, [1] manifiestan su molestia por el hecho de que todavía exista la discusión sobre la copia, tema que al parecer les parece agotado o resuelto, pero sin decir porqué.

Existen muchísimos portales que hacen exactamente lo mismo que las muchísimas revistas de arquitectura, cuyo objeto comercial es la divulgación de arquitectura reciente, y aunque se califiquen de apóstoles de la arquitectura “de vanguardia” “nueva arquitectura” o “arquitectura emergente”, el hecho real es que ésta resulta  siendo la más fácil de vender, la más comercial, la más fácil de mediatizar. Para los que la vemos desde la otra orilla se llama simplemente “arquitectura espectáculo” y se explica claramente porque representa mejores  ingresos.

Dado que el producto que se vende en estos portales y revistas es ante todo la imagen, sin que importe de dónde viene,  ni cómo se produce, cualquier indagación en este sentido puede dañar el producto. Por este camino, la arquitectura es presentada por medio de fotos y descripciones frívolas, y cuidadosamente despojada de cualquier análisis.

La más  grave consecuencia de lo anterior  es que la información se presenta absolutamente alienada, y termina por alienar el juicio del lector sobre la arquitectura en general. Deduzco de los comentarios de los editores de A57 que es de su  interés  que la discusión sobre el plagio no continúe, porque la discusión es  algo que puede “magullar” la mercancía que pretenden vender. No es la primera vez que se trata de acallar la discusión sobre este tema que afecta a las mal llamadas vanguardias colombianas y latinoamericanas.

En cambio, encontramos que los portales y espacios de crítica, donde se razone sobre la arquitectura de manera intelectual, se cuentan con los dedos de una mano: Vitruvius en Brasil , el desaparecido Crítica y Arquitectura  de Mario Rosaldo  y Bazar Americano en Argentina. [2]

La SCA ha evitado, por no decir vetado, cualquier discusión del tema  en Bienales y Congresos. Otros mercaderes de la imagen, como Miquel Adriá, editor de Arquine, han tratado también de eliminar  la discusión, calificando incluso de  “reaccionarios” a quienes hemos argumentado y discutido de manera abierta en la Web [3]. Adriá aparentemente estaría preocupado porque una discusión como ésta trastoque el orden establecido en la mediatización de su ya bien definido nicho en el mercado arquitectónico.

Ana María pregunta: ¿Cuál es el objetivo de esta discusión? Hasta el momento he asumido que pregunta para decir indirectamente que la misma no tiene sentido, pero puede ser que su curiosidad sea genuina.

Pues bien, el tema del plagio es simplemente un fragmento de una discusión más amplia sobre el “estado del arte” en la arquitectura colombiana e iberoamericana; tema que comprende no sólo problemas relacionados con las formas de proyección, en los cuales se inscribe el plagio, sino también sobre temas abiertos hace mucho tiempo e igualmente resueltos a medias como la identidad –local, nacional o regional– o la existencia o inexistencia de la vanguardia en Latinoamérica.

El pensamiento crítico  permite, entre otros, develar lo que no se aprecia en la superficie, hacer claros los procesos de generación y producción en la proyección arquitectónica. He aquí  la importancia de la existencia de lugares para el  pensamiento crítico y  la discusión.

Torre de Babel intenta ser uno de estos lugares. Un espacio para dilucidar en torno a las ideas y planteamientos que están en la base de la arquitectura que producimos hoy en día. Nos interesa tanto discutir sobre lo que se produce como sobre los procedimientos e ideologías que rigen la producción; nos interesa, en contraposición a esta frívola abundancia mediática, ofrecer un espacio de carácter intelectual para arquitectura.

Aprovecho para reiterar que Torre de Babel  es un portal abierto a todas las colaboraciones, desde cualquier ideología. Sólo se necesitan argumentos y todos son bienvenidos.

Guillermo Fischer

[1] http://torredebabel.info/blog.php/?p=1405

[2] http://www.vitruvius.com.br/revistas/browse/arquitextos

http://www.bazaramericano.com/arquitectura/index.htm

[3] http://www.elpais.com/articulo/arte/sicarios/

orquideas/elpepuculbab/20080621elpbabart_8/Tes

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¿Medellín o Disneylandia?

