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Propuesta para el Parque Bicentenario

Septiembre 21 – 2013

En Bogotá, el 19 de noviembre de 2012, un grupo de arquitectos independientes nos reunimos con el ánimo de proponer una salida al impasse del Parque del Bicentenario.

Consideraciones

– Somos conscientes de la importancia que reviste el espacio del Parque de la Independencia para la historia de Bogotá y para la vida urbana contemporánea. También de la necesidad de que el Parque del Bicentenario se resuelva de la mejor manera posible y de los graves perjuicios que para todos los ciudadanos significa la parálisis de las obras.

– Luego de estudiar los planos del llamado “Parque Bicentenario” y de observar las obras realizadas, hemos llegado a la conclusión de que este proyecto, tal como está previsto, es inviable y desfavorable para la administración distrital, y causará enormes perjuicios al entorno urbano y a la ciudadanía.

– Ya se ha adelantado la construcción de cinco plataformas en concreto que evidencian su impacto tanto en el costado norte (Parque de la Independencia, área de influencia de dos bienes de interés cultural de carácter nacional: el Conjunto El Parque y Templete de la Luz) como en el costado sur, que está bordeado por tres construcciones importantes: el edificio Embajador, el Museo de Arte Moderno con su futura ampliación y la Biblioteca Nacional y su ampliación; es importante resaltar que este último edificio es un bien de interés cultural de carácter nacional. Los muros que se han construido en el costado sur como remate de las plataformas, en la parte oriental y hacia la carrera 5ª, alcanzan una altura de 8 metros, bordeando un andén de escasos 2 metros, y hacia la parte occidental se levantan hasta 2 metros de altura.

– La intención de la presente propuesta es rescatar lo que se pueda de las construcciones ya hechas, liberar el frente del Museo de Arte Moderno e impedir intervenciones inadecuadas a ambos lados del Templete.

Propuesta

a. Demoler las plataformas localizadas en el costado oriental del proyecto, que para fines de esta propuesta se conocerán con los números 1 y 2.

b. Demoler la plataforma número 5 construida en el costado occidental del proyecto y no hacer la que aún falta por construir en este costado, para rebajar la altura de la plazoleta prevista sobre la carrera 7ª.

c. En las plataformas 3 y 4 que permanecerán, no superponer otras estructuras que aumenten la altura y formen callejones susceptibles de convertirse en focos de inseguridad.

d. Solicitar a la firma contratista Confase que, en conjunto con el arquitecto proyectista, acepten completamente esta propuesta y terminen las plataformas que se conservan y desarrollen un nuevo proyecto sin elevaciones innecesarias de manera que no creen nuevos problemas a la ciudad.

e. En caso de que la firma y el proyectista se nieguen a aceptar la propuesta, solicitar a las autoridades distritales rescindir el contrato con Confase y convocar un concurso (abierto o cerrado) en el que se seleccionen profesionales con experiencia en el diseño de espacios públicos para que propongan la mejor solución posible conservando las plataformas 3 y 4 y rediseñando plazoletas, andenes, rampas y escaleras, de manera que estas últimas no se proyecten en forma perpendicular a las plataformas sino paralelas a ellas, para reducir su impacto en el entorno.

f. En el caso de aceptarse y llevarse a cabo esta propuesta, concertar con los vecinos demandantes del proyecto actual la posibilidad de retirar sus demandas para facilitar los procesos jurídicos pendientes.

Enumeración plataformas

Enumeración de las plataformas

María Elvira Madriñán
Silvia Arango
Urbano Ripoll
Carlos Niño Murcia
Alberto Saldarriaga Roa

P.D. Es bueno recordar que la reunión del 19 de noviembre fue promovida por el gobierno distrital, pero del informe original se suprimió un párrafo, que es la esencia del problema: “…este proyecto, tal y como está previsto, es inviable, perjudicial para la administración distrital y causará enormes perjuicios al entorno urbano y a la ciudadanía.”. Como era de esperarse, las recomendaciones poco efecto tuvieron. Urbano Ripoll

 

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CARTA ABIERTA – Parque de la Independencia – Parque Bicentenario

Septiembre 14 – 2011

Como Presidente de la Fundación Rogelio Salmona, socia de Rogelio Salmona S.A durante 25 años y en nombre de la Fundación Rogelio Salmona, me permito dar a conocer nuestra opinión respecto al proyecto del Parque Bicentenario, del que tanto se ha escrito, comentado  y cuestionado. Lo hacemos porque consideramos que hay aspectos muy importantes que no se han tenido en cuenta en la realización de ese proyecto, en los que vale la pena  hacer énfasis y, de paso, dar a conocer nuestra visión frente a lo que está sucediendo.

