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Biennale Venezia

La Biennale di Venezia: entre el ego y la banalidad

La Biennale di Venezia ha tenido, desde su inicio, momentos memorables y, sin duda, el de mayor trascendencia fue en 1980, cuando en su primera versión internacional, bajo la dirección de Paolo Portoghesi, se exhibió la Strada Novíssima, donde los paladines del posmodernismo historicista presentaron una obra que ilustraba muy bien su propuesta estilística y que dejaba ver, de manera implícita, su refrescante planteamiento urbano. Esta visión tuvo amplia repercusión en el medio arquitectónico, prestándose para ser fértil campo de discusión de los planteamientos del posmodernismo historicista.

Posiblemente el protagonismo que lograron los participantes de esta bienal, sea la causa de la venida a menos del evento: La Biennale dejó de ser un lugar para la discusión de ideas para convertirse en sala de exposición de egos, y de estos, en su variedad talla XXL: las arquiestrellas.

Rem Koolhaas, como curador de la decimocuarta Biennale di Venezia, ha dado el paso que se veía venir, ante los excesos de las arquiestrellas y su ineludible decadencia nacida del agotamiento natural que hace parte de cualquier proceso de consumismo: en este caso, el de de imágenes arquitectónicas. Ahora Koolhaas nos anuncia el fin del arquiestrellato. ¿Y esto cómo? ¡Si Koolhaas posiblemente sea su más notorio progenitor!

Koolhaas ha definido esta bienal “como instrumento de investigación, más que como exposición” y la la organizado en tres partes:

Absorbing Modernity: una muestra de sesenta países, a los cuales se invitó a enfocarse en mostrar elementos relevantes de la absorción de la modernidad en su entorno local.
Monditalia:  “un smorgasbord de danza, cine y arquitectura en Italia”, con esta descripción de Charles Jencks no hace falta imaginarse su contenido.
Fundamentals: su propia y central exhibición-instalación, considerada la más trascendental; delegada a diversos equipos de arquitectos de variado origen, en esta exhibición se descompone y clasifica –de manera anatómica– 15 partes que forman los edificios. Y digo edificios, en vez de decir arquitectura, porque la arquitectura se comprende de muchísimas más cosas que lo que pretende esta catalogación de elementos técnicos y, sin duda, este reduccionismo provocador es claramente intencionado, al que algunas voces la han calificado de banal.

Fundamentals, foto: AR

Fundamentals. Foto: AR

Esto es fácil de concluir, si uno contempla su pieza más importante y argumento central: el cielo raso lleno de instalaciones técnicas colgado debajo de la bella bóveda del pabellón central, bajo el slogan de “beauty versus reality”: un argumento visual sobreactuado, una dramatización con instalaciones falsas y un cielo raso colocado deliberadamente lo más bajo posible, una argumentación banal, carente de metodología académica, que muestra el patrón de comportamiento usual en Koolhaas, como lo anota Charles Jencks en su entrevista a Koolhaas: “Si me lo permites decir, a veces los investigadores, historiadores y académicos piensan que eres más un periodista que un pensador serio. Así que parte de tu trabajo es descalificado por ser superficial, porque dices estas cosas increíblemente retadoras que son simplemente falsas  pero hechas para marcar un punto que sea probablemente cierto”.

Koolhaas pretende, provocador insigne, construir un contemporáneo y nuevo código de arquitectura, a lo Vitruvio, a lo Alberti; sin embargo, esta exhibición, un reduccionismo centrado exclusivamente en lo técnico, carente de los supra órdenes comprendidos en los códices clásicos, realmente termina siendo algo más parecido a una feria industrial, a una exhibición de productos de construcción.

Peter Eisenman, en entrevista de Dezeen declara: “Él es la arquiestrella y ahora es el curador-estrella. Ha matado a todos los arquiestrellas y ahora él va a ser el único curador estrella”. Inmediatamente se nos viene a la mente la imagen de la pintura de Goya Saturno devorando a su hijo; los arquiestrellas han sido despojados de su deidad y han sido replegados a diseñar picaportes en una puerta intrascendente en la bienal.

Francisco de  Goya Saturno devorando a su_hijo 1819-1823

Francisco de Goya. Saturno devorando a su hijo (1819-1822)

Y si bien Saturno-Koolhaas anuncia su propio fin, quien le creyera, lo que realmente anuncia es el fin de su rol de arquiestrella ya que, para poder existir como deidad única, es necesario que el Parnaso de los arquiestrellas, su creación, sea cosa del pasado. Koolhas presenta esta bienal como “El fin de mi carrera, el fin de mi hegemonía, el fin de mi mitología, el fin de todo, el fin de la arquitectura” y ”porque no tenemos arquitectos (en la Biennale) y tenemos performance, tenemos cine, tenemos video, tenemos de todo menos arquitectura”. Claramente, los expositores de la Biennale de Venezia de arquitectura han hecho esto: de todo, menos arquitectura.

Lo realmente importante para registrar en esta bienal es la formalización de algo que ya venía sucediendo en los últimos años: la apropiación de técnicas provenientes de la plástica y del cine: resulta evidente cómo los arquitectos se han dado cuenta de la rentabilidad y la figuración mediática que deviene de la utilización de las formas de producción del arte contemporáneo; consecuentemente, se las han apropiado y esta bienal, tal vez, sea uno de los mejores ejemplos de este proceso.

De este transvaso de estrategias, resultan ser las de mayor acogida, las del arte político, inmensamente provechoso en últimas décadas, cuyo mecanismo simple consiste en hacer rentable para el artista la denuncia social, mientras quienes son utilizados en el montaje “artístico” no perciben ninguna clase de beneficio, y suelen continuar en su miseria. Y para entender este proceso, simplemente hay que recordar a los ganadores del León de Oro al mejor proyecto de la pasada bienalUrban-Think Tank con la Torre de David (quienes aparentemente militan en la arquitectura política) y ver cómo es de rentable, no solo en lo económico sino en lo académico, el hacernos “reflexionar”, mediante estrategias traídas del arte, sobre la miseria humana.

Este año vale la pena ver la foto del ganador del León de Plata en la categoría de investigación en Monditalia: Andrés Jaque, quien por su gesto de celebración con trofeo, me recuerda a un ciclista ganador de etapa de Tour o a piloto de la F1; mostrando no solo la importancia de ego en las premiaciones de arquitectura, sino también el circo en que las exhibiciones de arquitectura se han convertido.

Andres Jaque recibiendo el León de Plata, foto: El País

Andres Jaque recibiendo el León de Plata. Foto: El País

Andrés Jaque ha dado un significativo paso adelante, ya que después de una escasa y cuestionable práctica arquitectónica y tener un coqueteo con la teoría de la arquitectura política, vía Guy Debord y Guatari-Deleuze, se ha convertido en el epítome de un nuevo género: el arquitecto-artista político diletante.

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Alturas insustentables

El ego es un componente muy importante en la construcción de rascacielos… Es posiblemente una combinación de ego y el deseo de obtener un beneficio financiero. Cuando uno ya tiene suficiente dinero para comer y vivir, entonces aparece el ego; está presente no solo en la construcción de rascacielos sino en la de cualquier gran edificio, alto o no.
Donald Trump

Los rascacielos florecen en todo el planeta, y no solamente los extravagantes y superlujosos para los megaricos de Nueva York, Londres, Oriente Medio y Asia. También vemos a China hacinando su clase menos privilegiada en torres que más parecen criaderos de pollos, y en Latinoamérica encontramos varias ciudades compitiendo por hacer la torre más alta de la región, sin que nadie se cuestione qué sentido tiene hacerlo y cómo es imposible evitar hacer aquí la analogía de la competencia fálica por ver quién es el más macho.

Hong Kong, Michael Wolf,camera press

Hong Kong, Michael Wolf, © Camera Press

No sobra decirlo, los interesados son los mismos en todo el planeta: promotores y políticos de pocos escrúpulos.

El calentamiento global finalmente puso sobre la mesa de discusión del urbanismo la necesidad de las ciudades densas. Lo puso como un paradigma, ya no como discusión aportada por personajes extraños, tal como Jane Jacobs, considerada en su época una “señora amateur” del urbanismo y tal vez un poco chalada, porque denostaba de lo obvio: los hermosos suburbios en boga. Jacobs pasó de ser un personaje olvidado a ser conocida y mencionada por todos, expertos y profanos del urbanismo, tanto que parecería estar en proceso de canonización.

Pero en medio de la aceptación generalizada del paradigma de la densificación urbana, se colaron los rascacielos por la puerta de atrás, convirtiéndose automáticamente en la forma idónea de lograr la densificación, sin que haya existido alguna racionalización previa que permitiera concluir que, efectivamente, los rascacielos son la solución. Tal vez ese pequeño Trump que todos tenemos adentro nos ha hecho una mala jugada.