Octubre 11 – 2010

Arquitectura-antídoto, orgullosamente colombiana

Quienquiera que haya creado la campaña publicitaria según la cual en Medellín se controlan la pobreza y el narcotráfico a punta de arquitectura, va bien. La efectividad de la “recordación” está para competir con la ya olvidada campaña publicitaria según la cual Bogotá, «ahora sí» va a tener “el aeropuerto que nos merecemos”. La de Eldorado, creada para el consumo local; la de Medellín, creada para el consumo internacional; una para desprestigiar, la otra para lo contrario. Ambas exitosas, y las dos, en mi opinión, equivocadas.

El último incauto en caer seducido fue el arquitecto Enrique Browne: “La arquitectura urbana colombiana ha contribuido para que cese la violencia”, repite el jingle de Browne. Así se repita y repique mil veces que la arquitectura ha disminuido el narcotráfico y la violencia, éstos ni cesan ni disminuyen. Los arquitectos, sin embargo, siguen en lo suyo, especialmente ahora que la ciudad se llena de incautos e incautables, locales e internacionales, con motivo de la doble bienal, orgullosamente colombo-iberoamericana.
http://www.mincultura.gov.co/?idcategoria=40525

Las estrategias de comunicación suponen que una mentira, una mentirilla, o una picardía bien apuntalada se vuelven verdad para la opinión pública, siempre y cuando se transmita bien el mensaje. Para Eldorado, lo propio habían hecho el director de la Aerocivil, el gerente de Opaín, el ministro de Transporte y por último el expresidente Uribe, quienes durante año y medio tararearon en la prensa nacional el estribillo «el aeropuerto que nos merecemos», mediante el cual aseguraron el otrosí para demoler; documento que ya descansa, orgullosamente, en la galería de trofeos del contratista.

A cualquiera le gustaría, no sólo oír sino que fuera verdad, que en Medellín y en Colombia, la pobreza, la violencia y el narcotráfico se están acabando. A la publicidad, entre tanto, lo que le importa es que su mensaje se instale en el cerebro del target. Punto. Hay especialistas en esto de la desinformación que ganan fortunas. Para consumo interno y más próxima que el ya olvidado Eldorado, tuvimos hace poco la exitosa campaña del excandidato Santos, quien, entre otras, mediado por una buena estrategia de comunicación logró crear en la opinión pública la idea que Antanas Mockus es ateo; cosa que no es y cosa que nunca dijo que era, pero cosa que la opinión pública creyó, y con eso basta.
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El Espectador, en su editorial del 21 de abril de 2010, invita a la moderación:
“Medellín se enfrenta a retratos defectuosos de sus problemas y de las lógicas de su transformación. De una parte, hay quienes ofrecen de la ciudad la idea de que todo sigue igual o ha empeorado, que el control de la delincuencia es absoluto, que nada se mueve sin el consentimiento del patrón de algún grupo mafioso y que a la captura de uno de ellos seguirán las retaliaciones y la recomposición de la estructura delincuencial. En el otro extremo, hay quienes promueven una imagen un tanto maquillada de una ciudad cuyos problemas de seguridad son sólo parte del pasado o en la que los conflictos que están en la base de toda esta historia han sido superados. Una imagen pesimista a la que se le opone una mirada ingenua de una realidad compleja e incierta.
Estas dos maneras de ver la ciudad tienen auditorios interesados y heterogéneos, porque el comportamiento de la seguridad se convirtió en un indicador que puede mover la favorabilidad positiva o negativamente. Eso no está mal. Pero hay que ser conscientes de la polarización que puede producirse con respecto a un tema como este y de los efectos de dicha polarización en otros aspectos del desempeño de la ciudad. Frente a estas posiciones extremas, los matices son requeridos.”

Revisemos algunos e estos «extremos»; unos escritos por analistas de la política, la sociología y la economía, cuya visión de la ciudad oscila entre el negro y el gris; los otros escritos por analistas de la arquitectura que al parecer ven en rosado.