Debemos  recordar que  a Rogelio Salmona se le debe el rescate de un  Parque que se había convertido en maloliente botadero e incineradero de basuras. Tuve la oportunidad de participar en una de las últimas etapas de remodelación del mismo. Como socia de Rogelio Salmona S.A., pude seguir de cerca la propuesta del Plan Maestro  del Parque de la Independencia y su intención de unir  los costados norte y sur  de la Avenida 26, pretendiendo cerrar esa «gran herida» -como la llamaba Rogelio-, que se le había infligido a la ciudad con la apertura de los que en su tiempo se llamaron «los huecos de la 26».

Salmona trabajó insistentemente, a lo largo de muchos años, proponiendo proyectos con los cuales buscaba recuperar lo perdido con ese corte artero que partió en dos esa importante zona de la ciudad, de gran valor histórico. Pensó que, con la propuesta del Plan Maestro para el Parque de la Independencia, lograría finalmente su cometido: unir sutilmente  ese trozo de Bogotá, y permitir así que se volviera a integrar el Parque de la Independencia al centro de la ciudad, como lo había sido históricamente desde 1910.

El llamado proyecto Parque Bicentenario, diseñado por Giancarlo Mazzanti, pretende intervenir un entorno emblemático de la ciudad que es el resultado de muy diversas confluencias históricas, lo cual de partida constituye una intervención urbana de gran trascendencia. Su punto de partida incuestionable, debería comprometer el respeto por ese entorno privilegiado que constituye un fragmento prodigioso de nuestros cerros tutelares, pero también del respeto a edificios emblemáticos que lo enriquecen, tales como el kiosco de la Luz, la Biblioteca Nacional, el edificio de apartamentos de Vicente  Nasi, el Museo de Arte Moderno, el edificio Embajador y las Torres del Parque. Pero, sobre todo, del respeto por el Parque de la Independencia que junto a todos ellos, es testimonio de  diferentes episodios de la historia de la ciudad y como tal, uno de los patrimonios públicos más valiosos.

Ese es el reto mayor de un proyecto urbano: aparte de mejorar su entorno, hacerlo reconociendo y respetando su historia y la escala de las edificaciones existentes, además de propiciar relaciones donde los elementos naturales y urbanos establezcan una relación muy delicada y sutil con la geografía. Sólo así se logra una integración sabia y respetuosa del proyecto con el lugar. De otra manera, lo nuevo o novedoso termina volviéndose arbitrario y ajeno, un agente que lejos de unir y articular, termina detonando ruptura, induciendo disgregación.

Eso, a nuestra manera de ver, es lo que está sucediendo con el actual proyecto del Parque Bicentenario: lejos de colmar una ilusión colectiva, un anhelo ciudadano por recomponer las fracturas, se convierte en un tremendo desacierto. Ello sucede porque se arroga el derecho de desatender los sedimentos que laten en el lugar. Un proyecto que desconoce la sutileza y se impone de manera irrespetuosa, que se concibe como un hecho aislado que desconoce los valores del entorno, apropiándose de un área importante del Parque de la Independencia y con ese gesto, desoye a la ciudadanía y se irrespeta la historia y la tradición.

Es así como esa posibilidad de construir con lo público, e integrar ese importante sector de la ciudad, terminará convirtiéndose en un referente de «lo que nunca ha debido ser» porque, como diría Rogelio Salmona:

En arquitectura la libertad necesita coherencia, y en todo proyecto de creación y de recuperación del espacio público es imprescindible  poner en evidencia  elementos  autónomos que desde su autonomía, han de relacionarse unos con otros  para llegar a una espacialidad deseada.

Solo así un proyecto público terminaría siendo un aporte a la ciudad, aceptado por la comunidad y apropiado por ella.

 

María Elvira Madriñán

Presidente

Fundación Rogelio Salmona

 

 

 

 

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