Hemos asumido que densidad urbana significa rascacielos, sin ver que hace milenios habitamos en ciudades densas sin ellos, ciudades con una vida comunal intensa, donde no existían los automóviles y donde aún no se necesitan y, por consiguiente, su huella de carbón es mínima.

El construir en altura conlleva un mayor costo por metro cuadrado construido, costo directamente proporcional a la altura alcanzada, ya que son múltiples los factores que inciden: el tamaño que ocupa la estructura, que aumenta en los pisos bajos mientras más se eleve el edificio, lo que reduce el área útil, lo cual se puede paliar parcialmente mediante la utilización de sistemas esbeltos de alta tecnología. Asimismo, por cada piso adicional, los sistemas de circulación vertical, escaleras y ascensores, se hacen necesariamente más grandes y numerosos por el volumen de personas que es necesario movilizar. También, en la medida en que se logran mayores alturas, se hacen necesarias fachadas más y más complejas, de mayor tamaño, ya que deben ser resistentes a mayores vientos y a cambios de temperatura. Con cada solución, eso sí, los costos se hacen cada vez más extravagantes.

Nueva York se ha convertido, en los últimos años, en paradigma de la ciudad sustentable por su baja contaminación, debido a la baja utilización de automóvil y a que su área de espacio público por habitante, 14 m2, está dentro del rango aceptable, pero se ha entendido incorrectamente que, para hacer ciudades sustentables, el factor principal a emular de NY son sus rascacielos.

Nueva York se encuentra actualmente en un boom de construcción de rascacielos. Estos edificios ultra altos solo pueden ser comprados por los las clases más pudientes, o los megaricos, personas que generalmente requieren de grandes áreas y quienes además cuentan con otros hogares, lo cual hace que su densidad resulte ser solo visual. La virtud no está en manejar la altura de los edificios sino la densidad de la población y el consumo de energía que ésta requiere para funcionar.

56 leonard street,NY, Herzog & de Meuron

56 Leonard Street, NY, Herzog & De Meuron

Construir en altura no significa obtener mayor densidad de población, esto en gran parte debido a factores técnicos y económicos anteriormente mencionados; es así como la densidad de Nueva York de 2.050 habitantes por km2 es superada ampliamente por la de París, de 24.675 habitantes por km2.

Otras ciudades con urbanismo tradicional, con calles y plazas conformadas por edificaciones de mediana altura, superan también a Nueva York: Madrid con 5.198 habitantes por km2, Londres con 4.761 habitantes por km2, o Berlín con 3.815 habitantes por km2.

Cualquiera asumiría fácilmente que estas ciudades europeas de alturas medianas tendrían menor área de espacio público por habitante, definido como el espacio abierto que se alcance –caminando– en un radio menor a 600 metros. Pues bien, resulta que las ciudades tradicionales terminan por ofrecer igual, incluso más, espacio público por habitante que la idealizada New York, que ostenta 14 m2 por habitante: encontramos a París con 11,5 m2 por habitante, a Madrid con 12,23 m2 por habitante, al gran Londres con 20 m2 por habitante y a Berlín con 13 m2 por habitante.

Estos índices demuestran una mayor densidad urbana lograda por la ciudad tradicional con una apropiada cantidad de espacio público, pero aquí lo realmente importante es que, como las cosas fundamentales en la vida, no es tanto la cantidad sino la calidad. Y en esto la ciudad tradicional va de lejos.

El derogado Plan de Ordenamiento de Bogotá MePOT tomaba como planteamiento central incrementar la sustentabilidad por medio del aumento de su densidad, de manera equivocada, tomando prestado el modelo del rascacielos neoyorkino. Los diez primeros puestos en el listado de ciudades más densas están ocupados por ciudades del tercer mundo, y Bogotá, con su urbanismo caótico, es la novena ciudad más densa del mundo y la primera de América con 13.500 habitantes por km2, pero su índice de espacio público es de 3 m2 por habitante, bastante lejos de lo recomendado.

Es evidente que la causa de su densidad, como la de su carencia de espacio público, es resultado de la ausencia en sus planes maestros, de una visión que partiera de la planeación de la estructura del espacio público a largo plazo, tal como el Plan of Chicago de Burham & Bennett de 1909 que la que convirtió en la tremenda ciudad que hoy es. Bogotá se ha ido desarrollando por la adición incontrolada de antiguas haciendas y casas de recreo suburbanas, convertidas en urbanizaciones sin ningún tipo de planeación integral, simplemente siguiendo la lógica del mercado inmobiliario. Y pareciera que este efecto lo comparten las primeras diez de la lista, dado que en todas la alta densidad va acompañada de ausencia de espacio público.

El construir en altura trae costos sociales; en el reciente foro WUF7 en Medellín, como lo señala Julio Carrizoza Umaña, se hizo claridad sobre la insostenibilidad de Nueva York por la creciente inequidad social que provoca la construcción de vivienda de lujo en altura, disparando automáticamente procesos de gentrificación, y que ha desplazado la vida urbana tradicional al ejercer presión económica sobre el comercio y la vida en los primeros pisos; es así como las antiguas deli polacas, los restaurantes de inmigrantes asiáticos y las antiguas panaderías artesanales han desaparecido para convertirse ya sea en ostentoso lobby o en tienda de diseño hiperlujosa.

Las clases menos pudientes económicamente han sido desplazadas de Manhattan, en razón al costo del suelo, y han sido obligadas a vivir en la periferia, alejadas de su lugar de trabajo y con un mayor costo social, económico y ecológico. La “ciudad modelo” se convierte, poco a poco, en una ciudad donde el espacio público, crisol natural de razas y clases sociales, pierde su heterogeneidad. Y una ciudad sin equidad es una ciudad sin futuro sustentable.

En las ciudades verticales la circulación horizontal tradicional, la calle, con sus tiendas, cafés, restaurantes –economía de pequeños empresarios–, lugares donde pasar el tiempo y holgazanear para conversar con el vecino, para atisbar sin ser percibido, para vagabundear sin rumbo, simplemente perder el tiempo placenteramente, es remplazada por la circulación vertical, por el inhumano y asocial elevador, y la calidad de la vida comunal se ve restringida a lo mínimo, al casual encuentro en el ascensor. Esta vida comunal de ascensor no se puede comparar en los más mínimo a la riqueza de la vida en la calle, la de la ciudad de Baudelaire y Benjamin.

 

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Publirreportería cultural

Enero 30 de 2014

Colombia es uno de los países donde la línea entre publicidad y periodismo se ha borrado ya casi por completo; por lo visto, el que los ingresos por suscripciones de los lectores de medios impresos o digitales no representan lo suficiente, ha convertido la pauta publicitaria en su prioridad.

Al anunciante, como a todo buen cliente, no solo se elogia cada vez que se puede sino que también se le protege, ya sea de la información maledicente de otro medio o de sus propios yerros, y esto se logra básicamente por omisión de la información o por la elaboración de información falsa. Lo que antes se conocía como “publirreportaje” –etiqueta en extinción, así como la de “publicidad política pagada”–, se hace aparecer como periodismo puro, ocultando los beneficios que detrás existen y llegando, en algunos casos como los especiales de revistas y periódicos, a tener una tarifa establecida para este «servicio». El publirreportaje disfrazado tal vez se ha convertido en  la más importante fuente de ingreso para los medios y para los periodistas que participan en ellos.

¿Publicidad o periodismo? Da lo mismo. Resulta evidente que esta praxis se ha convertido en modelo porque muchos de quienes trabajan en los medios son profesores universitarios. Así que esta situación, lejos de mejorar, es un modus operandi que día a día se perfecciona.

El mayor anunciante de Arcadia es, de lejos, el Ministerio de Cultura. En la edición 98 de Noviembre del 2013 aparece un artículo titulado “El nuevo Colón”, sin firma, que evidentemente no es más que publicidad para el Ministerio de Cultura. El artículo distrae la atención de los temas de relevancia que han sido discusión pública: La información que se ha dado ha puesto el énfasis en el lugar equivocado: un revuelo vacuo y añejo por una pobre lamparita de muy poco pedigrí. Y así, de manera torpe, deja por fuera la discusión que le resulta inconveniente al Ministerio: el tamaño de la inversión en obras como la demolición de la caja escénica, cuya tramoya manual era la última sobreviviente en Latinoamérica; el uso institucional que se le pretende dar a una toda manzana, que será despojada su vida urbana para convertirse en fantasmal fortín burocrático; y, por último, la exagerada volumetría y ajena morfología de una ampliación localizada en un entorno patrimonial.

Se direcciona la atención al concurso de arquitectura para la ampliación del Colón, un proceso que ha sido denunciado como un mecanismo para lavar la imagen de la intervención arquitectónica. Eso sí, el texto da al concurso un toque de feminismo a lo Arcadia al destacar como lo importante del proyecto ganador que uno de sus autores es una mujer.