Christopher Hawthorne:
“Over the last two or three years, a steady buzz has been building in architecture and design circles about developments in this city of 3.5 million, which through much of the 1980s and 1990s was infamous for its sky-high murder rate and viciously competitive drug cartels, including a particularly violent one led by Pablo Escobar.
Architects and urban planners who traveled to Medellín seemed to return telling some version of the same enthusiastic story about the renaissance taking place in Colombia’s second-largest city, which has been driven in large part by investment in ambitious civic architecture.”
http://www.latimes.com/entertainment/news/la-ca-medellin-20100509-1,0,2143183.story

Iker Seisdedos:
“Es la historia de la transformación de una de las ciudades más peligrosas del mundo gracias, en gran parte, a la cultura. Y puede sonar a cuento no apto para cínicos, pero es que los vecinos de la Comuna 1 prefieren creer, como esos chavales que, bajo la atenta mirada policial, relatan la metamorfosis a cambio de unos pesos.
El Parque-Biblioteca España, de Mazzanti, fue inaugurado en 2007 y forma parte de una red de cinco centros diseminados por los barrios deprimidos de la ciudad (hay en proyecto la construcción de otros cinco). Además de ofrecer servicio de préstamo de libros o de acceso a Internet, actúan como punto de encuentro y espacio público de las comunidades a las que embellecen con sus formas vanguardistas, ideadas en estudios de arquitectos de prestigio e inspiradas en la idea de que la estética puede ser motor de cambio social. Pero conviene no engañarse, aconseja el alcalde Salazar. «La violencia organizada no se combate con hip-hop».
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Instrumentos/fusiles/elpepicul/

20100705elpepicul_2/Tes

Miquel Adriá:
“Medellín se ha transformado. Cuatro años de gobierno municipal enfocado hacia el urbanismo social convirtieron un territorio de sicarios y sede del famoso cartel de la droga en una ciudad ejemplar. Cuatro años bastaron para hacer realidad un cambio radical que transformó una conurbación de guetos en una ciudad de todos, sacando a la calle a una sociedad que ha vivido oculta en sus casas durante años a causa del miedo.
Se trata de espacios públicos y abiertos, con plaza para eventos como clases de baile y conciertos, salones para la comunidad y bibliotecas rebosantes de niños, donde pocos años atrás las tropas de Pablo Escobar pagaban a cualquier adolescente un millón de pesos colombianos (unos cuarenta euros) por cada policía muerto.
http://www.elpais.com/articulo/arte/sicarios/orquideas/elpepuculbab/

20080621elpbabart_8/Tes

Vivian Acuña:
“El conjunto de parques y edificios públicos construidos por Felipe Uribe sorprende. Sus propuestas formales y urbanas transformaron la violenta ciudad de Medellín al promover la inclusión social y generar lugares disfrutables. Renuevan los usos y estimulan la sensibilidad del usuario con efectos arquitectónicos: el tratamiento de la luz, las proporciones, los cambios de escala sorpresivos, y un despliegue de colores y texturas que son, en conjunto, el resultado de elaborar una diversidad de referencias culturales.
Más aún, en los Parques de los Deseos (2003) y Pies descalzos (1999), Uribe propone un diseño sin rejas que disipó la violencia urbana al incluir abiertamente las actividades educativas y recreativas sin discriminación social. Ubicado al norte de Medellín, los Deseos integra una zona de parques aledaña al Planetario con el Jardín Botánico y la estación de metro de la Universidad de Antioquia, culturalmente afines.”
http://edant.clarin.com/suplementos/arquitectura/2008/01/29/a-01595623.htm

Randall Zúñiga:
“Queda archivada la descomunal violencia. La Biblioteca Parque España es un eslabón más en la restauración urbana y social de una ciudad devastada por el narcotráfico. El premio a Mejor Obra durante la VI Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo lo confirma.
La ciudad de Medellín, al extremo norte de la cordillera de los Andes, representa un quebradísimo terreno en el que se producían, en el 2002, un promedio de 500 asesinatos al año derivados del narcotráfico. La situación sumió a una población de cerca de 400.000 personas en una dictadura de miedo, de la que ha sobrevivido una dictadura de pobreza.”
http://www.revistasucasa.com/contenido/articles/201/1/La-Biblioteca-de-Medellin/Paacuteginas1.html