Ni periodismo ni cultura, simplemente vulgar mercadotecnia.

 

Guillermo Fischer

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Grandes Reducciones: diez diagramas que cambiaron la planificación de la ciudad

 

«La Planificación se inserta en el mundo de fabricación de imagen de los artistas y publicistas. Algunas de estas imágenes son al mismo tiempo diagramas analíticos y fascinantes imágenes artísticas,  y si  los planificadores han optado más a menudo por una imaginería árida, estas siguen siendo imágenes, con todas las implicaciones ricas y complejas del término. Cada plan es acto de persuasión, argumento para una forma alternativa de vida que intenta reafirmar o convencer a una audiencia de esa alternativa.» — Andrew Shanken

F1Figura 1: El diagrama «Bahía o Río?» ayudó a a amalgamar  el apoyo popular para salvar la bahía en la década de 1960. Cortesía de Oakland Tribune

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Muchas de las ideas de mayor influencia en la forma de nuestras ciudades se han expresado por medio de diagramas simples, que se han convertido en condensaciones icónicas de valores específicos, agendas políticas e ideologías. Algunas se han convertido en imágenes icónicas, inspirando al mismo tiempo, la imitación, la elaboración y la crítica. Y son paradigma en el léxico visual del diseño y la planificación urbana.

Este número de The Urbanist y la exposición que lo acompaña en la galería del SPUR Urban Center, investiga la iconografía de la planificación de la ciudad y el impacto — para bien o para mal — de estas imágenes en la morfología de comunidades urbanas de los Estados Unidos. Como las nuevas tecnologías permiten nuevos tipos de visualización, nos detendremos para dar una mirada retrospectiva a la cultura visual del campo a través de diez de sus diagramas más influyentes, tratando de entender no sólo lo que los planificadores estaban pensando acerca de las ciudades, sino también cómo usaron el poder de la imagen, tanto para persuadir como para comunicarse.

Para los urbanistas, tal vez muchas de las imágenes en este tour ilustrado resulten instantáneamente reconocibles.  A otros pueden parecerles nuevas, o tal vez  familiares, ya sea porque han sido ampliamente reproducidas o por los mismos lugares ya familiares que han inspirado y conformado.

Miremos la Zoning Resolution de Nueva York de 1916. Tal vez algunos expertos planificadores conozcan bien sus ilustraciones originales. Unos cuantos más reconocerán las vívidas representaciones de Hugh Ferriss por su impacto en un algún lugar teórico o en la ciudad imaginaria en la película Metrópolis de Fritz Lang. Pero casi todos reconocerán los edificios del Chrysler y el Empire State y la inconfundible forma como la Ciudad Gótica”  de Batman que genera la norma.

Asimismo, la subdivisión en retícula municipal creada por la Land Ordenance de 1785, puede parecer historia antigua de la Oficina Federal de Tierras— hasta que uno lo conecta a la visión aérea  del Medio Oeste con su interminable grilla de milla cuadrada, una subdivisión de parcelas cuadradas con círculos de riego de pivote. Al volar por la noche sobre Chicago, Las Vegas o Phoenix, las implicaciones de este simple diagrama sobre la forma urbana se hacen claramente evidentes.

¿Qué es un diagrama?

El palabra “diagrama” (literalmente «representado por líneas» en griego) se refiere a cualquier explicación visual esquemática de una idea. Los diagramas se aprovechan de la diferencia de cómo nuestra mente procesa el lenguaje y cómo procesan las imágenes. Es así como  a menudo se ubican al lado de un argumento escrito o verbal para resaltar una idea particularmente importante.

Tablas, gráficos y mapas son todos diagramas y su sintaxis particular — de líneas, flechas y formas, a menudo mezclada con lenguaje — difiere de la representación ilustrativa de dibujos y fotografías.

Los diagramas parecen tener un poder especial cuando se trata de la representación del lugar, ya que son capaces de combinar ideas espaciales y no espaciales. Fotos y datos. Mundos reales e imaginarios. Ideas abstractas y propuestas concretas. Así, el diagrama se convierte en un espacio fértil para investigar la conformación de las ciudades.

¿Qué hace un diagrama?

El poder de un diagrama es reductivo: condensa una idea compleja en una declaración visual simple y potente. Su claridad resulta de omisión tanto como la inclusión, que a menudo se logra a expensas del carácter y la particularidad. Sin que les estorben las preocupaciones pragmáticas, los diagramas permiten la experimentación y el avance de la imaginación.

Desafortunadamente, los diagramas pueden convertirse en la base para la exclusión o la marginación. Las ilustraciones limpias y atractivas de la ciudad modernista, con sus abundantes espacios verdes y organización eficiente, por ejemplo, ayudaron a cimentar la idea de “limpieza de tugurios”  bajo los programas federales de renovación urbana de los años 50 y 60.

Pero afortunadamente, los diagramas logran cristalizar puntos de vista emergentes, encuadran retos y opciones bajo una nueva luz, como cuando el atractivo gráfico «Bahía o río?” del Oakland Tribune de 1961 ayudó a estimular nuevas e importantes protecciones para la bahía de San Francisco. Así mismo, el uso de mapas con figura y fondo por los diseñadores urbanos en los años setenta, expresó vívidamente la idea nebulosa-en ese entonces-del patrón urbano, poniendo en claro su valor en las decisiones de planificación. Una vez que una idea revolucionaria se afianza, sus imágenes a menudo se convierten en la nueva ortodoxia, volviéndose blanco de nuevas críticas y aseveraciones .

Mapas, planos y vista en planta

Cada mapa es un diagrama, en el sentido en que el mapa es una representación abstraída de algunas, pero no todas las facetas de un lugar. Esto es esencial: un mapa vial que mostrara también los detalles de los recursos de red eléctrica y mineral sería innecesariamente confuso.

La mayoría de los mapas comprime la curvatura de la tierra y su topografía en un plano bidimensional disminuyendo su rigurosidad, una abstracción tan frecuente que apenas lo notamos. Los artistas, por lo menos desde Robert Rauschenberg, han estado trabajando en “difuminar” este plano, más recientemente, las nuevas herramientas de diseño asistido por ordenador (CAD) y los  sistemas de información geográfica (SIG) han permitido a los diseñadores acercarse de forma  más dinámica. Sin embargo, vale la pena traer a colación, que incluso el truco-inimaginable antes- de “volar” casualmente a través de un paisaje tridimensional en la pantalla de computador, todavía pasa sobre una superficie plana. Nuestra nueva proeza técnica solo ha profundizado nuestra dependencia del espacio pictórico.

La palabra «plan» implica previsión y aspiración, no simplemente una representación de lo existente. A veces, mapas y planes convergen. La revuelta contextualista en el Urbanismo en la década de los 60 y 70 insistió en que una parte importante de la disciplina consistía en la cartografía analítica de las condiciones existentes, en contraste con las grandiosos esquemas del urbanismo modernista. El mapeo cognitivo de planificadores como Kevin Lynch y Donald Appleyard prefiguró la explosión de la cartografía alternativa y la visualización de datos ahora hecha posible por medios digitales. Las herramientas de cartografía—y su sistema de filtración tácita de la realidad—han sido radicalmente democratizadas y la cartografía se ha convertido en un discurso en cual artistas, activistas, “nerdos” de la tecnología y planificadores pueden afirmar sus propias visiones de lo existente y lo que debería ser.

Planos y mapas comparten un sistema visual llamado «icnografía» o simplemente «plan vista,» una abreviatura que representa cada punto como si el espectador estuviera directamente encima de él, mirando hacia abajo. Por supuesto, en cualquier vista aérea real, solamente un punto es visto de esta manera, todos los demás lo son en un ángulo oblicuo que aumenta con la distancia. La visión en plano es omnisciente, como la de un dios, pero también engañosa e ilusoria. Al mantener al espectador a una distancia cómoda, no sólo esconde la tercera dimensión sino también las cualidades dinámicas, temporales y sensoriales del lugar.

Figura 2: Ciudades ideales renacentistas inspiradas por Vitruvio (XV-XVI c). 1. Filarete, 2. Fra Giocondo, 3. Girolamo Maggi, 4. Giorgio Vasari, 5. Antonio Lupicini, 6. Daniele Barbaro, 7. Pietro Cattaneo, 8/9 di Giorgio Martini.

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Marten Kuilman

Plantillas utópicas

Períodos de gran agitación social y cultural a menudo han producido rachas de pensamiento utópico. De manera  sorprendente, las sociedades ideales suelen venir con su receta para una buena forma urbana, dándole cuerpo a los valores de sus proponentes, matizados  por las ansiedades de su circunstancia.

En la Italia del Renacimiento, artistas y diseñadores se unieron en una amplia afirmación humanista: que la sociedad podría y debería estar formada por ideales humanos. Rodeados por las enmarañadas calles medievales que los cercaban, se fascinaron con las ciudades ideales, imaginando espacios serenos y despoblados, sin tiempo y lugar real. Las herramientas de la perspectiva y el desarrollo de reglas abstractas de proporción y simetría convirtieron al espacio en objeto de estudio.

Las ciudades ideales renacentistas revelan algunos de los poderes fundamentales—y también algunas de las deficiencias—de esquemas de planificación. En primer lugar, al mismo tiempo son  todos los lugares y no son ninguno, en su visión de plano claramente  representan el espacio urbano, pero sin referencias geográficas, y por lo tanto, sin las limitaciones que impone el contexto en la construcción de ciudades reales. En segundo lugar, contribuyen a un discurso más amplio sobre los ideales sociales y cómo podrían manifestarse en la ciudad. Finalmente, proporcionan un cierto tipo de ADN formal, una plantilla reiteradamente expresada, modificada y reproducida tanto en el papel como en la tierra.

A veces se pretende  que un diagrama se tome literalmente. Tal es el caso de la “Ciudad Radiante”, declaración de urbanismo modernista de 1935 de Le Corbusier, también conocida como las  «Torres en el Parque». Tal como las Ciudades Jardín de Ebenezer Howard tres décadas antes, la Ciudad Radiante trató de remediar la congestión, la contaminación y la enfermedad de la ciudad industrial del siglo XIX, como dijo el planificador e historiador Robert Fishman, «inspirada por la perspectiva que una reconstrucción radical de las ciudades resolvería no sólo la crisis urbana, sino también la crisis social.»

Figura 3: Una vista aérea contemporánea de la ciudad de Palmanova (1593), un asentamiento militar italiano basado en un plan Vitruviano

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Google Earth

Para Le Corbusier, esto significaba erradicar los callejones oscuros y tuberculares de la vieja ciudad y reemplazarlos con filas de torres cruciformes ampliamente espaciadas, unidas con autopistas y ordenadas en sectores separados por su uso comercial, industrial y residencial. Aunque se puede leer la Ciudad Radiante como un manifiesto diagramático de principios de urbanismo, fue también una propuesta arquitectónica literal, la cual  fue tomada y aplicada al por mayor en un asombroso número de localidades, desde los suburbios de París hasta el centro de Chicago. Expresiones construidas de esta visión son prácticamente indistinguibles del esquema utópico, excepto por los desastrosos resultados de algunas de ellas. La simplicidad del diseño (la base de su atractivo y elegancia estética) es más como de diagrama y muy diferente a la ciudad.

Otras maneras de mirar

Algunos tipos de gráficos sugieren formas particulares de mirar  a la ciudad y así se prestan para miradas particulares más profundas. Por ejemplo, en 1909, Patrick Geddes utilizó el «transecto,» tomando prestado el lenguaje visual de un corte de arquitectura (una rebanada imaginaria a través del espacio, visto desde el lado) y lo desplegó como herramienta analítica sobre una escala mucho mayor, prestada de la ciencia ecológica. El esquema se adaptó perfectamente al propósito de Geddes, revelando como las condiciones del camino y contexto cambian a través del paisaje. Así, como una manera de representar y mirar el espacio, permite sensibilizar el contexto, para poder hacer un amplio examen de la situación urbana, regional y ecológica de un sitio.

Similarmente, el plano de Nolli (p.16), llamado así por el magistral mapa de Giambattista Nolli de Roma de 1748, sobresale  por la manera en que revela la forma en que edificios definen las calles y espacios, creando un patrón legible. En la década de 1960, los críticos del enfoque modernista a la forma urbana, utilizaron las convenciones gráficas del plan de Nolli para demostrar el valor de la definición espacial edilicia y los patrones urbanos tradicionales.

Diagramas cuantitativos

Aunque los urbanistas y formuladores de políticas urbanas usan datos y texto  para validar sus argumentos, Es a menudo la imagen la que se queda en la imaginación del público. Los diagramas pueden ser condensaciones de datos numéricos, como el «gráfico de palo de hockey» de Michael Mann, de las temperaturas medias históricas, cuya cristalización impactante de los efectos del cambio climático ayudó a poner el impacto climático en el núcleo del discurso de la planificación.

Diagramas prácticos

Varios de los diagramas presentados aquí son simplemente herramientas de planificación, diseñadas para obtener mayor claridad, no inspiración. Sin embargo mantienen una relación compleja con un específico conjunto de valores y premisas. La rejilla urbana, en uso desde la antigua Grecia, ha demostrado ser la geometría por defecto siempre que sea necesario un rápido y eficiente desarrollo urbano, tal vez la más famosa, la notoriamente impaciente Manhattan,

La ley federal de municipio y retícula de 1785, fue también básicamente mecánica, pero develó las preocupaciones subyacentes. La grilla rural sirvió para normalizar el asentamiento (o conquista) del Oeste americano incorporando el ideario Jeffersoniano: el que agricultores pequeños terratenientes fuesen la columna vertebral de su ideal de democracia. Después de que el Oeste fuese parcelado, Frank Lloyd Wright tomaría la cuadrícula rural como base para su Broadacre City, una utópica anti-metrópolis presentada por primera vez en 1932, que extendió el poblamiento a lo largo del interior estadounidense con casas en lotes de un acre.

En el caso del diagrama de retrocesos del Zoning Resolution de Nueva York de 1916, el propósito era ilustrar el nuevo código reglamentario. Este diagrama bosquejó un ambicioso nuevo poder gubernamental- no sólo la regulación del uso de la tierra sino también la forma construida. Pero su innovación más profunda fue accidental: el perfil profundamente evocador de los rascacielos de Nueva York en su cenit de los cincuenta.

Anti-Planes

Algunos diagramas son de resistencia. En la década de 1960, el Oakland Tribune publicó un diagrama que rastreó y simplificó grandemente un mapa del Army Corps of Engineers, proyectando el futuro nivel del relleno en la bahía de San Francisco si continuaban las tasas históricas de sedimentación. La imagen, que mostraba sólo un lamentable canal residual en el centro de la bahía, fue subtitulada «Bahía o río?» Expresión perfecta de la potencia de los diagramas, se convirtió en el grito de un movimiento liderado por Save the Bay, el cual marcó el comienzo las nuevas protecciones ambientales de gran alcance.

En la década de 1950, un grupo de radicales académicos, artistas y arquitectos europeos llamado la Internacional Situacionista surgió alarmado con los esquemas racionalistas de renovación urbana de los arquitectos modernistas. La ciudad, sostuvieron, se constituye desde lo profundo a través de la experiencia de los individuos. Cultivaron la resistencia a la frialdad de la ciudad moderna, mediante el juego, lo accidental y la deriva urbana. Acuñaron el término «psicogeografía» para describir este encuentro personal con el espacio urbano, ilustrado con evocadores mapas del proceso. Esta crítica de la planificación de arriba hacia abajo, seria tomada por otros movimientos de resistencia alrededor del mundo —Jane Jacobs y otros — que volvieron la espalda a las autopistas y buldóceres y se atrevieron a cuestionar la autoridad de los expertos. También dispuso las bases para una nueva cultura, ahora en plena flor, la del omnívoro deleite en la experiencia de la vida urbana.

Planes para el futuro

Un examen crítico de los suposiciones y narrativas de la planificación como disciplina son aspecto esencial de la práctica responsable y de una ciudadanía informada. Este examen revela algo de la fascinante relación histórica entre valores, ideologías y prácticas de planificación, mediada en este caso por su visualización. Pero, más importante, nos urge a examinar nuestras propias suposiciones e ideales sobre las ciudades y las maneras en que las imaginamos, las representamos y les damos forma.

[1] Ciudades Jardín

En 1902, Ebenezer Howard, un modesto taquígrafo e inventor amateur, publicó una de las más influyentes visiones en la historia del urbanismo, llamada Garden Cities of To-morow. En ella, Howard creó una serie de diagramas que ayudaron a establecer una nueva  ortodoxia en el urbanismo del siglo XX. La crisis detrás de la idea que Howard llamó «Ciudad Jardín»-la contaminación y la sobrepoblación de la ciudad industrial-está condensada en el título de un diagrama: «Un grupo de ciudades, sin humo ni tugurios»

Figura 4: De la serie de diagramas por Ebenezer Howard, «Un grupo de ciudades, sin humo ni tugurios,» ilustra la contaminación y la sobrepoblación de la ciudad industrial de principios del siglo XX.