Esther Rebollo:
“Escenario en décadas pasadas de las más violentas guerras entre bandas de narcotraficantes, paramilitares, guerrilleros y sicarios, y cuna del siniestro Pablo Escobar y del cártel de la droga más temido de América, la ciudad colombiana de Medellín es hoy un ejemplo de modernidad y desarrollo económico gracias a un modelo centrado en la educación, el civismo y la convivencia.
Con 3,5 millones de habitantes en su área metropolitana, ubicada en el bello y cálido Valle de Aburrá, entre las cordilleras que se bifurcan de los Andes antes de precipitarse sobre el Caribe, Medellín ha sido objeto de una transformación que le ha convertido en destino turístico y sede de importantes eventos internacionales.
Sus vanguardistas edificaciones y su innovador sistema de transporte están dirigidos exclusivamente al ciudadano. Sirven para embellecer la ciudad, pero su cometido principal es crear espacios públicos para hacer más fácil y segura la vida de los «paisas», como se denomina a los habitantes de Medellín.
No se concibe una visita a esta ciudad sin viajar en su sofisticado, rápido e impecable Metro Cable, un teleférico que sortea empinadas colinas y lleva a los barrios donde hace pocos años nadie pisaba por temor a la violencia desgarrada.
…Y todo esto ocurre en Medellín, la ciudad más violenta de Sudamérica en los años ochenta y noventa del siglo pasado.”
http://lopaisa.com/index2.php?option=com_content&do_pdf=1&id=599

Juanita León:
“El primer sitio que visitamos en la Comuna es el nuevo Centro Integrado de Intervención Social. Fue creado por el Presidente Santos el 14 de agosto, como la nueva estrategia para afrontar la violencia en la Comuna 13. La decisión se tomó en un Consejo de Seguridad después de que entre julio y agosto se recrudeció la violencia en esta comuna donde Medicina Legal dice que ocurrieron 139 homicidios en el primer semestre. Tiene una tasa de 108 asesinatos por cada 100 mil asesinatos, tres veces más alta que el promedio nacional, cinco veces más alta que la de Bogotá y parecida a la de Bagdad.
El gerente del Centro Alberto González me explica que la idea del centro es coordinar el trabajo de la Policía, el CTI, la Fiscalía, el DAS, el ICBF, el Sena y la Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Medellín. La esperanza que tienen es que si hacen una intervención integral, que combine lo policivo con asistencia social, lograrán no solo contener la violencia sino atacar sus raíces. No es una tarea fácil y González es un optimista moderado.
Cuando le pregunto cuál es la causa estructural de tanta violencia, se queda callado mirando una pelea de perros que se disputan a mordiscos el privilegio de montar una perra en celo. Vuelvo y le formulo la pregunta porque pienso que no la oyó la primera vez. Pero me dice que es que esa pelea de los perros le recuerda lo que sucede en esa Comuna 13. ”
http://www.lasillavacia.com/historia/18112

Cristina Vélez Vieira:
“En la última década Medellín había logrado pasar de ser una de las ciudades con los índices de criminalidad más altos de Latino América a estar dentro de la media. De 174 homicidios por 100 mil habitantes, llegó a 26 en el 2007, pero hoy otra vez esta tasa está cercana a los 70 asesinatos por 100 mil habitantes. Y el legado que le ha dado tanta popularidad al hoy candidato Presidencial Sergio Fajardo, ha dejado de ser un logro para mostrar.
Pero no es tan claro que estas medidas logren atacar el problema de fondo: el microtráfico de droga. En un barrio de las comunas, un joven expendedor de droga, según una fuente de la zona, se puede ganar 600 mil pesos diarios. Lo que significan casi doce millones de pesos al mes, un incentivo frente al cual la Alcaldía, con subsidios y capacitaciones, no tiene como combatir.”
http://www.lasillavacia.com/historia/5827

Jorge Gómez Gallego:
“Autoridades municipales y nacionales, parecen no encontrar una explicación que satisfaga a la opinión pública para explicar el fenómeno del incremento inusitado de la violencia en la ciudad de Medellín. El gobierno nacional, leyendo su guión reeleccionista y defendiendo su “seguridad democrática”, unas veces sindica al narcotráfico, otras a la inoperancia de las autoridades judiciales, y hasta insinúa que el asunto es responsabilidad de las autoridades locales. El Alcalde por su parte, en desarrollo del libreto de la campaña presidencial de su “independiente” antecesor, le devuelve el balón al gobierno nacional, y le increpa la falta de policías o de inteligencia.
Por eso cuando los gobernantes locales y nacionales, se empeñan en inventar justificaciones para quedar bien con la galería en asunto tan sensible, les quiero recordar hoy la popular frase que acuñó James Carville, estratega de la campaña electoral de Bill Clinton en 1992, con la que explicaba la derrota que su jefe le propinó a George Bush padre, en su aspiración reeleccionista, a pesar de la popularidad resultante de sus triunfos en la política exterior, pero en medio de un creciente desempleo: “Es la economía, estúpido”.
http://www.moir.org.co/Por-que-crece-la-violencia-en.html#

Alejandro Gaviria:
“A finales del año anterior, en medio del optimismo navideño, el general Naranjo pronosticó una caída de 300 homicidios en 2009 con respecto a 2008. Entusiasmado, señaló entonces que la tasa anual sería la más baja de los últimos 23 años. Llama la atención, por una parte, la discrepancia entre los registros de la Policía y los de Medicina Legal.
Las autoridades conocen bien las causas del problema: el crecimiento del crimen organizado, el reciclaje de las bandas de narcotraficantes, los coletazos de la desmovilización de los paramilitares, etc. Pero no parecen preparadas para enfrentarlo. Las propuestas recientes revelan una mezcla de desespero e impotencia. Primero fueron los estudiantes y los taxistas los llamados a resolver el problema. Después fueron los obispos los reclutados para facilitar una negociación azarosa con las bandas emergentes. A finales de la semana el Gobierno aclaró que los obispos sólo estaban autorizados para hacer labores pastorales. Ya los veremos, entonces, tratando de convencer a los criminales de las bondades del amor al prójimo.”
http://www.elespectador.com/columna187531-violencia-disparada

Juan Diego Restrepo:
“Tantas veces las autoridades municipales se negaron a aceptar que el proceso de reinserción de los bloques Cacique Nutibara y Héroes de Granada de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) había sido un fracaso que crearon un ambiente de falso optimismo que llevó al entonces alcalde de Medellín y ex candidato presidencial Sergio Fajardo Valderrama a concebir y difundir la famosa frase “pasamos del miedo a la esperanza.
Esa afirmación es hoy una ilusión y las laderas de Medellín arden que da miedo. No sólo en la comuna 13, como lo han mostrado de manera reiterada los medios de información locales, regionales y nacionales. Son varias las comunas donde las libertades individuales y colectivas están limitadas por el accionar de las bandas armadas ilegales y la incapacidad del Estado para contrarrestarlas.”
http://semana.pandac.com/noticias-opinion/reinsercion-urbana-auc-fracaso-medellin/143777.aspx
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Concluye la invitación a la moderación del editorial de El Espectador del 21 de abril:
“Es preciso reconocer que sus resultados [del Estado] no constituyen “el golpe definitivo” a la delincuencia y a los nichos de economía ilegal. Y es preciso, igualmente, aceptar que la posibilidad de que actuaciones genuinas por parte de los niveles local y nacional del Gobierno, combinadas con acciones permanentes de la ciudadanía reclamando su derecho a vivir en paz, constituyen un activo que se ha consolidado en la ciudad. Mal haríamos en arriesgar tan valioso activo con el rumor o el juicio pesimista de las circunstancias.”

No dudo que las políticas sociales de la ciudad han hecho un buen uso de la arquitectura como medio para mejorar la cotidianidad de sectores violentos, y que en el proceso han construido importantes y valiosos edificios y espacios urbanos que tienen cualidades de sobra para hablar de ellos como arquitectura. Presentar el resultado de tales esfuerzos como si estuviéramos en Disneylandia, y atribuirle a los arquitectos el papel de pacificadores y redentores sociales, no le hace bien a nadie. De modo que ante una rimbombancia político-publicitaria de tono cuasi teológico como la que pintan las exageraciones de los arquitectos, va una mera réplica lógica:

Si la arquitectura de edificios como la biblioteca España y el colegio Santo Domingo en Medellín resuelve problemas de violencia y narcotráfico, por ejemplo, como los de la comuna 13, también debería cargar con la culpa de hechos, por ejemplo, como la balacera del 11 de agosto en la comuna 13. Demasiada carga para unos arquitectos a quienes sólo debería corresponder proyectar y construir buenos y ojalá magníficos edificios; esperando que se hable de ellos y se valoren como arquitectura, sin aceptar que se diluyan en medio de las políticas –más o menos exitosas– de sus clientes.