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Town and Country Planning Association

Howard propone la descentralización de las ciudades industriales mediante la construcción en el campo, de una serie coordinada regionalmente de pequeñas Ciudades Jardín. Ligadas por ferrocarriles y canales, separadas por un cinturón verde permanente, las Ciudades Jardín ofrecían lo mejor de la vida tanto de la ciudad como del campo a sus 32.000 habitantes, incluyendo el empleo en fábricas y talleres, unos alquileres asequibles y abundante espacio abierto. La ciudad jardín se basaba en un radical programa de reforma económica, en el que asociaciones cooperativas serían las dueñas de la tierra, que seria alquilada a sus inquilinos, reinvirtiendo las ganancias en mejoras públicas.

Es difícil no leer los convincentes diagramas circulares de  Howard como planes, aunque se sostuviera deliberadamente lo contrario. Las Ciudades Jardín parecían emerger como satélites completamente formados (y pintorescamente llamados), su utópico paisaje inglés inundado con instituciones sociales progresistas (como los «hogares para desamparados») y empresas rurales productivas. Casi un siglo más tarde, el tratamiento gráfico de perlas circulares incrustadas en una cadena de infraestructura de tránsito sería reutilizado por los planificadores que impulsaban el desarrollo urbano orientado al tránsito.

Aunque Howard y sus seguidores iniciaron dos ciudades jardín, Letchworth y Wellwyn, los aspectos industriales y colectivistas del esfuerzo languidecieron. Pero el concepto espacial de descentralización integralmente planeada mediante el establecimiento de nuevas poblaciones con una escala y carácter mas humano fué profundamente influyente, y los diagramas de Howard son ampliamente admirados hoy en dia. En la década de 1920, la idea de Howard encontró una recepción entusiasta en la Regional Planning Association of America, que buscaba la forma de solucionar la congestión en el área de Nueva York. Los líderes del EPR incluyendo Lewis Mumford, Clarence Stein y Clarence Perry, adoptaron la idea de descentralización a través de comunidades planificadas en cinturones verdes permanentes.

Figura 5: La Ciudad Jardín Americana: la «unidad de barrio” de Clarence Perry, una versión de la visión de Howard – modificada para el auto privado (1929) «

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[2] Las Torres en el parque

Los arquitectos modernistas, entre ellos, el más notorio, Charles-Édouard Jeanneret (conocido como Le Corbusier), ofrecieron  un enfoque diferente a la congestión, la enfermedad y la contaminación de la ciudad industrial. Tan  reverenciado por sus edificios magistralmente poéticos como vilipendiado por sus ambiciosos esquemas de planificación urbana, Le Corbusier sigue siendo un titán polarizante del siglo XX.

A partir de la década de 1920, Le Corbusier desarrolló una serie de ciudades ideales racionalistas, que afirmaba podrían  resolver los problemas urbanos a través de la aplicación de métodos científicos con poderosos equipos de expertos. Trabajando con el CIAM (en francés, «Congreso Internacional de Arquitectura Moderna»), creó la carta de Atenas, el manifiesto para la ciudad moderna.

La visión de Le Corbusier de la «Ciudad Radiante» (también dllamada «Torres en el parque») dispuso grandes torres separadas para proveer a los residentes igualdad de acceso a la luz, aire y al espacio abierto. El espacio verde en el medio estaría disponible a todos, incluso pasar por debajo de edificios levantados sobre pilotes cual zancos.

Mientras la ciudad tradicional funcionó sobre una mezcla desordenada, la Ciudad Radiante buscó el orden a mediante la separación. Así, supermanzanas exclusivamente peatonales estarían rodeadas de autopistas con intercambiadores que eliminaban los cruces e intersecciones. Los usos de la tierra serian radicalmente compartimentados, con sectores claramente separados, dedicados a vivienda, oficinas, industria y gobierno.

La Ciudad Radiante y la visión modernista que condensaba tuvieron un fuerte impacto en la planificación y construcción de ciudades en el siglo XX. Su promesa de luz, aire y espacio abierto daban respuesta directa las preocupaciones prevalecientes sobre los tugurios abarrotados, y su separación y racionalización del uso de la tierra y el tráfico prometía proteger a las personas de las amenazas de la contaminación y los automóviles.

Se convirtió en la plantilla predominante para la vivienda pública y para los planes de reconstrucción urbana en general, incluyendo los esfuerzos estadounidenses de «limpieza de tugurios», bajo los programas federales de renovación urbana. Con gran fanfarria, se abrieron proyectos de vivienda pública en todo el país, sólo para sucumbir a un sombrío cóctel de aislamiento económico, inversión insuficiente y a los defectos intrínsecos de su diseño físico. Los parques se convirtieron  en estacionamientos o sombrías tierras de nadie. Los servicios básicos escasearon, y al estigma de ser aislado en un mundo separado se unieron los cambios estructurales de la industria que abandonaron a miles de familias de clase trabajadora concentradas en enclaves, por ejemplo, en 1972, apenas 18 años después de su culminación, los proyectos de Pruitt-Igoe en St. Louis fueron dinamitados, convirtiéndose en símbolo del fracaso del urbanismo modernista.

Figura 6: La “Ciudad Radiante” de Le Corbusier»» (1935) fueron hechas con un conjunto de  torres separadas para proveer a los residentes con igualdad de acceso a la luz, aire y al espacio abierto.

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De «La Ciudad Radiante» Le Corbusier (1933).

Figura 7: En 1947, la Ciudad Radiante llega a la Western Addition de San Francisco. A lo largo de los Estados Unidos, las ideas de Le Corbusier proporcionan la plantilla de diseño para la «limpieza de tugurios,» la renovación urbana y la vivienda pública.

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Figura 8: El Public Land Survey System (1785) divide la tierra de los Estados Unidos al oeste del río Ohio en «municipios» y «secciones» en una cuadrícula de repetición, para después formar patrones de asentamiento.

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United States Bureau of Land Management

 

[3] La Grilla Rural

Con la Land Ordinance de 1785, el Congreso creó el sistema público de encuesta sobre la tierra, en el que las tres cuartas partes del territorio de Estados Unidos podían ser encuestadas, distribuidas y vendidas . Comenzando al oeste del río Ohio, el sistema estableció una retícula de municipios de seis millas cuadradas a lo largo del interior del país, ignorando por completo la geografía natural. Cada municipio estaba compuesto por 36 secciones de una milla cuadrada. Fue uno de los actos más influyentes de la planificación espacial en la historia humana.

El Land Ordinance resolvió varias cuestiones apremiantes para la joven nación. En primer lugar, proporcionó un mecanismo de recaudación de fondos para el gobierno federal, que tenía limitados poderes de imposición de impuestos y una profunda deuda de guerra revolucionaria. En segundo lugar, su simplicidad facilitó una solución rápida y ordenada del territorio recién conquistado al minimizar los conflictos por reclamos de tierras. Y en tercer lugar, ayudó a realizar la aspiración de su patrocinador, Thomas Jefferson, que Estados Unidos debería ser una nación de pequeños terratenientes agricultores.

Figura 9: Arriba, una sección del modelo de  la utopía antiurbana de Frank Lloyd Wright, Broadacre City (1932–59).

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Frank Lloyd Wright Foundation Archives (The Museum of Modern Art | Avery Architectural & Fine Arts Library, Columbia University, New York). Frank Lloyd Wright Foundation, Scottsdale, AZ

El diagrama del municipio, repetido miles de veces, estableció un patrón (lo que los geógrafos llaman el «catastro») que daría forma a todo de ahí en adelante. La haciendas se erigieron en medio de sus parcelas cuadradas, así que raramente se formaron pueblos. Las fronteras del estado y del condado fueron líneas rectas.  Los caminos se hicieron a lo largo de los límites de la parcelas, y el desarrollo urbano se produjo en incrementos seccionales, produciendo la característica rejilla de calles arteriales de una milla cuadrada, visto hoy en día en ciudades como Phoenix, Chicago y Las Vegas.

A principios de 1930, Frank Lloyd Wright comenzó a trabajar en un plan utópico denominado Broadacre City, cuya innovación consistía en estar inspirado y construido sobre las dimensiones del municipio y la subdivisión en retícula. Al otorgar a cada familia un acre y dispersarlos a lo largo del interior estadounidense, con la idea que las ciudades desaparecerían, para ser reemplazados por un híbrido de ideología Jeffersoniana e ingeniería social Corbusiana.

[4] La grilla de calles

«El origen de los planes de parrilla se remonta al menos a los campamentos romanos. El fundamento de la retícula como una duradera y atractiva forma urbana se basa en cinco características principales: orden y regulación, orientación en el espacio y a elementos, simplicidad y facilidad de navegación, velocidad de diseño y adaptabilidad a las circunstancias. «— Patrick Geddes

Figura 10: El Commissioner’s Plan de 1811 para Manhattan intentó regularizar los patrones de calles erráticas de la ciudad mediante la aplicación de una rejilla consistente.

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Geography and Map Division, Library of Congress

El plan de parrilla se ha utilizado para trazar ciudades desde que el arquitecto, urbanista y matemático Hipodámo planeó la colonia griega de Mileto alrededor de 450 A.C.. reaparecería a lo largo de la historia urbana cuandoquiera se necesitase construir ciudades rápidamente y pudiesen ser planeadas de antemano. Se repetiría en las antiguas capitales imperiales de China, en los campamentos militares de las legiones romanas y en los bastiones medievales desde cuales los europeos lanzaron sus cruzadas. Pero su apogeo fue en la Iluminación, desde el tardío siglo XVI hasta los principios del XIX, cuando la filosofía racional, la conquista imperial y la explosiva expansión económica hicieron de la cuadrícula el patrón urbano por defecto en muchos entornos. La retícula encarna una concepción cartesiana, racional del espacio, pero sus virtudes son su simplicidad, escalabilidad y pragmatismo. Es fácilmente examinada y puede ser subdividida en parcelas regulares que son fácilmente construidas. También es modular, así que nuevos distritos pueden agregarse cuando la ciudad crece.

La forma alcanzó su apoteosis en el Commissioner’s Plan de1811 para la ciudad de Nueva York, que pretendía regularizar el desarrollo de Manhattan (y su batiburrillo de rejillas que se chocaban) hacia el norte de la calle Houston. La aplicación implacable de la rejilla es especialmente notable por lo que se omite: la diagonal de Broadway, que antecedía el plan y que resistió su eliminación; y la topografía natural de colinas y afloramientos rocosos de la isla, que fueron parcialmente demolidos, aunque sobreviven en algunos lugares; y  por supuesto Central Park, que se crearía más tarde, proporcionando un romántico y curvilíneo contrapunto a la retícula y una bonanza económica a las propiedades adyacentes.

Pero la retícula tenía sus desventajas, su racionalidad implacable hizo que los escépticos del siglo XIX comenzaran a idealizar las callejuelas con recovecos y perspectiva perdida del pasado. En la década de 1950, se colocaron enormes extensiones suburbanas de cul de sacs, y las virtudes de la grilla fueron olvidadas.

Figura 11:  La rejilla de calles de San Francisco ignora las colinas de la ciudad, los humedales y la costa, todos los cuales son visibles en este mapa de 1852.

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David Rumsey Map Collection

Las figuras 12 y 13: El antiguo castrum romano, (a la izquierda), un campamento militar reticular, se convirtió en base para los planes de asentamientos futuros, incluyendo Florencia, Italia (a continuación).

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Figura 13  Google Earth

[5] La Megaregion

El pensar sobre regiones urbanas se ha centrado principalmente en la idea del centro de la ciudad y su periferia, ya sea una hinterland agrícola o un anillo de comunidades dormitorio. De hecho, la idea que los retos importantes podrían— y deberían — abordarse a escala regional (los nueve condados del área de la Bahía, por ejemplo) ya a principios del siglo XX se había convertido en una importante corriente del pensamiento en planificación.

En la década de 1960, sin embargo, el sociólogo Jean Gottmann describió «un nuevo orden en la organización del espacio habitado,» en una escala mucho más allá de las definiciones convencionales de región. Su libro de 1961, Megalópolis, describió la aglomeración urbana conformada por Boston, Nueva York, Filadelfia, Baltimore y Washington D.C., que exhibía una integración económica, geográfica y cultural considerable. La idea resultó profética, la megalópolis (también conocida como  «megaregion» o «región megapolitana») se ha convertido en un fenómeno cada vez más rotundo y prevalente en la era global.

Las Megarregiones son conglomerados urbanos-libremente integrados-de 10 millones de personas o más, con una forma física indistinta, que contienen una amplia gama de usos de la tierra, condiciones demográficas y un complejo conjunto de relaciones económicas internas. Ninguna métrica puede definir una megaregion, pero su lógica se manifiesta en una serie de características comunes: la superposición del mercado del trabajo y la vivienda, la integracion de  sus industrias clave, sistemas de transporte, contexto ecológico y puntos de vista culturales. Esta nueva unidad trae consigo un nuevo imperativo: tener marcos institucionales y políticos con una perspectiva megarregional.

El informe de SPUR del 2007, La  Megaregion del Norte de California, describe un área con un núcleo que se extiende desde San Francisco, hasta Sacramento, Modesto, Monterey y Lake Tahoe, y cuya esfera de influencia incluye tanto Fresno y Reno. Utiliza una variedad de métricas y propone varias iniciativas políticas para hacer frente a los desafíos en una escala megarregional.

Figura 14: El innovador  libro de Jean Gottman: Megalópolis (1961) argumentó que el noreste los Estados Unidos debia ser entendida como una sola megaregion urbana, complejamente integrada.

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De «Megalópolis» de Jean Gottman (1957)

Figura 15: En 2009, la the Regional Plan Association (RPA) designó 10 «megarregiones» en Estados Unidos, donde se espera ocurra la mayor parte del crecimiento en las próximas décadas.

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Regional Plan Association (RPA)

[6] El transecto

Un diagrama de transecto combina el lenguaje visual de un corte de arquitectura con un enfoque analítico prestado de la ciencia de la ecología. Revela cómo cambian las condiciones a través de un paisaje, sugiriendo la importancia del contexto tanto a las comunidades naturales como a las construidas.

La técnica fue construida hace más de 200 años por el geógrafo prusiano Alexander von Humboldt, quien utilizó un transecto para diagramar la biogeografía (el estudio de la distribución de especies, organismos y ecosistemas en el espacio geográfico a través del tiempo geológico) de la Patagonia de océano a océano. En 1909, el planificador escocés y sociólogo Patrick Geddes dibujó su influyente Valley Section-un transecto que mostró cómo las maneras de vida, o «ocupaciones naturales», surgieron de su contexto geográfico. Su énfasis en las industrias extractivas como la caza y la explotación minera – su forma de pensar- tuvo una profunda influencia sobre el regionalismo y la conciencia ambiental que se convirtieron en una poderosa fuerza en la planificación del siglo XX. El arquitecto paisajista Ian McHarg también desplegaría el transecto como una herramienta analítica en su influyente libro de 1969 “Diseño con la Naturaleza”, que estableció el marco para el uso generalizado  hoy en día de los sistemas de información geográfica (SIG).

Figura 16: 1909 Valle sección de Patrick Geddes demostró cómo las maneras de vida o » ocupaciones naturales» como la minería o la caza, surgieron de su contexto geográfico.

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Center for Applied Transect Studies

Figura 17: En 1999, Andres Duany creó el » transecto urbano rural,» que identificó una serie de condiciones desde el núcleo urbano a la naturaleza salvaje y propuso que las políticas de planificación cambiaran como las densidades varían.

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 Andres Duany, DPZ

[7] Forma de escultura

Muchas de las herramientas de planificación de la ciudad fueron creadas con el fin de regular los excesos de la ciudad industrial del siglo XIX, incluyendo el desarrollo no regulado, conjuntos habitacionales superpoblados y usos industriales nocivos. Como muchos códigos de planificación tempranos, la Zoning Resolution de la ciudad de Nueva York de 1916 había establecido una zonificación euclidiana que regulaba el uso, definiendo zonas residenciales, comerciales e industriales. Pero a diferencia de muchas de esas leyes, regulaba también la «envolvente del edificio», o el volumen permisible que podría ocupar una edificación. Esto como respuesta a los rascacielos de acero previos, no reglamentados tal como el edificio Equitable de 1914, que enfureció a sus vecinos por el bloqueo de la luz, el aire y las visuales. La zonificación fue parte de una era de planificación con un amplio programa progresivo que incluyó la reforma de la vivienda y la construcción de códigos de seguridad y contra incendios.

Figura 18: Representaciones de Hugh Ferris de la metrópolis del mañana (1922) probaron las implicaciones de la ley de zonificación de 1916, pero también definieron un nueva estética urbana.

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De «“The Metropolis of Tomorrow” de Hugh Ferris (1929)

La nueva ley permitió un “paramento de calle » proporcional a la anchura de la calle próxima, encima esta altura era necesario que el edificio se retranqueara y cupiera dentro de un «plano de exposición del cielo» que permitía al menos algo de luz alcanzar el nivel de la calle. Este enfoque sustractivo de diseño urbano se adapto bien a las intensas presiones de crecimiento de Manhattan de principios del siglo XX. En 1922, un dibujante arquitectónico llamado Hugh Ferriss decidió ilustrar las implicaciones de la nueva ley. Sus atmosféricos carboncillos fueron misteriosamente predictivos de la Manhattan que emergería en las décadas posteriores, una metrópolis de la edad de máquina,que poblarían innumerables libros de cómics y películas.