Juan Luis Rodríguez

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Arquitectura ¿sostenible? en las periferias de Bogotá y Medellín

Junio  26 – 2010

El instituto Cité de l’Architecture concedió recientemente un premio a Giancarlo Mazzanti por la sostenibilidad de sus edificios. Desde una concepción “técnica” de la sostenibilidad, el jurado reconoce algo que los edificios no tienen. Desde una supuesta concepción “social” de la sostenibilidad, el jurado celebra algo que no le corresponde a los arquitectos: que en Colombia, en lugar de museos para atraer el turismo como el Guggenheim de Bilbao, se hacen edificios para resolver problemas sociales, desde unas políticas para la cuales una arquitectura de primera calidad se ha considerado fundamental.

Reporta Enrique Atonal que: “el arquitecto franco colombiano Giancarlo Mazzanti recibe este martes, en París, el Premio internacional de arquitectura sustentable. Se trata de un [premio] que entrega anualmente el instituto Cité de l’Architecture y que recompensa a cinco arquitectos contemporáneos por sus innovaciones a favor de la defensa del medio ambiente, de las energías renovables y en la edificación de una sociedad más ética.” Por su parte, el propio arquitecto le explica a Atonal que: “El premio me lo dan, básicamente por el trabajo ético, civil y social en que concierne a proyectos de arquitectura actual. Tiene que ver con proyectos como la Biblioteca de España en Santo Domingo Savio en Medellín; y con colegios y preescolares en la periferias de Bogotá: proyectos en zonas con problemas, deterioradas y con bajos ingresos; proyectos institucionales que transforman sectores de la comunidad”[1]

Al comparar lo que se entiende por sostenibilidad en cada caso, o el periodista reporta unos componentes que el premio no tiene, o el arquitecto olvidó mencionar los componentes técnicos relacionados con el premio, o al jurado le pareció suficiente una concepción según la cual un supuesto énfasis sobre “lo social” bastaba para resaltar el gran acontecimiento de que en Colombia se está promoviendo y construyendo arquitectura de primera calidad, como parte de unos programas contra la pobreza y la desigualdad.

La arquitectura premiada es “icónica” y como tal de alta visibilidad y recordación. Esa fue la intención proyectual, ese fue el motivo por el que ganó el concurso, ese el motivo por el cual se ha publicado en más de un centenar de revistas internacionales, y sobre todo, esa es la causa del orgullo que los usuarios de barrio y los habitantes de Medellín sienten por este singular y meritorio edificio. Al fin y al cabo, la producción de formas con capacidad emblemática y simbólica siempre ha sido un objetivo para ciertos arquitectos, y un mérito artístico para la mayoría de los críticos. Pero los programas de desmarginalización de barrios con la colaboración de arquitectura de primera calidad podrían funcionar con opciones estéticas opuestas al protagonismo “icónico”, como la eventual invisibilidad “orgánica” o “mimética” de un edificio. En cualquier caso, se trataría de decisiones estéticas tomadas por un arquitecto, en respuesta a programas de mejoramiento social que responden a unas políticas culturales.

Hasta hace poco, este tipo de edificios, cuando se hacían, quedaban en manos de empleados oficiales sin la capacidad para tomar decisiones estéticas tan importantes como la de construir un ícono o un anti-ícono; y mucho menos con la capacidad intelectual para realizarlos. Pero cuando un jurado premia a un arquitecto por los méritos de un programa social y político, y a un edificio por unos méritos técnicos que no tiene, comete el error de incumplir una premisa que parecería elemental: que si un edificio se ha de premiar por su sostenibilidad social, debería cumplir con una mínima excelencia técnica.
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Entre los inventores de la sostenibilidad que son los economistas, hay moderados, radicales e intermedios, pero mandan por lo general los que generan mayores índices de desarrollo económico, más dividendos en la bolsa y más impuestos para las administraciones nacionales y locales. El concepto preferido de los ganadores había sido tradicionalmente el Desarrollo económico, a secas; pero esta concepción del desarrollo se volvió motivo de escándalo cuando se aceptó que en su versión cruda actuaba como un depredador silencioso: una especie de Jekyll en los bancos y un Hyde en la atmósfera que algún día nos dejará sin qué respirar ni qué comer, a todos.