Esta  aproximación a la regulación de la forma construida se convertiría en herramienta ortodoxa en la planificación de ciudades. El plan del centro de San Francisco de 1985 incluyó ambos límites, el retroceso y la altura de torre (más tarde reemplazados por regulaciones de la sombría proposición K) para asegurarse de que el sol alcanzaría espacios abiertos.

Figura 19: En esta vista aérea de la ciudad de Nueva York, es claramente visible el impacto de la resolución sobre la forma construida en la década de 1930.

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Figura 20: La ley del retroceso de la ley de zonificación de 1916, reguló el uso de la tierra y definió las zonas comerciales, residenciales e industriales en la ciudad de Nueva York.

New York city building zone resolution, restricting the height a

[8] El mapa de Nolli

El mapa de 1748 de Giambattista Nolli de Roma fue un hito importante en la cartografía. Presentó toda la ciudad a vista de escala en vista de plano  (o «icnografia») – con cada punto como si fuese visto directamente desde encima. En ese tiempo, las vistas urbanas solían ser perspectivas aéreas imaginadas-vistas de pájaro-que no eran técnicamente rigurosas.

El Impacto de la mapa Nolli en el diseño urbano y la planificación surge de su convención gráfica: como diagramas de figura sobre la tierra, los edificios aparecen como masas oscuras, con las calles y el  espacio abierto en blanco. El propósito— ahora una técnica analítica común — es revelar el patrón característico de calles y edificios que subyace en la forma urbana.

Las relaciones de figura-fondo o forma-vacío que ilustran estos diagramas fueron acaloradamente impugnados en el siglo XX. En patrones urbanos tradicionales como la Roma de Nolli, calles y espacios abiertos generalmente se leen como primer plano, definidos como espacios urbanos por los edificios del fondo. Los arquitectos modernos invierten esta relación, poniendo los edificios como objetos de primer plano, ambientados en el espacio como fondo, por lo que estos tienden a ser mal definidos. A partir de la década de 1970, diseñadores urbanos como Colin Rowe volvieron al plano de Nolli para  ilustrar las cualidades que se estaban perdiendo y para abogar por el uso de patrones tradicionales.

Figura 21: El mapa de Giambattisti Nolli de Roma (Nuova Pianta Di Roma) de 1748, presentó toda la ciudad a escala, con cada punto como si fuese visto directamente desde encima.

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Biblioteca de la Universidad de California Berkeley

Figura 22: El tratado fundamental Allan Jacobs Great Streets (1993) lleva el análisis de la figura el suelo a un nuevo nivel, al mostrar  50 mapas de ciudades alrededor del mundo en una milla cuadrada, dibujados en la misma escala. Cuatro ejemplos.

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De Allan Jacob «Great Streets» (1993)

[9] La ciudad de abajo hacia arriba

En la década de 1950, un grupo de académicos radicales, artistas y arquitectos europeos llamado la Internacional Situacionista se alarmó crecientemente por los esquemas racionalistas de renovación urbana de los arquitectos modernistas. Barrios antiguos estaban siendo demolidos y reemplazado con limpios y ordenados edificios institucionales. Aunque los situacionistas simpatizaban con el programa social radical propugnado por el modernismo, sentían que amaban las particularidades poéticas de las ciudades y las bohemias demimondes que ocupaban fueron amenazadas por el frío absolutismo del modernismo. Se dispusieron no solo a resistir los excesos del capitalismo burgués, sino también a la tiranía del programa de la forma urbana de la modernidad, aunque fuese progresista en su motivación.

Figura 23: La Guide Psychogeographique de Paris de Guy Debord (1957) registra la «deriva” un observador  a través de los ambientes y emociones de Paris.

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Voor de Psychogeographique Rijksbureau Guía de Guy Kunsthistorische aparte (RKD)

Los Situacionistas instaron a otro tipo de resistencia, por medio del juego, lo accidental y el estar profundamente en sintonía con las cualidades experienciales de la ciudad. Acuñaron el término «psicogeografía» para llegar a la forma en que la ciudad fue creada, no por arquitectos y planificadores, sino por la suma de la experiencia y el significado individual . Para ellos encontrar la ciudad era crear la ciudad. La «Guíe psychogéographique de Paris» de Guy Debord diagrama un conjunto particular de deriva por la ciudad, con su ruta cortada y pegada de un mapa ilustrativo popular.

La idea de que la ciudad se constituye a través de las experiencias de sus residentes también surgió en la práctica de la planificación como una corriente analítica de diseño urbano, que buscaba nuevas formas de entender los diferentes matices de la vida de la ciudad. Desde el Massachusetts Institute of Technology, Kevin Lynch desarrolló un sistema de «mapeo cognitivo», en el cual sujetos mapeaban la ciudad de memoria. Los resultados de una muestra que fuera considerable podrían agregarse, revelando las características más memorables o «imagen» de la ciudad. Este nuevo énfasis en la experiencia y la memoria de los residentes urbanos fue parte de una reorientación importante de la planificación de la ciudad, apartándose de las transformaciones  radicales urbanas y hacia un enfoque más contextual, de participación ciudadana.

El énfasis situacionista en el experimento, el juego y la casualidad ha encontrado una nueva voz en el ámbito público del siglo 21. A menudo descrito como «urbanismo táctico», intervenciones urbanas como la de Critical Mass, Sunday Streets y Burning Man han borrado las fronteras entre arte, juego y activismo, cada uno tomando la ciudad y sus posibilidades como tema y afirmando el valor de lo efímero lo experimental en el discurso cívico de hoy en día .

Figura 24: La «imagen de la ciudad» de Boston fue compilada y creada por Kevin Lynch con el aporte de muchas personas en «The Image of the City» (1961).

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De Kevin Lynch, «»The Image of the City» (» (1960)

Figura 25: En “Infinite City: A San Francisco Atlas,” (2010) la escritora Rebecca Solnit creó retratos únicos de San Francisco de decenas de mapas temáticos (e imaginarios) como ésta, «Reyes y reinas».

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Rebecca Solnit University of California Press

[10] El palo de Hockey

Mientras que la mayoría de los esquemas presentados aquí fueron creados por planificadores y arquitectos, pocos han tenido tanto impacto en la práctica y el fundamento de la planificación como  el «Palo de hockey,» de Michael Mann, que combina varias fuentes de datos conectados (como los núcleos de hielo y los anillos de los  árboles) con registros recientes, para mostrar el aumento dramático en las temperaturas del hemisferio norte en la era industrial. Apodado por su forma, este famoso gráfico apareció en “Una Verdad Incómoda”, de Al Gore, y aunque ha estado bajo escrutinio por los escépticos del cambio climático, su validez científica ha sido repetidamente confirmada.

La amenaza del cambio climático global y el papel que desempeñan los asentamientos humanos se ha convertido en idea central en la organización de  la planificación y la arquitectura. Sencillamente dicho, las personas que viven en las ciudades consumen menos energía y emiten menos emisiones de carbono per cápita que sus contrapartes suburbanas. Las eficiencias fundamentales de ciudades — peatonabilidad, acceso al  transporte, casas pequeñas, menos coches y una más eficiente infraestructura —los hacen una herramienta crítica para reducir nuestro impacto en el clima. La forma y ubicación del crecimiento urbano se convierten en factores críticos en nuestro clima futuro. Un crecimiento más denso, bien integrado con el transporte y otras comodidades, ayuda a reducir nuestra huella de carbón y el crecimiento disperso y  descoordinado lo empeora. Muchos otros factores—como la salud pública, la vida cívica, la preservación de espacios abiertos y un acceso más equitativo a los servicios básicos (como parques y transporte)—también se benefician de este tipo de «crecimiento inteligente», y los planificadores vinculan a menudo el argumento del clima a las otras prioridades.

 

Este argumento se ve reflejado en las políticas como el  Bill 375  del Senado de California, aprobado en 2009, que intenta mejorar la integración del transporte y el uso de la tierra, vinculando el presupuesto del transporte a patrones de crecimiento más sostenible. Está en proceso de ser implementado y su impacto está por verse.

Figura 26: El transcendental (y polémico) «palo de hockey» de Michael Mann fue uno de los primeros en mostrar cómo las temperaturas de la tierra han estado aumentando rápidamente en los últimos tiempos.

10NorthernHemisphereTemps Michael Mann

Figura 27: La forma y ubicación de crecimiento son factores críticos en nuestro clima futuro. Como revela este mapa de la Metropolitan Transportation Commission, el mayor crecimiento en el área de la bahía está ocurriendo en las zonas suburbanas dependientes del automóvil  en los bordes de la región.

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 Metropolitan Transportation Commission

 

SOBRE LOS AUTORES

Benjamin Grant  es Gerente del Programa de Diseño Urbano y Espacio Publico del SPUR

La exposición Grandes Reducciones y su publicación fueron posible gracias a una beca del National Endowment for the Arts (NEA).