Mediante cálculos y proyecciones propios de su oficio, los economistas llegaron a la visión apocalíptica según la cual la situación planetaria será in-sostenible, relativamente pronto. Aceptaron la obligatoriedad de introducir en sus cálculos el equilibrio de los sistemas dinámicos, o la homeostasis, y del cartesianismo tradicional de sus representaciones se convirtieron al neoeuclideanismo para producir una imagen como la del célebre triángulo que se utiliza para explicar en qué consiste la sostenibilidad.[2]

El triángulo implica que la eficiencia y el crecimiento no son suficientes para obtener riqueza, sino que para lograr estabilidad se requiere tener en cuenta “lo social” y “lo ambiental”. Lo social, compuesto por la pobreza y la cultura; y lo ambiental, compuesto por los recursos naturales, la biodiversidad y la basura, incluida la nuclear. Implica también que a largo plazo, por mucho dinero en el banco, acciones en la bolsa o cosas en la casa, nadie va a poder vivir en el gigantesco basurero que la economía cruda venía promoviendo. En cambio, si la economía fuera sostenible, a todos nos iría mejor.

Imposible no estar de acuerdo. Pero quedan dilemas de improbable solución a la vista, por ejemplo: “¿Qué pasará a largo plazo con el medio ambiente, si un gran número de personas no puede satisfacer actualmente sus necesidades domésticas básicas? Si no se tiene acceso al agua potable y se necesita leña para hervir el agua, ¿se preocupa uno por la deforestación? O si se tiene que manejar o viajar una gran distancia para ir a trabajar todos los días, ¿estaría uno dispuesto a mudarse a otra ciudad o a cambiar de trabajo para no contaminar el aire con los gases de escape del vehículo?”[3]

Desde hace décadas la arquitectura también reconoce unos dilemas propios que recientemente se han vuelto tema de primera página. Los arquitectos, conscientes del despilfarro energético y los altos índices de huella de carbono generados por ciudades y edificios, se han ido convenciendo de que la arquitectura debería también ser sostenible. Sin embargo, estar conscientes no implica que se haga “algo” o se sepa qué hacer. De momento, vamos en creer que se trata de “algo” muy importante y que, en efecto, algo se debería hacer. Con miras a saber qué hacer, un premio como el reciente debería alegrarnos por la implicación de tener en casa un experto mundial en el tema. Sin embargo, el premio no se debe a que los edificios mencionados sean ejemplos mundiales en utilización de recursos o reducción de huella de carbono, sino a que éstos son ejemplos de Sostenibilidad social.
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En otro informe periodístico, Amira Abultaif Kadamani emula un encomio para la biblioteca España formulado anteriormente por Miquel Adriá, según el cual los sicarios se reemplazaron por orquídeas.[4] Para Kadamani: “Haber logrado que el antiguo fortín inexpugnable de los sicarios de Pablo Escobar en los 80 se convirtiera en atracción turística y orgullo para los habitantes de Santo Domingo Savio, barrio de la Comuna Uno de Medellín, más que una hazaña fue un hito”. Conservando la lógica de la oración, diría Kadamani que debido a la arquitectura de un arquitecto, el barrio ya no es un fortín de sicarios sino una atracción turística; y aunque esto suene a hazaña, no lo es porque es un hito. Este tipo de argumentación mediante la cual un edificio se convierte en un soldado que combate el narcotráfico y la guerrilla, equivale a reafirmar la parodia según la cual si hay dos personas y dos pollos, y una de las dos se come los dos pollos, se incrementa el consumo per cápita del país, la pobreza disminuye y el PIB aumenta. Se trata obviamente de un argumento en el que de una premisa no se sigue la otra, a pesar de que todo el aparato publicitario dedique a ello sus mejores estrategias. Y aún si el PIB engorda, por más que la falaz conclusión se repita cien veces, alguien se queda sin pollo.