Agradecimientos especiales a Peter Bosselmann, Noah Christman, John Ellis, Andy Shanken, Daniel Solomon, Joshua Switzky, Michael Teitz, Jeffrey Tumlin y Jennifer Warburg.

Tomado de :

 THE URBANIST edición 518 • noviembre de 2012

traducción de Guillermo Fischer

 

 

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POT Bogotá: Urbanismo sin dimensión humana

 

Gustavo Petro planteó en su campaña una Bogotá ecológica, en consecuencia con esta idea la propuesta del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial, contempla una ciudad densa, que protege su territorio natural, al tiempo que disminuye considerablemente las cargas que el transporte impone  sobre la naturaleza y aumenta el tiempo libre y la productividad de sus habitantes

Los ingredientes tradicionales en los POT han sido tres: Edificación, Movilidad y Espacio Publico. Ahora se añade un ingrediente descuidado en los anteriores: el Cambio Climático, el cual, de forma muy detallada ocupa una buena parte del documento, dejando de lado, sin sumar, el mayor logro de los anteriores POT, aspecto en el que Bogotá ha logrado reconocimiento mundial: el espacio publico, para muchos, el ingrediente más importante del POT, ya que es el crisol de la comunidad, el único lugar donde se «homogeneizan» las diferencias de clase y donde se construye el ciudadano igualitario. Una ciudad densa, sin espacio público de calidad, genera una ciudad sin vida comunitaria.

Era de esperar que una alcaldía progresista propondría un urbanismo ecológico y con dimensión humana. Por el contrario, al tema del espacio público se le dedican pocas páginas y a manera de cuadro informativo de la situación actual; sin embargo, es alarmante es que la creación y forma del espacio público no será el resultado de utilizar formas urbanas tradicionales, utilizadas desde hace milenios, que han sido pieza fundamental en la generación de civilizaciones, como son calles, plazas y parques.

En este POT, la creación de espacio libre recae en los aislamientos que se exijan al constructor a cambio de una altura mayor o densidad de construcción, cuyo resultado formal serán espacios residuales, inútiles para la reunión ciudadana, los cuales van a terminar siendo apropiados por los particulares o convertidos en muladares.

Se entiende por Espacio Público el lugar donde cualquier ciudadano tiene el derecho de estar y circular, ya que es propiedad pública- y que el Estado está en la obligación de proveer-opuesto al espacio privado, donde el acceso es restringido.

Los términos  de antejardín, cesión, aislamiento, retroceso,  no constituyen espacio publico, son simplemente distancias que se establecen entre edificios y vías,  su uso es claramente privado, ya que está claramente establecida la posibilidad de hacerles un cerramiento.

Paradójicamente, estos nombres  de  espacios abiertos provienen justamente del modelo urbano que el POT pretende acabar:  el suburbio de expansión descontrolada.

Ante la ausencia de un planteamiento general de estructura y dotación del Espacio Público, queda el espacio libre para el ciudadano en manos del más prosaico de los instrumentos de planeación: el aislamiento, consistente en los retrocesos que hacen los constructores a cambio de altura y densidad, como lo son los antejardines y las “cesiones”, restos informales dejados por la operación inmobiliaria: es esta una concepción en extremo neoliberal de ciudad, tanto que haciendo paráfrasis de la famosa cita de Schopenhauer “La arquitectura es una música congelada”, se podría decir que es «neoliberalismo Petrificado», valga la mayúscula, sorprendentemente hecho por una alcaldía que se supone progresista.

Aunque se plantean reservas ambientales en la periferia, como son las de Los Cerros orientales, el sistema hídrico del Rio Bogotá y las del Norte y Sur,  y que en la periferia de baja densidad se plantean algunos espacios públicos y parques, precisamente en el área central de la ciudad, donde se permite edificación de gran altura y estará densamente poblada, es notoria la ausencia de espacio público formal.

Y justamente aquí, donde  se plantea la renovación urbana, es donde se torna más preocupante la propuesta, ya que  la herramienta fundamental probada en urbes que han tenido renovación urbana exitosa, ha sido el hacer más atractivo el centro que el suburbio periférico, mediante la creación de espacio publico; aquí  sucede todo lo contrario, simulaciones que expertos urbanistas han hecho, muestran que el área libre  (privada y publica) por ciudadano en proyectos alta densidad con el POT actual es de 4,0 m2 por ciudadano, al aplicar las normas del nuevo  POT, en las zonas de renovación de alta densidad, este bajaría a un escalofriante 1,3 m2 por habitante.

Paradójicamente, se suele ubicar al ex alcalde Enrique Peñalosa en el otro espectro político,  cuya política de espacio publico inclusivo, ante este POT, aparece como extremadamente progresista.

Este es un POT que no construye sobre lo construido, y hace tabula rasa no solamente  en el tema del espacio público, tema del que este articulo se centra, sino en el otro ingrediente ligado: la edificación, cambiando radicalmente  la forma en que la ciudad ha crecido en las últimas décadas.

Las demás urbes del planeta no hacen planes donde se “patea el tablero” como en este, sino que cuidadosamente se detectan las tendencias tanto malignas como benignas del desarrollo urbano  y se van haciendo pequeños y cuidadosos ajustes a las normas que aseguren un desarrollo continuo en la  mejora en la calidad de vida de sus habitantes.

Aparentemente todo esto surge que quienes están detrás de la articulación del POT en Planeación Distrital,  han optado por una volumetría a lo “New York” de los años cincuenta, con edificios escalonados en altura, y se han inspirado en una normativa de aislamientos del año 1961,  la cual fue abandonada  ante los gravísimos  problemas ocasionados en la conformación del espacio publico en NY, muestra de esto han quedado los conocidos “alleys” , callejones que en toda película de acción que se respete, matan a alguien.

Steven Holl ha construido el Shenzhen un edificio denominado “Horizontal Skyscraper”, ya que tiene el mismo largo que la altura del Empire State, demostrando de manera pragmática  como con edificios bajos horizontales se puede lograr  densidades iguales a los verticales, pero con una grandísima diferencia: prácticamente toda el área del lote es restituida como espacio publico en el primer piso y en cubierta, con  una calidad de vida, dada la proximidad a lo verde,  que no es comparable  a los tugurios verticales que proliferan en China y países en expansión económica.

 

El espacio público no puede ser el resultado aleatorio del mercado inmobiliario; debe ser planeado acorde a una ciudad que cuadruplicará su densidad de población por metro cuadrado, Es patente  la ausencia de  un equipo de urbanistas  y arquitectos de gran experiencia y prestigio en la formulación de este POT , todavía estamos a tiempo de hacer que los saludables principios sobre los cuales se basa, sean articulados y diseñados  por un equipo de urbanismo de gran calado, como se merece una urbe de este tamaño y complejidad.

 

 

Guillermo Fischer

 

Nota: una version «editada» apareció en el periódico El Espectador del día 12 de mayo del 2013

 

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Semper en Castellano

El arquitecto Juan Ignacio Azpiazu, en una muestra de generosidad y tenacidad, se ha propuesto traducir  al castellano, la obra monumental de Gottfried Semper: Der Stil in den technischen und tektonischen Künsten.

 

Reconstrucción de la policromía del Partenón, según Semper

Reconstrucción de la policromía del Partenón, según Semper

 

Originalmente Azpiazu se propuso, con la motivación pedagógica de ilustrar a sus alumnos, traducir algunos apartes del libro en su blog Semper: El estilo, al que fue incorporando textos fundamentales para la comprensión del tema de la tectónica, no traducidos hasta ahora, como es el de Karl Bötticher, terminando por traducir la obra completa, e ir más allá.

Der Stil estuvo escrito solo en alemán,  hasta la traducción del Getty Institute al inglés en el año 2004, habiendo sido, texto seminal en la obra de arquitectos de origen germano, como Loos, Mies, Berlage y Lewerentz  y otros angloparlantes como Wright y  Sullivan que contaron con la fortuna de la cercanía a algunos textos traducidos por  John Wellborn Root.

Para quienes lo contemporáneo es lo importante, hay que mencionar a Herzog & De Meuron y a Zumthor como arquitectos en que la teoría de Semper hace parte fundamental de su quehacer.

Para quienes conocemos la traducción del Stil al inglés, hemos experimentado de la dificultad de su lectura por carecer de muchas de las ilustraciones que se hacen necesarias para la comprensión del texto, Azpiazu, en esta edición en castellano, se ha tomado el trabajo de incluirlas.

Invito a colaborar en este importante proyecto,acompañar al arquitecto Azpiazu apoyando su campaña en Kickstarter, haciendo click aquí.

 

Guillermo Fischer

 

 

 

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