Más allá de replicar la falacia de Adriá, Kadamani le pregunta a Mazzanti ¿Qué es la arquitectura bioclimática? Responde Mazzanti que la arquitectura bioclimática consiste en: “recoger el agua lluvia, utilizar las condiciones ambientales exteriores para generar corrientes de aire y ventilación en vez de usar aire acondicionado. Pero creo que el tema debe ir mucho más allá, y eso implica una forma diferente de entender la sociedad y el medio ambiente. La sostenibilidad no consiste sólo en mejorar las condiciones energéticas, en no tumbar árboles o en ponerle pasto al techo de un edificio. Eso es bastante ingenuo.”[5] Parecería entonces que la definición deja de ser ingenua cuando se incorporan “lo social” y “lo ético”; con lo cual no habría problema si con ello no se sacudieran unos y otro, de “lo técnico”. En realidad, la respuesta minimiza los aspectos técnicos del tema, del mismo modo que las estadísticas falsean los resultados del consumo de pollo, y del mismo modo que lo hace el jurado para poder premiar “lo social”.

Mediante el olvido voluntario de la “defensa del medio ambiente y las energías renovables”, el jurado parece afirmar, una vez más, el valor icónico de los edificios y el valor de los proyectos de inclusión social mediante los cuales las alcaldías de Bogotá y Medellín han resuelto monumentalizar la periferia y dignificar la vida de los habitantes marginales. Asumiendo que cualquier organización está en su derecho de premiar al que le parezca, ¿nos equivocamos al no entender que el premio a la sostenibilidad es para las alcaldías de Bogotá y Medellín por la inclusión social, llamada para el caso sostenibilidad social; y nos equivocamos al creer que la sostenibilidad arquitectónica es apenas un disfraz inventado por el jurado para justificar el premio a unos edificios que además de importantes considera emocionantes? O ¿se equivoca el jurado al olvidar la diferencia entre una imprecisamente llamada arquitectura social y una eventual arquitectura sostenible, preocupada, en principio, o por principio, en resolver asuntos relacionados con el consumo energético, la utilización de materiales y el mantenimiento de un edificio?

En mi opinión, se equivoca el jurado. Impresionado tal vez por fotos y hechos como que si un edificio ha sido publicado más de un centenar de veces, “por algo tiene que ser”, se olvida que uno no come yerba sólo porque “millones de vacas no pueden equivocarse”. Se olvida también que la sostenibilidad arquitectónica tiene unos componentes mínimos como los definidos por un estándar como el LEED; un reconocido sistema internacional para medir técnicamente la sostenibilidad a partir de variables como ahorro de energía, eficiencia en el consumo de agua, reducción de emisiones de CO2, mejoramiento de las condiciones ambientales interiores y sensibilización en el manejo de recursos y desperdicios.[6] Se olvidan de todo, tal vez, porque como ya es frecuente con estos jurados, no conocen los edificios y los juzgan como proyectos de taller o de concurso, a partir de imágenes y discursos.

Juan Luis Rodríguez

NOTAS

1 http://www.espanol.rfi.fr/americas/20100511-el-arquitecto-colombiano-giancarlo-mazzanti-recibe-premio-en-francia

2 http://ioc3.unesco.org/icam-lac/images/upload/enfoqdesarrollosostenible.pnghttp:

//www.google.com.co/images?hl=es&q=desarrollo+sostenible&um=1&ie=UTF-8&source=univ&ei=T08ATLiBOIP68AamkoHwDQ&sa=X&oi=image_result_group&ct=

title&resnum=7&ved=0CEQQsAQwBg

3 http://www.worldbank.org/depweb/spanish/sd.html

4 http://www.elpais.com/articulo/arte/sicarios/orquideas/elpepuculbab

/20080621elpbabart_8/Tes

5 http://www.eltiempo.com/culturayocio/credencial/

arquitectura-hay-que-deshacerse-de-la-arquitectura-del-miedogiancarlo-mazzanti_77292051

6 http://www.usgbc.org/DisplayPage.aspx?CMSPageID=1988

LEED is an internationally recognized green building certification system, providing third-party verification that a building or community was designed and built using strategies aimed at improving performance across all the metrics that matter most: energy savings, water efficiency, CO2 emissions reduction, improved indoor environmental quality, and stewardship of resources and sensitivity to their impacts.

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